jueves, octubre 01, 2009

Corcheas, fusas e ideas

El despertador suena, la mente no obedece. Se hace la sota.
A los diez minutos, el tipo insiste, el putifono suena con la campanilla que acusa no ser un llamado, ni un SMS, sino que llama a levantarse pa' laburar.
El tipo se da vuelta, e intenta ignorar (el llamado de la selva). Finalmente, luego habrá de levantarse y obrar en forma semiautomática, elevando plegarias al Dios de los micros, como pa' que no pierda el último bondy Trelew - Rawson, para llegar dentro de un "horario razonable".
Y la cosa se ilumina y aparece la luz, cuando en la compu pongo un disquito y suena algún autor de esos que le abren a uno el marote, lo sacuden y le dicen, "dale viejo es hora de ponerle ritmo a la cosa". En este caso, es el cuarteto de Manolo Juárez y Daniel Homer, ande recrean temas clásicos con una mirada nueva. Eso hace que uno se disponga a una escucha atenta, y probablemente entonces el día fluya en una mejor frecuencia.
Si, no es inocente ni la música que uno escucha, la TV que uno ve, o las noticias (o libros) que uno lee. Por eso anoche, el concierto de la Camerata Bariloche, nos hizo pasar por todos los climas (invierno, primavera, verano y otoño), atando al Tony Vivaldi, con el Astor Pantaleón.
Nunca me había percatado, pero tienen que ver estas cuatro estaciones de sendos "mostros". De Vivaldi, me voló la cabeza el sonido del clave. Y mirá que había cuerdas a rabiar, 7 violines, 3 violas, 3 violoncellos y un contrabajo. Para Piazzolla, fué un teclado (no me imagino un "Adiós Nonino" con clave, pero los intérpretes pueden hacer milagros).
Hacía tiempo que no estaba con la música clásica, pero es increíble como te armoniza. Máxime cuando es tan esquiva a sonar dentro de nuestros medios de (in)comunicación.
Ha de ser el ritmo interno que transmiten estos autores. Pero oki, esto no solo atañe a la música. Venía en el bondy (que se detuvo fuera de recorrido para levantar a cierto pasajero descarriado/retrasado), y participaba de una privilegiada conversación entre Félix Luna y José Luis Romero , donde hablaban sobre la importancia del ritmo en un libro, aún cuando se trate de un tema (supuestamente) tan estático como la historia.
E' vero, uno debe poner ritmo en todo lo que hace: en la vida cotidiana, en el andar, al bañarse, al escribir, laburando, bailando y ritmo al pensar. Nada como la música para inducirnos a este estado de ánimo, porque en definitiva, agarrar el ritmo es como cazarle la onda a algo, que es lo que hacen los bombistos, y de allí en mas uno puede firuletear sobre las cosas, pero primero hay que subirse al bondy.

Por eso gracias a Mingo (motorista del interno 29), Manolo Juárez, Daniel Homer (suena La nochera y me pregunto por-que nunca me di cuenta de la inmensa belleza de esta zamba), Félix Luna (quien ayer cumplió 84 añitos) y al gran maestro José Luis Romero.
A todos ellos: salú, y gracias por el ritmo!



Adjunto videillo de Horizonte Cero, tema que está en el disco del cuarteto, aquí ejecutado por Daniel Homer y otros músicos, es un botón que va de muestra.

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