miércoles, agosto 12, 2009

Piedritas bajo la almohada

¡Qué sabia, la naturaleza! La araña segrega hilitos (y hace muchas otras cosas); la luciérnaga segrega luz. Yo segrego cuentos. Camino y cuento. Mi vida es una novela! La araña camina y teje (y enquilomba); la luciérnaga es un faro del aire, se da dique, es un llamador, dicen que sexual, seduce a semáforo. Yo camino y cuento. Me vienen. Vienen solos? Yo no pienso historias. Hay algo, alguien que está por ahí, que tengo por aquí dentro, que segrega. Segrega cuentos. Ni los de Maupassant, no los de Poe. No. Cuentos, cuentitos, cuanto-cuanto, no más que hilitos de araña, esos larguitos de dos meses y piquito, lucecitas chiquititas, chispitas, cuentos de fogón. Siempre estoy junto a un fogón, hay un río cerca, aparejos tendidos; hay un fogón. Las llamas atraen los cuentos, los cuentos vienen a la hoguera, los atrae. Uno mira las brasas de un naranja encendido y las llamas flameando en azules; mientras tanto, las pupilas recogen los cuentos. Todos los cuentos vienen del fuego, el fuego atrae las memorias suletas. No, no tenemos un registro en las neuronas: allí puede estar lo conocido, lo registrado: los cuentos no, los cuentos que se cuenta por vez primera no están registrados, archivados; no, están fuera de uno, por ahí, en el aire, con frío, y van a las hogueras, revolotean en torno a ellas, se bañan en llamas, bailan, pasean, salamandras de la memoria. Por eso en el fogón se pronuncian cuentos, el fogonero respira, se inunda de los cuentos que bailan, planean, revolotean, se posan.
..
No, no, el fuego se enciende para pensar, para recibir pensamientos, para que los cuentos perdidos vengan a la lumbre. Los abuelos de las cavernas adoraban los cuentos, los llamaban dioses y eran como dioses. El cuento es Dios, la Biblia, el Ramayana, Ilíadas de fogón, cuentos maravillosos, cuentos de fogón.
Chiquitos, los míos son chiquitos. Insectitos, pero con alitas. Quizá por eso vuele y me permita ver la realidad de otro modo. Del modo que yo quiero, y pintarla con los colores necesarios para dotar de vida a los seres u objetos inanimados. Aquí está permitido. Al menos en este mundo cuentero. Universo increíble, arácnido, luciérnago, luciferiano, habitado de seres especiales (algunos in extremis). Donde la rutina no suele (ni quiere) ingresar.
Vení, entra a este universo. Dejaré la puerta entreabierta ..

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