jueves, diciembre 11, 2008

Charles Édouard Jeanneret-Gris


Cuando Le Corbusier llegó a la Argentina a fines de 1929, vislumbró que había muchas posibilidades de planificar la urbanización de una urbe creciente/pujante.

"El mar unido, chato, sin límites a derecha e izquierda, arriba vuestro cielo argentino tan lleno de estrellas, y Buenos Aires, esa fenomenal línea de luz comenzando a la derecha en el infinito y esfumándose a la izquierda en el infinito, a ras del agua", escribía en sus memorias.

Lo habían contratado para dar diez conferencias y percibió que el crecimiento de la ciudad podría darle espacio y tiempo para exponer sus ideas. Armó entonces un plan integral para Buenos Aires que lo tuvo en vilo durante dos décadas.
Más detalles en La red austral, libro editado por la UNQ, de Pancho Liernur y Pablo Pschepiurca.

Los autores reconstruyen los testimonios de tres colegas que trabajaron en el Plan de Buenos Aires, en el atelier Rue de Sèvres. Antoni Bonet i Castellana, Juan Kurchan y Jorge Ferrari Hardoy [los famosos e inmortales BKF].

Cuando Kurchan y Ferrari Hardoy se le aparecieron en su atelier de París, encandilados con su figura, Le Corbusier los enganchó para trabajar en el Plan para Buenos Aires.
En un año estuvo listo: era mucho más específico que aquellos bocetos iniciales de 1929 e incluía varias modificaciones.
Los rascacielos de la ciudad de los negocios se erguían en una plataforma sobre el río y eran el extremo de una línea que tenía del otro lado Plaza Congreso, donde se consolidaba un centro cívico; en cruz, hacia el norte, el parque, y hacia el sur, el área productiva.
El proyecto ya incluía la General Paz y Ciudad Universitaria. Un artista visionario ..


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