jueves, enero 19, 2006


La sátira
Otra mirada sobre la realidad. La importancia de los dibujantes y su poder de reforzar el texto escrito.



En Argentina, la sátira política tiene gran importancia desde los tiempos del virreinato.
Durante el siglo XIX en el “Telégrafo mercantil, político, económico e historiográfico del Río de la Plata” [dirigido por Francisco Cabello], entre 1801 y 1802 aparecerán las primeras sátiras que ridiculizaban los problemas de la época.

En 1820 aparece en Buenos Aires un periódico llamado “El Americano”, dirigido por Francisco Castañeda, sacerdote franciscano opositor al ministro Bernardino Rivadavia, promotor de las reformas seculares durante el olvidado e inadvertido gobierno de Martín Rodríguez.

La caricatura argentina [y en particular la sátira], tenía gran influencia francesa. Hubo una línea que siguió a Daumier, y fue la mas influyente en nuestro país.
El 11 de noviembre de 1830 [durante el primer gobierno de Juan Manuel de Rosas], apareció “El Toro de Once”, publicación rosista que se mofaba de los unitarios. Ya en el segundo período de Rosas, los unitarios publicaban sátiras desde Montevideo, donde lo mostraban como un tirano sanguinario.
Después de la batalla de Caseros en 1852, y tras 17 años de gobierno rosista, aparecieron diversas publicaciones políticas que utilizaban la sátira como forma de manifestar y difundir sus ideas.
En marzo de ese año, Eusebio Ocampo, Benjamín Victorica y Miguel Navarro Viola publicaron “El Padre Castañeta” [en remedo del periódico publicado por el fraile franciscano], autodenominado periódico crítico, burlesco, literario, político y de costumbres.

El 24 de mayo de 1863 aparecía “El Mosquito”, primera publicación que hacía humor con los sucesos del quehacer cotidiano.
En 1870 durante la campaña entre Alsinistas y Mitristas, Mitre quería volver a la presidencia y Alsina estaba muy interesado en llegar a ser presidente. En ese período, todo un grupo de colaboradores de la redacción [del Mosquito] estaba del lado de Alsina.
Un día va un mitrista a ver al propio Stein [dibujante en jefe del Mosquito], y le presentó su queja:
- “Vds.pueden hacer bromas con nosotros, porque está Vd.como dibujante, pero nosotros no tenemos ningún caricaturista”.
De esta forma Stein aceptó el ofrecimiento de dibujar para el periódico mitrista llamado “El Presidente”, pero firmando bajo el seudónimo de “Carlos Monet”.
Este suceso de trabajar en simultáneo para ambos candidatos se mantuvo en secreto por muchos años, cosa impensable para nuestro chismoso siglo XXI.

Desde el punto de vista gráfico, El Mosquito consistía de una gran lámina [generalmente central], que se hacía en piedra litográfica, y se caracterizaba por retratar irónicamente a los políticos de la época: Roca, Sarmiento, Mitre, Avellaneda fueron algunos de los que desfilaron por sus páginas.

Cuatro años mas tarde [1867] se convertía en diario, y se popularizó con la incorporación del caricaturista francés Henry Stein, quien se especializó en retratar al presidente Domingo Faustino “el infaltable” Sarmiento .
Recordemos que por aquel entonces, la difusión de los rostros de las figuras públicas, era algo realmente excepcional. Por ende, los gobernantes no tenían la “cinta azul de la popularidad” que los [y nos] estigmatiza hoy en día. Esto les permitía poder viajar en tren o entremezclarse con la gente sin demasiados inconvenientes. Lo curioso, es que la irrupción de la imagen, pero no desde el retrato vívido, sino desde lo burlesco, es lo que arranca el afán de figurar, y justifica el insólito pedido de Sarmiento al propio Stein, o la posterior contratación casi súplica para que dibuje para los mitristas.
El propio presidente, al ver que durante el lapso de una semana no aparecía retrasado, pasaba con su carroza por la redacción [Piedad 255], y le reclamaba al propio dibujante que lo dibujara, “aún cuando fuera para desagradarlo” .

Avanzando un siglo, la aparición de Satiricón primero, luego convertida en Humor, tuvo en la figura de sus dibujantes un poder de resumen y expresividad que bastaba tan solo ver las tapas en los escaparates de los kioscos, para prefigurarse muchas de las cosas que estaban queriendo decir la genial dupla Andrés Cascioli – Izquierdo Brown, letrista y dibujante respectivamente.
La gente de la actual Caras y Caretas, comprendió cabalmente, y pone grandes esfuerzos en cuidar la estética y expresividad de sus viñetas.
Pero, no hay como lo realizado durante el siglo XIX.

Dice Miguelito Rep: “eran caricaturas terriblemente zarpadas. Comparaban a los políticos presidentes y demás funcionarios con bichos. Esto se fue perdiendo, porque los dibujantes dejaron de ser underground, comenzaron a convivir con los políticos, a tener mas protagonismo. Cosa que los llevó paulatinamente hacia el centro, a trabajar en el Tortoni, y cruzarse con Alvear, Irigoyen o Sáenz Peña, y a medida que se democratizaba nuestra sociedad, el humor fue perdiendo fuerza”.

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