viernes, marzo 14, 2008

Personas que iluminan

En las primeras horas de este viernes 14 de marzo, la fundadora del Movimiento de los focolares, nuestra querida Chiara, se durmió en la paz del Señor. Vivió 88 años a pleno y revolucionó gran parte de la humanidad.

¿Cómo? "Sencillito", promoviendo la unidad, y la fraternidad, pero había que plantearse eso, allá por 1943!
Ella, junto a un pequeño grupo fundó el movimiento de los focolares en plena posguerra, arrojando luz en momentos álgidos de nuestra humanidad.

Pese a su avanzada edad, siguió hasta sus últimos momentos trabajando en pos de sus múltiples ideales, que podríamos sintetizar como
«Que todos sean uno», Jn.17,21. Por esas palabras hemos nacido, por la unidad, para contribuir a realizarla en el mundo - Chiara Lubich.

Por eso, hoy experimentamos sentimientos ambiguos: la tristeza de no tenerla ya entre nosotros. Y la convicción que habrá de guiarnos con mas luz que nunca y desde una perspectiva privilegiada, como la que nos da el ver las cosas desde Arriba.

Focolares y seres fraternos de la humanidad le damos nuestro cálido adiós, y celebramos su ejemplo de haber sido portadora del Fuego Divino, ese que arrojó luz y calor fraterno urbi et orbi.
Así nos daba ella su ejemplo, con entrega, sin medias tintas, ni tibieza, sin prejuzgar, con valor.
De allí, su fuoco fatuo, ese que jamás se habrá de apagar ..


Chiara nacía en Trento, un 22 de enero de 1920.

Durante el fascismo vivirá años de pobreza: el padre socialista pierde el trabajo debido a sus ideas.
Para mantener sus estudios, desde muy joven dará clases privadas.

En 1939, participando, en Loreto, en un curso para jóvenes de la Acción Católica, en el Santuario donde está custodiada la casita de Nazareth que hospedó a la Sagrada Familia, intuye cuál será su vocación: una reproducción de la familia de Nazareth y una nueva vocación en la Iglesia.

El 7 de diciembre de 1943 Chiara pronuncia su sí a Dios para siempre, en la iglesita de los Capuchinos de Trento.
Asume el nombre de Chiara, fascinada por la radicalidad evangélica de Clara de Asís.
Está sola. Tiene 23 años. No existía aún ningún presagio de lo que había nacido.
Los inicios del Movimiento de los focolares se verán marcados por esta fecha.

Esta elección radical, decisiva y "bastante alocada" [para aquellos tiempos], marcará la primera etapa de un camino en su apasionada búsqueda de la Verdad, de un conocimiento más profundo de Dios.

Después de haberse graduado como maestra de educación básica [maestra], e intentando hallar alguna respuesta a sus inquietudes, se inscribe en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Venecia. No puede proseguir los estudios, debido a la guerra, y por tener que sostener el desarrollo del Movimiento naciente. Intuye que encontrará una respuesta en Jesús quien había dicho de sí: "Yo soy el camino, la verdad y la vida".
Entonces, Él será su Maestro.

La primera audiencia con el Papa - En 1964 Chiara es recibida por primera vez en audiencia por el Papa de entonces, Pablo VI, quien reconoce en el Movimiento una "Obra de Dios". A partir de ese momento, se multiplicarán -con Pablo VI primero y con Juan Pablo II después- las audiencias privadas y públicas, y sus intervenciones con ocasión de las manifestaciones internacionales.

En 1984 Juan Pablo II visita el Centro Internacional de Rocca di Papa.
Reconoce en el Movimiento los lineamientos de la Iglesia del Concilio, y en su carisma una expresión del "radicalismo del amor" que caracteriza los dones del Espíritu en la historia de la Iglesia.

En el primer gran encuentro de los Movimientos y las Nuevas Comunidades, la vigilia de Pentecostés '98 en la Plaza San Pedro, Juan Pablo II reconoce operante en estas nuevas realidades eclesiales la respuesta del Espíritu al proceso de descristianización en acto y les pide "frutos maduros de comunión y compromiso".
Interviniendo, junto a otros tres fundadores, Chiara Lubich asegura su compromiso de contribuir a realizar esta comunión "con todas nuestras fuerzas", fiel a su estilo de "todo o nada".
A partir de entonces inicia un camino de fraternidad y comunión entre muchos Movimientos y Nuevas Comunidades en el mundo, que sigue siendo motor de nuevos signos, aún en estos tiempos globalizados.

Fraternal y ecuménicamente te decimos a coro: Gracias y Hasta Siempre Chiara!

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