lunes, septiembre 28, 2009

El nido vacío

¿Qué pasa cuando un simple film te despierta cincuenta emociones al unísono?
Será que la sintonía de director, guionista y espectador andan por vibratos compatibles.
Probablemente ...
La elección de la peli en el video (¡no vamos a llamarlo DVD club!), se vino por descarte, porque buscaba un par de títulos no disponibles, y "se me vino encima" una de Daniel Burman.
Esto hice que cambiara la comedia por esta trama, que muy bien no sabía de que se trataba.
Leí la sinopsis y resultaba interesante, pero viste como es esto, cuando uno se dispone a verla, aparecen miles de otros temas.
El nido habla de muchas cosas, pero el epicentro es la vida de una pareja que de pronto se percata de una relación que ya dejó de ser: vidas paralelas que no se tocan (en ingún sentido), seres que se preocupan por el humo del cigarrillo, o la disponibilidad de medialunas, antes que por el calor de la pareja. Cosas que le pueden suceder a cualquier mortal.
Máxime cuando el protagonista es un escritor que vive recluido en su universo, como suele sucederle a aquellos que se dedican al oficio de la pluma.
Y allí aparece el genio del director, quien en vez de dar golpes bajos, o cuestiones lacrimógenas, lanza pedazos de vida, como una calesita donde no hay una, sino varias sortijas, y uno (si quiere) podrá obtener posibilidades de vueltas adicionales, como para construir una nueva relación. Escenario tan necesario como escaso en nuestros medios.
En medio del fragor, Jorge Martinez y Cecilia Roth viajarán a Israel, a visitar a una hija suya, y allí emergerán otros paisajes, donde lo menos que uno hace es enamorarse de Jerusalen, del desierto, y del Mar Muerto. Si a esto le sumamos la poesía de Jorge Drexler, el resultado será tramitar un viaje relámpago a La Tierra Prometida.
Un encuentro fenomenal, porque Burman es el Drexler del cine, un poeta, un cirujano de los sentimientos, alquien que escribe y dirige desde los sentimientos.
Quizá por ser un poligriyo, hube de identificarme con ese protagonista, pero creo allí radica la magia del séptimo arte, la de hacernos viajar, e identificarnos con las personas que queremos.



Me hiciste señales que debí entender
Como aquel gesto nuevo de arreglarte el pelo
Miraste como quien mira llover
Un instante antes de levantar vuelo

Volviste a tu cauce de estrella fugaz
Con tu punto de fuga en el cielo
Creo que ya estabas flotando quizás
Un instante antes de levantar vuelo

Ya te mojabas en otro deshielo
Un instante antes de levantar vuelo

Ni todas las líneas del Ecuador
Ni el temor y sus muchos anzuelos
Todo argumento perdía valor
Un instante antes de levantar vuelo

El río cambia y cambia la sed
Lo habías leído en tu anhelo
Estaba ya escrito mucho antes de
El instante antes de levantar vuelo

Ya me mirabas desde otro cielo
Un instante antes de levantar vuelo

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