jueves, enero 29, 2009

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miércoles, enero 28, 2009

Sobre el A4

Una hoja de papel de tamaño A4 mide 210*297 mm.

¿Por qué esas medidas y no otras, a qué se deben la letra A y el número 4?
El formato de referencia de la serie A es el A0 (área 0) y abarca una superficie de 1 metro cuadrado.
Y la longitud de sus lados mantienen una relación ideal, que se concreta en la proporción de uno sobre raíz (cuadrada) de dos [1:√2].

¿Por qué esta proporción?
De esta forma, al cortar por la mitad del lado más largo una hoja A0, el lado más corto pasa a convertirse en el lado más largo de la nueva hoja A1. De esta manera, si se corta cualquier hoja de la serie por la mitad de su lado más largo, se obtiene un par de hojas del tamaño siguiente, que siguen manteniendo la proporción ideal entre el largo y el ancho.

DIN 476

martes, enero 27, 2009

Colonia Esperanza

Transcribimos un interesante capítulo del libro Gringos en las pampas, de Julio Djenderedjian.
Allí se relatan las peripecias, que no siempre salen a la luz en los procesos migratorios de nuestro país.

Interesante, aleccionador ...

jueves, enero 22, 2009

De artistas, caminantes y guitarristas

Luego de ver el inmenso mar de posibilidades que nos brinda la red de redes, y como podemos acercarnos a personas, o a información otrora inhallable, socializo un pequeño escrito sobre un artista tan genial como desconocido: el Maestro oriental Esteban Klísich.
Hube de encargar (allá por los 90'), material discográfico a cuanto conocido viajase a Montevideo, para adquirir su el resto de su inaccesible discografía (al menos en Argentina), conocida gracias a la inteligente estrategia del sello Circe, que editó casetes que se vendían en los puestos de diario, allá por los 80', llegando a mis manos su obra denominada Planetario.

Cuanta persona cruzaba a Montevideo, y entraba a cualquier disquería, solía recibir la demoledora respuesta:
- Este señor, ¿Klisich me dijo?, ehh, ¿es uruguayo? .. No lo conocemos .

Hoy merced al desarrollo y popularidad que cobró la herramienta, es relativamente fácil, dar con el intérprete y su obra.
Comparto entonces el pensamiento de Klisich, maestro de maestros, quien suele dar no más de cuatro clases diarias, para luego finalizar con una caminata diaria de 7 kilómetros. La conjunción le carga las pilas, y calma al exigente maestro.

El Klísich de los primeros tiempos: Campo Blanco.
Esteban mas reciente, el de Kraj

miércoles, enero 21, 2009

Trabajo de lingüista

Comparto inteligente mensaje que nos hiciera llegar la traductora literaria Cecilia Nazar.
Vale la pena, notar como las deformaciones aparentemente inocentes del lenguaje, tienen implicancias complejas, deformadoras. Que arrasan con el conocimiento previo.

Por eso es doblemente importante respetar el conocimiento previo, para aprender y pa' seguir avanzando.

Stop. Damos paso al bello P(ortable) D(ocument) F(ile) - PDF.

Discurso de Barack Obama

Comparto el curioso discurso del nuevo presidente estadounidense.
Resalté en amarillo los párrafos positivos, y uno en azul que es un alerta.
En líneas generales, el contenido de sus palabras, resultaron mas jugadas de lo que esperaba. Ojalá sea cierto.

AGC

Son las iniciales del amigo que ayer, 20 de enero, celebró un nuevo cumpleaños.
Ha de estar cerca de las cinco décadas.
El caso es que tiempo atrás compartimos la pasión por el noble deporte, y la vicisitud laboral computable.

Desde este remoto punto del planeta, el mejor de los deseos, y gratísimos recuerdas de incontables episodios trágico-golferos acaecidos en el Lomas Athletic Club, Pingüinos, La Orquídea o Piero.
Varios de ellos junto a Marcelito Etolikó Braessas, y los inolvidables Alberto GC y Don Mario Dubois.
En vuestro honor espero comer unos vermicellis verdes a la coreana [con dos huevos fritos], más los treinta y tantos grados imperantes por el Valle Inferior del Río Chubut, dificultan el deseo en cuestión.

Vermouth y Good Golf!

martes, enero 20, 2009

Orientación Vocacional

Para las personas que intentan decidir acerca de su formación se ofrece un servicio de orientación vocacional on line.

Se busca poner al alcance de todos los interesados una herramienta que les permita, a partir del análisis de sus aptitudes, intereses, motivaciones y expectativas, estar en mejores condiciones de tomar la decisión acertada.

Para este proceso de decisión, complejo y multidimensional, ofrecen una herramienta para contribuir a definir la vocación con  mayor conocimiento y autonomía.

El Sistema utilizado es el Sistema de Orientación Vocacional Informatizado - 3 (SOVI-3)* , las características e instrucciones se describen aquí.

lunes, enero 19, 2009

Un 19 de enero

570 - Nace Mahoma, profeta islámico.
1736.-Nace Jacobo Watt, escocés, el inventor de la máquina de vapor
1798 - Nace Auguste Comte, filósofo y sociólogo, padre del positivismo.
1809.-Nace Edgar Allan Poe, escritor estadounidense


1827

Nace en Buenos Aires el poeta Carlos Guido y Spano, autor de Ráfagas, Hojas al viento y de una Autobiografía.
Murió allí, el 25 de julio de 1916.

1839.- Nace Paul Cezanne, pintor impresionista francés.

1851
Muere en Montevideo el poeta argentino Esteban Echeverría, autor de Rimas, La cautiva y el relato titulado El matadero, antecedente en América del cuento realista.
Integró la Asociación de Mayo, que combatió a Rosas.
Redactó en parte el Dogma socialista, en el que concilia los principios unitarios y federales.
Nació en Buenos Aires el 2 de setiembre [¡grande Esteban!], de 1805.

1869
Sale a la luz, editado por José Martí y su amigo Fermín Valdés Domínguez El diablo cojuelo.
El editorial es el primer artículo periodístico de carácter político publicado por Martí, por eso expresa: "Nunca supe lo que era público, ni lo que era escribir para él, mas a fe de diablo honrado, aseguro que ahora como antes, nunca tuve tampoco miedo a hacerlo".
El ejemplar único constaba de cuatro páginas, y además del editorial, incluía varias notas satíricas sobre la prensa y acontecimientos de la época.

1903.- El periódico parisiense "L`Auto" anuncia la primera Vuelta Ciclista a Francia.

1906
Muere en Buenos Aires el general Bartolomé Mitre; militar, historiador, periodista, traductor, legislador, poeta y presidente de la Nación (1862-1868).
Fundador del diario La Nación.
Escribió, entre otras obras, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina e Historia de San Martín y de la Emancipación Sudamericana.
Formó una gran biblioteca americanista, conservada hoy en el Museo Mitre, en Buenos Aires. Falleció en 1921.

1915 - Se patenta la luz de neón.
1918.- Lenin disuelve la Asamblea Constituyente, al dar un golpe de Estado en Moscú, siendo minoría los bolcheviques.
1925.-Se han realizado con éxito las pruebas para enlazar, mediante telegrafía sin hilos, España con América.
1933.- Gregorio Marañón entra a formar parte de la Academia de la Lengua.
1937.- Radio Nacional de España se inaugura en Salamanca.


1957
En el Mausoleo de la Sociedad de Profesores de Instrucción Primaria de Chile son sepultados temporalmente los restos de Gabriela Mistral. Más tarde serán trasladados a Monte Grande, en el Valle del Elqui

1966.- Indira Gandhi es elegida jefa de Gobierno de la India, convirtiéndose en la primera mujer que ocupa este cargo.

sábado, enero 17, 2009

Alejandro del Prado, otro "Loco de Buenos Aires", ¡de regreso!

Por Cristian Vitale

Alejandro del Prado dibuja siluetas en el aire de una habitación cerrada. Y con el índice va señalando provincias del País Vasco, las españolas y las francesas. La maqueta aérea, muy descriptiva, tiene el fin de ubicar sus raíces. "Mi abuelo era de la parte española", define y desarma. Las manos vuelven a apoyarse en la mesa: su abuelo será español, pero él es más porteño que los faroles de Barracas. "Ya sé –se ríe–, pero me interesa el origen de mi apellido: en vasco quiere decir Dios, la tengo estudiada." La geografía europea aparecerá una vez más, cuando cuente que trabajó en una finca de Orense y construyó tres canchas de tenis con albañiles marroquíes. Y ya. La idea base es otra, destrabar varios porqué: 20 años sin grabar un disco, el pasado como guitarrista de Zitarrosa, la muerte de su mujer, la liga con el primer Maradona y un disco, de reciente edición, que hace justicia histórica. Del Prado, guitarrista, compositor, pionero de la murga-canción en Argentina, finalmente reencauzó su yo musical a través del flamante Yo vengo de otro siglo. "Me pasaron una multiplicidad de cosas. Murió Susana, mi mujer, y este disco está hecho gracias a los momentos que pasé con ella. Pelé el corazón, loco. Hay canciones que cantábamos juntos", cuenta.

Un yo musical tan errante como sus palabras y sus mapas. La nota parece una sesión de psicoanálisis, donde ideas y recuerdos se entrelazan, asocian o dispersan. Del Prado se va por las ramas, vuelve, viaja, y hay que rastrearle el corazón en cada señal: Villa Real, el barrio donde nació hace 53 años –cuna de su famosa murguita; su padre, amigo y dibujante de Astor Piazzolla –"¡Llegó a viajar en la moto de Nonino!", señala–, River, los recitales de Pugliese en la sede de Estudiantes de Buenos Aires y los comienzos con la música. "No me acuerdo cuando empecé a cantar, pero estudié piano de muy chiquito. Deformaba todas los temas", se ríe otra vez. "Después estudié guitarra." Luego, barro murguero y Saloma mediante, llegaron un primer disco con las presencias de Litto Nebbia y Silvio Rodríguez (Dejo constancia, 1982), el pico popular con Los locos de Buenos Aires (1985), un tercero que pasó inadvertido, Fotos de una ciudad (1987), y veinte años de silencio, condensados en el flamante trabajo.

Yo vengo de otro siglo porta canciones de todos estos años. Son bellas [bellísimas, según Kikillo], y la lírica asume un perfil indiscutible de porteñidad. Porteñidad al palo: ese ser prepotente y machista [al flato] –pero en forma decreciente– y la fritura de vinilo de "Con 2x y un tango", la soledad del personaje de "Hijo de un puerto", el jugador de fútbol frustrado de "Paravalancha", la política encriptada en los versos de "Con este porcentaje de humedad" y una nueva versión de "Los locos de Buenos Aires", la que más impregnó, de las suyas, en el imaginario rioplatense. "¿Por qué la versioné? No sé, ésta es una canción que hice en México cuando se armó la goma en Plaza de Mayo, el 30 de marzo del '82. Leí los diarios argentinos y saqué letra de ese quilombo. Después fue lo de Malvinas y empecé a anotar quías que me acordaba de Buenos Aires. Al principio, le tenía medio miedo por eso de los 'locos'... No sé, estaba la 'Balada para un loco' y era la época de 'Yo no quiero volverme tan loco'."

–Pero sus locos son más neuróticos que sicóticos...

–Mezclé historias reales: esos tipos que laburan de una cosa pero hacen otra. Quedó lindo.

–¿Quién es el indiecito de la tapa del disco?

–Yo, a los seis años.

La foto es de 1961 y Alejandro tiene plumas de vedette en la cabeza, una lanza en la mano y la cara pintada con témpera. Otra vez Villa Real y los corsos porteños. "Así canté por primera vez en público. Fue en Villa del Parque con el tango 'Después del carnaval'. Me dieron un premio por el disfraz, que era una orden de compra para el sifonero", evoca. Toda esa vivencia temprana tomó cuerpo, como el vino, en la "Murguita de Villa Real", tal vez el antecedente más claro de lo que después usufructuarían, a su manera, Bersuit Vergarabat, Los Piojos o Ariel Prat. "El responsable fue mi viejo. El se disfrazaba de Groucho Marx y a nosotros nos pintaba con témpera. Ardía como la puta madre. Unas águilas en la espalda... uy, terrible pero hermoso. Ir a los corsos era una cosa sagrada. No había organización en esa época, la murga que llegaba, entraba y en el medio se armaba una de trompadas tremenda. Los que tiraban fuego con kerosene eran bravos. Así, hasta que alguna aflojaba y listo. La Paternal y Liniers se mataban a piñas. Además, todavía no había mujeres en las murgas y se les prohibía disfrazarse a los travestis. 'Prohibido usar pechos de mujer', salía en el diario y en la televisión."

–¿Y la murga suya?

–Es posterior. Al principio se llamaba "La murga beatle de Villa Real", era la época más oscura.

–¿Por qué se fue a México? ¿Autoexilio?

–No del todo. Yo tenía cierta militancia y me había agarrado miedito. No dije nada para no inquietar a mi familia y me fui solo.

En México, Del Prado conoció a Zitarrosa. Se lo presentó un amigo y otro de los temas del flamante disco –"Zitarroseando"– lo recuerda. "Me dieron una carta para que me presentara ante él y le llevé un demo con la milonga 'A Buenos Aires', de Edmundo Rivero. La primera cita fue en un estudio. Zitarrosa estaba en penumbras, vestido de marrón, y su veredicto fue seco: 'No tengo laburo, eh'. Pero al tiempo me llamó mi amigo y me dijo que Alfredo había escuchado la milonga... así que entré como acompañante de guitarra." La primera presentación fue en el Teatro de la Ciudad (Distrito Federal) y le dieron el guitarrón. "Yo no tenía, y él me dijo 'el albañil necesita sus herramientas, el carpintero también, y el músico necesita su guitarrón'."

–¿Cómo lo resolvió?

–Era una cargada (risas). Me dio uno él y me dijo que lo tenía que pagar, pero era otra mentira. Así empezó una larga gira. Yo tenía 26 años y en ese momento, Alfredo había dejado de tomar porque venía muy mal de España, donde había llegado a tomar tres botellas de whisky por día. Cuando lo conocí, tenía un problema grande con las jaquecas. Sufría mucho. Era un tipo muy especial, emotivo, que a veces no podía tocar por sus dolores de cabeza.

En el medio de sus dos primeros discos, el guitarrista –que también hizo el "Tanguito de Almendra"– grabó "Adagio a mi país", el registro en vivo de las tres Obras que el montevideano atiborró en su regreso a Buenos Aires. Era 1983. "Inolvidable. Cuando estábamos en México me decía 'amo Buenos Aires'. Fue terrible: los guitarristas tocaban llorando y mojaban el instrumento. No sé: algunos dicen que a Zitarrosa lo exiliaron sin motivo; en realidad es una mezcla de sin y con. Sin pero con. Una pena: diez años de exilio para semejante monstruo de la música... un tipo que quería tanto a su lugar. ¡Lo que era la voz del tipo, su resonancia!

–También estuvo con otro grande...

–Maradona, claro. Yo era preparador físico de la tercera de Argentinos Juniors. Jugábamos picados y me pegaba un baile tremendo. En esa sí que no gané.

Versión digital del material: http://aopassarinho.blogspot.com/2008/12/alejandro-del-prado-yo-vengo-de-otro.html Ahora que repaso la nota de Cristian, caigo en la cuenta que Susana era la bellísima dama que lo acompañaba con el bombo, allá lejos, en el Oliverio [Paraná 330] de la primavera alfonsinista. Hoy ya no está, pero como dice Alejandro, fué uno de los genes de este "Yo vengo de otro siglo".

viernes, enero 16, 2009

Recordandote

Es el título de una zamba.
¿Recordáis el nombre del autor, quien nos dejara el 17 de enero, pero de 1989?


Polifacético como muy pocos uruguayos, excepcional autodidacta, lector empedernido y con una cultura infrecuente entre sus colegas, AZ gana en 1958 el premio municipal de poesía.
El tribunal estaba integrado por Juan Carlos Onetti, Laura Cortinas y Vicente Basso Maglio, poeta simbolista, anarquista, que escribía los editoriales de CX 14 que AZ leía.

En 1961, fallece Vicente Basso Maglio: el editorial de la radio diría que el programa cesaba por la muerte de su autor.
AZ publica una carta en los semanarios Sol, Marcha y Lucha Libertaria, donde dice:
"El programa no había cesado por la muerte de su autor, sino que el autor había muerto por cese de su opinión".
Por el contenido de esa carta y por otros detalles fue "cesado con renuncia" en CX 14. Años más tarde, por el contenido de esa carta, es contratado por Carlos Quijano como periodista de Marcha.

Con lo que cobró por la indemnización, proyectó un viaje a la Cuba post Batista; sin embargo solamente llegó hasta Perú donde trabajó como periodista en "7 días" y "Oiga" de Lima.
"Dejé ese empleo para irme con un gringuito que estudiaba antropología, en su automóvil por la Panamericana hasta Mexico, donde un amigo, el gordo Dotta, me mandaría los pasajes para ir a Cuba. Pero a último momento, al gringuito no le dejaron sacar el vehículo, que era un jeep, porque era un material de deshecho del ejército peruano. El lo vendió, se fué en avión a EEUU, y yo quedé en 'banda', sin viaje, sin dinero y sin empleo. Un amigo, César Durán, sin conocimiento mío, me anuncia como cantor en el show de Tulio Loza en el canal 13 Panamericano de Lima; canté dos canciones: Guitarrero y Milonga para una niña, cobré 50 dólares y ahí debuté como cantor".
"Sin embargo mi primera canción la compuse por 1960: Recordándote, una zamba compuesta como si la cantaran Los Chalchaleros y dedicada a un compañero de CX 14 que estaba ennoviado con una amiga mía".

 Oigo tu voz, llamándome,
recuerdos que devuelve el tiempo,
tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Tu voz me nombra y me duele otra vez,
yo ya no puedo volver.

Oigo tu voz, llamándome,
silencio en el silencio, y siento
que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

Que es el vino que me engaña, otra vez,
yo ya no puedo volver.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.

Siento tus palabras, recordándote,
la noche agranda su silencio,
y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Y en él te escucho, volviendo a decir:
sin ti no puedo vivir.

Pero las palabras, como el aire son,
aliento que se vuelve viento,
y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

Y así tu amor, con el tiempo, murió,
el viento se lo llevó.

La noche es tan amarga y lenta,
la zamba te recuerda tanto...
que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya murió tu querer.

Que cuando canto me olvido, mi bien,
que ya no puedo volver.



"Al regresar a Uruguay, fuí locutor de cabina y luego locutor de cámaras en Montecarlo TV Canal 4. También escribí cuentos en Acción y fuí periodista en Marcha, donde por encargo de Hugo Alfaro, entrevisté a Silvie Vartan, George Maharis, Don Atahualpa, Onetti, Gabito, etc.".

Por esos años se edita el primer disco de AZ, un disco doble, lo que en esa época se conocía como "extended simple".
En la cara A figura Milonga para una niña y El Camba; en la cara B, Mire amigo y Recordándote.

Se había casado con Nancy Marino el 29 de febrero de 1968 ("así festejo cada 4 años").  Sus dos hijas fueron inspiradoras de dos bellísimas canciones: Para Carla Moriana y María Serena mía.

El 20 de julio de 1970 es otra fecha importante: AZ debuta en Buenos Aires en el teatro ABC de Esmeralda 506 y Lavalle y repite su actuación una semana después. Los comentarios en varios diarios argentinos de artistas internacionales son concluyentes, Atahualpa Yupanqui: "Milonga del solitario la canta mejor que yo"; Joan Manuel Serrat: "Lo considero el poeta más importante de América Latina".

Luego el derrotero del exilio lo llevaría a Buenos Aires, Madrid y México. Pero en ningún lugar pudo componer como lo hacía en su Uruguay natal. Al artista le dolía como a pocos, estar lejos del terruño, de su gente.
El 31 de marzo de 1984, se produce el regreso triunfal a Montevideo, luego de una serie de conciertos memorables en el estadio de Obras Sanitarias durante el inolvidable 1983.

AZ partiría al mas allá precisamente un 17 de enero, pero de 1989, dejando un hueco difícil de llenar. Por sus palabras, por su poesía, por su canto fraterno ..




Sábado 17 de enero, de 11 a 12 [hora patagónica]

Estimados colegas, radioescuchas y  amigos:

Ya vueltos de las vacaciones cubanas, en nuestro próximo programa -el sábado 17 de enero- conversaremos con Luis Rappoport sobre su libro Intolerancia y transgresión. Dilemas de la acción para construir Estado y ciudadanía en la Argentina editado por Miño y Dávila.

"Soltando Pájaros" es conducido por  Atilio Bleta y Rodolfo E. González Lebrero.
Se emite desde marzo de 2003, por radio Nacional (AM 870 ó por la frecuencia asignada a cada una de las 40 repetidoras de todo el país), todos los sábados de 12 a 13 [hora del Este].

Puede escucharse asimismo por Internet, desde el sitio www.radionacional.com.ar.

La invitación al encuentro radio-virtual está abierta.

Sobre Steve Jobs

Hoy se habla de esta persona, debido a las implicancias que tiene su retiro temporal sobre el valor de las acciones de Apple.
A mí me interesa desde otro lugar. No en vano tres días ha, topeme con una biografía donde Jobs tiene un rol preponderante [De Pepsi a Apple - John Sculley y John A. Byrne].
Comparto este fragmento del discurso que diera Jobs en la Universidad de Stanford en 2005:

Tengo el honor de estar hoy aquí con vosotros en vuestra iniciación en una de las mejores universidades del mundo.
Nunca me gradué. A decir verdad, esto es lo más cerca que jamás he estado de una graduación universitaria ...

Dejé Reed College después de los seis primeros meses, pero después seguí por allí por libre otros 18 meses, más o menos, antes de dejarlo de veras. Entonces, ¿por qué lo dejé?

Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era una titulada universitaria joven y soltera, y decidió darme en adopción. Ella tenía muy claro que quienes me adoptaran tendrían que ser titulados universitarios, de modo que todo se preparó para que fuese adoptado al nacer por un abogado y su mujer. Solo que cuando aparecí decidieron en el último momento que lo que de verdad querían era una niña. Así que mis padres, que estaban en lista de espera, recibieron una llamada a media noche preguntando: "Tenemos un niño no esperado; ¿lo queréis?" "Por supuesto", dijeron. Mi madre biológica se enteró de que mi madre no tenía titulación universitaria, y que mi padre ni siquiera había terminado el bachillerato, así que se negó a firmar los documentos de adopción. Sólo cedió, meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día iría a la universidad ...


En aquella época el Reed College ofrecía la que quizá fuese la mejor formación en caligrafía del país.
En todas partes del campus, todos los póster, todas las etiquetas de todos los cajones, estaban bellamente caligrafiadas a mano. Como ya no estaba matriculado y no tenía clases obligatorias, decidí atender al curso de caligrafía para aprender cómo se hacía. Aprendí cosas sobre el serif y tipografías sans serif, sobre los espacios variables entre combinaciones de letras, sobre qué hace realmente grande a una gran tipografía. Era sutilmente bello, histórica y artísticamente, de una forma que la ciencia no puede capturar, y lo encontré fascinante.

Nada de esto tenía ni la más mínima esperanza de aplicación práctica en mi vida. Pero diez años más tarde, cuando estábamos diseñando el primer ordenador Macintosh, volvió a mí. Y diseñamos el Mac con todo dentro. Fue el primer ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquél curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni tipos con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ningún ordenador personal los tuviera. Si nunca hubiera decidido dejarlo, no habría entrado en esa clase de caligrafía, y los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen. Por supuesto que era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en clase. Pero era muy, muy claro al mirar atrás diez años más tarde.

Otra vez: no se pueden conectar los puntos hacia adelante, sólo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tenéis que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Tienes que confiar en algo — tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea.
Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida.


miércoles, enero 14, 2009

El misterioso mundo de los trufos

Comparto opúsculo de Luis Rappoport, que data de abril 8 de 2006

Discurríamos en la mesa de las doce de la noche en el bar Suárez sobre los cronopios, los famas y los esperanzas, cuando Brian Carmona —el filósofo y psicoanalista— salió con que lo de Cortázar es un esteticismo estéril, propio de un realismo mágico vacío. Que la cultura hispanoamericana —literaria, productiva, política o amorosa— siempre termina optando por la fantasía en lugar de la imaginación: elige la ilusión y abandona la realidad que es más rica, excitante y peligrosa.

Se hizo el silencio habitual que sigue a las explosiones de las bombas de Brian. Obviamente el interés del tirabombas era producir ese silencio.

—Lo que pasa e´ que´l bolu ni siguiera se apioló que de la fauna, lo interesante no son los cronopios, famas o esperanzas inexistentes, sino los trufos que están entre nosotros. Dijo Brian.

Yo no sé nada de trufos y —con franqueza— a Cortázar lo leyó mi viejo pero yo no. Lo que sigue es un intento de trascripción de la conversación sobre el tema en el bar Suárez.

Conversación sobre los trufos

Decía Brian Carmona:

Decime qué es para vos el mundo y te diré qué sos:

Si para vos el mundo es un escenario, vas a transitar la vida actuando. Te vas a llenar de alegría cuando en una reunión social o en un ámbito cualquiera desplegás tu histrionismo y recibís los aplausos.

Si para vos el mundo es un mercado, tu vida es una eterna compra venta. Te distinguís de los actores visceralmente: con tal de ganar una transa podés andar en silencio por cualquier lugar. Te vas a reír para tus adentros de los histriónicos que salieron contentos con los aplausos. Tu alegría está en los pesos que ganaste mercando cuando sonaban esos aplausos.

Para los trufos, el mundo ni es un mercado, ni es un escenario: es un lugar injusto, desquiciado e incompleto que requiere reparaciones urgentes.

Además de los trufos esta visión la tienen los intelectuales de izquierda y algunos pensadores de café o de taxi.

Pero los trufos se distinguen de los intelectuales en dos aspectos. Primero, los intelectuales saben razonar con delicadas filigranas, conocen el arte de la refutación, son como cadetócratas judíos o ciertos monjes eruditos católicos, los unos podían escribir tratados sobre la implicancia de que una pequeña gota de leche caiga a media vara de la vajilla especial para comer carne, los otros discutían si, frente a un pecado que requeriría diez oraciones de penitencia, sería equivalente realizarlas juntas que separadas a lo largo del día. Los trufos van al bulto, no se detienen en silogismos. Piensan con los sentidos más que con la razón: tienen un eterno rumiar de las ideas entre los sentimientos, el cerebro y la realidad.

La otra diferencia con los intelectuales es que los trufos son gente de acción. Arrancan a la vida con una omnipotencia reparadora urgente. En su rumiar tripartito, la realidad es la acción. La compulsión al hacer los lleva a la equivocación y saben nutrirse de ella. Son cultores del error porque descreen de la quietud y prefieren pedir perdón antes que pedir permiso. Pero cuando están en acción son implacables —como Patton en operaciones— no hay equivocación o derrota que los saque de sus convicciones.

A no confundirse, los trufos no son primarios. Elaboran planes de reforma sofisticados. Estudian mucho. Saben que no pueden arreglar todo el mundo. Su pragmatismo los lleva a elegir un terreno para la reparación. Se concentran allí y vuelven regularmente a visiones globales y al eterno rumiar tripartito: sentimientos, reflexión, acción.

La principal diferencia que tienen los trufos con los pensadores de café es que, mientras estos son fatalistas, los trufos se sienten responsables y vislumbran el cambio a partir de su voluntad. Aunque van aprendiendo, poco a poco, que su propia omnipotencia es una ilusión, no dejan ni de actuar, ni de estudiar, ni de corregirse a partir de sus errores.

En el arranque juvenil el mundo parecía lleno de trufos. Pero los trufos de verdad se fueron descubriendo en el correr de las tentaciones.

Es como en Megafón o la guerra, de Marechal. Toda la barra iba a buscar a la "mujer celeste" pero casi todos se fueron quedando en el camino. A la primera puta apetecible, los personajes dejaban la utopía.

La política y el tiempo fue desgajando a los falsos trufos: pequeñas y grandes mezquindades, traiciones, arrugadas, corrupción, celos, miedo.

Los trufos son generosos, son una mezcla rara de omnipotencia y humildad. En su costado humilde, asumen que su capacidad es limitada, por eso convocan a gente que sabe más; se esfuerzan en buscar compañeros de ruta más capaces que ellos mismos. No tienen miedo de que alguien les mueva el piso. Si es que piensan que ese alguien puede limpiar el pedazo de cielo mejor que ellos, ceden gustosos su lugar, porque lo importante es el cielo limpio.

Algunos falsos trufos se muestran como si tuvieran los conocimientos y la convicción para reparar algo del planeta y con ese verso buscan su cuota de poder. Pasan la vida detrás de la famosa cuota de poder y cuando la consiguen deben ser sus esclavos. Condicionados desde arriba y disputados por los costados, se rodean de gente de confianza pero carente de habilidades, ni ellos ni sus clientes están para reparar nada.

Los trufos verdaderos, construyen solos las palancas para la acción o, cuando ven un resquicio para su compulsión, aceptan el poder para cumplir su misión aunque el entorno tenga poco que ver con ellos. Mientras pueden hacer, hacen y —a veces— se los ve elegantes, alegres y limpios en medio de olores nauseabundos. Pero no son complacientes. La complacencia los repugna, para ellos el poder es poder hacer, si la posibilidad de la acción no existe o si esa acción no es la que buscan se van, tienen la capacidad de irse porque son independientes, no roban ni medran ventajas en los entornos de la autoridad.

En medio de los delirios trúficos de Brian Carmona, el chueco — siempre fuera de lugar— salió con una pregunta que no resultó ser tan estúpida:

— ¿El Quijote era un trufo? Preguntó.

La cosa dividió a la mesa: la mitad decía que el afán redentor de los trufos los asimilaba al Quijote, la otra mitad, que el sentido práctico los alejaba, los trufos —decían— no son buscadores de aventuras sino de resultados.

Brian Carmona sacó a relucir su Quijote de la Mancha de bolsillo.

Leyó un capítulo en que el pobre Quijote volvía apaleado a su casa y era atendido por su sobrina y su Ama. El Ama le reclamaba diciendo que la Corte estaba llena de caballeros, pero ninguno volvía apaleado como él.

Brian leyó —como si fueran dichos del Quijote— algo más o menos así: "no todos los caballeros pueden ser cortesanos, ni todos los cortesanos deben ni pueden ser caballeros andantes; de todos ha de haber en el mundo"… "aunque todos seamos caballeros, va mucha diferencia de los unos a los otros: porque los cortesanos, sin salir de sus aposentos ni de los umbrales de la Corte, se pasean por todo el mundo, mirando un mapa, sin padecer calor ni frío, hambre ni sed; pero nosotros los caballeros andantes verdaderos, al sol, al frío, al aire, a las inclemencias del cielo, de noche y de día, a pie y a caballo, medimos toda la tierra con nuestros mismos pies…"

— Acá, dijo Brian, están los puntos de contacto con el Quijote: los trufos pelean contra enemigos de afuera del Palacio, no se detienen en juegos cortesanos y saben dormir a la intemperie. Cuando ven que se limita su posibilidad de acción, que no pueden cumplir con su función reparadora, salen de los escritorios llenos de botones y duermen alegres al aire libre.

El gordo José Luis preguntó qué primaba entre las tres cosas del rumiar de los trufos: el sentir, la razón o la acción. Cabe aclarar que la pregunta del gordo no era filosófica, no buscaba una mejor comprensión del devaneo de Brian. Para José Luis, el mundo era un casino y, habiendo tres posibilidades, quería ver donde estaba la chance. Ya iba a inventar algún juego para apostar.

— El "sentir", respondió Brian a los gritos, los trufos son unos tiernos apasionados que se escudan en la acción y piensan con el corazón, antes que con la cabeza. Además —dijo en tono un poco más reflexivo— tienen una armadura de humor: se ríen de si mismos, de los demás, de la vida y del mundo. Se defienden de las piñas con una ironía poco estridente, sin agresividad pero penetrante y permanente. Si no fuera por el humor y por la voluntad de acción se les notaría la endeblez de personalidades inocentes que se podrían deshacer con un símbolo o con una flor. A medida que van creciendo y ganan una incierta seguridad, los trufos aprenden a llorar y se permiten, en soledad, algún desarreglo, algún desborde afectivo. Pero en público, se disfrazan con el humor.

El "sentir" los condena y los salva: los condena a la generosidad y a la compulsión de cumplir con su misión redentora; los salva porque les permite vibrar con la música, la ópera, la danza, los libros, el cine, el vino, la poesía y, sobre todo, con la conversación. En esa mezcla de humor desopilante, que mal disimula la exposición de sentimientos, los trufos son conversadores intensos y provocadores. Los trufos nunca te regalan un libro que no leyeron ni un disco que no escucharon. No regalan objetos, tratan de compartir sensaciones: la de la lectura o la de la música. Además los trufos aman la vida, cuidan su cuerpo, están activos, hacen deportes, no fuman. Los trufos no quieren dinero, porque lo tienen o porque gastan lo justo para preservar su libertad y no quedar enredados en las intrigas de la Corte o en el intercambio desvergonzado de favores e influencias. Para poder cumplir con su misión, los trufos se esforzaron siempre con tres tareas absorbentes: primero la misión redentora; segunda el trabajo fuera de las influencias del poder, para vivir libres de condicionamientos; tercera la lectura y el estudio para llenar con contenidos sus obsesiones reformadoras.

— ¿Pero alguna vez arreglaron algo? preguntó el flaco Anchorena. Para el flaco el mundo es un juego de Monopoly donde gana el que llega al final con más guita y propiedades. No le va tan mal, es dueño de porcentajes crecientes de docenas de bares porteños y tiene acá y en el exterior una buena cantidad de morlacos. Tampoco le falta mucho para el final, entre lo que fuma y los dos by pass, tiene la meta cerquita.

No me acuerdo bien de la respuesta de Brian —que parecía defender a los trufos—, hablaba de éxitos que tenían más que ver con la historia de la humanidad que con el presente. En el juego de pavadas que dijo, entraban como trufos desde Sarmiento hasta el padre Mujica, desde el Perito Moreno hasta Washington.

Sobre nuestros trufos criollos del presente a mi me quedó la siguiente idea: hay dos clases, las dos con destinos de mierda. Algunos se prepararon toda la vida para hacer algún pequeño arreglito reparador de injusticias pero nunca pudieron realizarlo. Se parece a la película "El desierto de los tártaros": una guarnición de soldados que gastan su vida preparados para una batalla incierta que nunca llega, contra un enemigo ignoto que no aparece.

La segunda clase de trufos tuvo su cuarto de hora, transformaron al mundo desde la redacción de un diario, detrás de un escritorio ministerial, trabajando en una organización pública, en una asociación no gubernamental o en la gestión de un sindicato o de una cámara empresaria. Realizaron transformaciones profundas y se mataron laburando con convicción y garra. Pero cuando pasaron sus quince minutos fueron testigos de un mundo de logreros que hicieron tabla rasa con lo construido y se afanaron hasta los ceniceros.

Pensando en aquellos que en el pasado de nuestro país, se asimilarían a los trufos de Brian Carmona, yo diría que murieron en el peor de los desengaños. Más que humoristas los trufos parecen personajes trágicos.

Creo que el viejo Brian escuchó mis murmuraciones porque se le puso en la frente la misma tenue rayita que le vi el día que le dijeron que Racing iba camino a ser liquidado y que desaparecía como club y como pasión.

Los trufos saben de su destino trágico, no comen vidrio, ni se hacen demasiadas ilusiones —dijo—; ellos, como ninguno se guían con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad. Por eso algunos están encantados con el mito de Sísifo, aquel tipo del trabajo sin esperanzas, que sube una piedra pesada hasta la cima de la montaña, para verla caer y volverla a subir. Otros siguen masticando utopías redentoras en silencio. Para colmo, su sentido del pudor y la escasez de trufos los limita: los trufos son personajes solitarios. La grandeza de los trufos no está en el éxito, el sentido de su existencia es resistir.

Lo lamentable —decía Brian— es que el destino trágico es el de nuestros trufos. En Europa y Estados Unidos, los trufos son ponderados y reconocidos como servidores públicos, tienen una vida feliz.

Yo hablo poco en el Suárez porque soy el más pendejo, pero en ese punto —me acuerdo— me calenté mal. El tema —dije— es que tus trufos son unos hijos de puta. La van de redentores y terminan enamorados de sus propias mentiras. La diferencia con Europa o Estados Unidos es que, como esas sociedades están organizadas, los trufos no hacen falta y cuando aparecen, actúan chiquito, bien y sin mesianismo. Acá nos vendría bien un trufo o un cronopio que se deje de joder con ilusiones redentoras y piense en una organización social que no requiera ni de trufos reparadores ni de caudillos salvadores.

Se hizo un silencio. Brian me miró con un aire paternal. Me dieron ganas de llenarle la cara de dedos.

— Tené cuidado pichón —me dijo— estás pensando como un trufo, ya hablás de una sociedad mejor.

En ese punto intervino Laurita, la única mina de la barra. Cuarentona pero bastante fuerte. Para ella el mundo es una telenovela. Normalmente interviene una sola vez en toda la noche, escucha con atención pero después habla para si misma, no dialoga.

— ¿Cómo sería el amor entre los trufos? Se preguntó.

En seguida se respondió sola: Si se da un encuentro debe ser una explosión maravillosa, llena de alegría (ella usa esas palabras del kitch femenino). Comparten la angustia, pueden enfrentar su soledad y encima son apasionados. Pero hay cosas que los limitan —dijo en tono un poco más reflexivo—, los trufos son dadores universales. El amor es dar y recibir, a alguien preparado para ayudar y para reparar, le debe resultar difícil aceptar a un par que también desea hacer su ofrenda amorosa. Los trufos son independientes hasta el hartazgo, no les debe resultar fácil la pérdida de autonomía que supone un vínculo profundo. Además, si son sensibles y se protegen con la acción y con el humor, deben ser medio miedosos para entregarse sin reservas. Pero si se da, puede tener la intensidad de un choque de planetas.

En ese punto intervino Brian para poner orden:

— Pará piba —dijo— a esta mesa apenas si le da la estatura para analizar a los trufos, este tema es más difícil, más misterioso. Además —como dicen en una película— "el amor es una cuestión de coordinación. Es inútil encontrar a la persona correcta si no es el momento adecuado", si a eso le agregás que hay muy pocos trufos, estamos hablando de una probabilidad casi inexistente.

Pese a Laurita y sus desbordes románticos, yo seguía escéptico, pero no sabía cómo transmitir mi desazón con los trufos.

El broche lo dio Pepe —clarinetista del Colón—, compone además unas piezas de cámara que están estrenando en Madrid con alguna aceptación. Él no viaja a Europa porque le tiene miedo a los aviones pero después de pasar hambre durante siglos gana en euros y paga —a su turno— las rondas de cafés. Nunca agrede, dice las cosas con dulzura.

— Los trufos —dijo— están a medio camino entre los políticos y los artistas. Son demasiado buenos tipos para la política, les falta instinto asesino y les sobra talento, sensibilidad y escrúpulos. Por el otro lado no se desprenden de la tierra para volar con sus sentidos. Su legado es vano por la pretensión pragmática de hacer algo útil: lo que hacen muere antes de nacer. No saben —como los artistas— que las únicas cosas que tienen sentido son las que no sirven para nada. El sentido no está en los trufos, está en los cronopios, los famas y los esperanzas de Cortázar.