En 1910, la Municipalidad de Buenos Aires exigió a todas las panaderías de su territorio que instalaran una máquina amasadora de pan. La medida, generó una huelga masiva, pero también permitió crear una demanda antes inexistente.
Allí, Torcuato Di Tella [un inmigrante italiano de 18 años], vio la oportunidad de un mercado nuevo y cautivo. Por eso inventó una máquina que permitía reposar la masa unos minutos (algo que las máquinas importadas no contemplaban), y mejorar la calidad del pan.
En poco tiempo, Di Tella se convirtió en el principal abastecedor de las panaderías de Buenos Aires.
Así nació SIAM, que más tarde comenzó a fabricar surtidores de nafta y con el tiempo creció hasta competir de igual a igual con otros gigantes internacionales.
La empresa fabricó: heladeras, motos y hasta automóviles.
Cercana al ideal de empresa shcumpeteriana, SIAM se expandió gracias a sucesivos "saltos mortales" y se transformó en un ejemplo de empresa nacional. Después, con los años y las crisis, ingresó en una larga decadencia que terminó con una quiebra estruendosa.
La historia de SIAM es el centro de Las grandes empresas no mueren de pie.
Sin embargo, lo más notable del libro no es tanto el relato del auge (muy transitado por la producción especializada) y el ocaso de SIAM (un tema poco investigado hasta el momento), sino la capacidad de integrar este caso particular en la evolución dramática de la economía argentina.
Sus autores, Marcelo Rougier y Jorge Schvarzer, son especialistas en historia económica. Schvarzer, uno de los grandes referentes del tema en Argentina, es además autor del best-seller académico La industria que supimos conseguir, que retrata descarnadamente la decadencia de la industria argentina.
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