lunes, abril 02, 2012

Recuerdos de un soldado ingenuo

Jamás olvidaré la mañana de aquel 2 de abril de 1982.
Estaba haciendo la instrucción del servicio militar en Ing.Maschwitz, dentro del predio de un instituto de menores huerfanos, junto al Grupo de Artillería de Defensa Aérea 601, cuyo cuartel estaba en Ciudadela. Nosotros vivíamos en el campamento de Maschwitz, junto a los soldados del Gada 601, pero en realidad formabamos parte de un egregio conjunto de soldados acomodados que prestaríamos servicio en el Círculo Militar de Plaza San Martín de Bs.As.
Aquel instituto describía a la perfección nuestra sensación tanto de "casi menores", como  de orfandad.
Ese 2 de abril, cuando el subteniente se incorporó aquella mañana, un rato mas tarde a la rutina de instrucción, y nos pusiera al tanto del "milagro" que se había producido horas atrás: la recuperación de las islas, el desconcierto fue generalizado dentro de la tropa.
Llevabamos escasas tres semanas desde nuestra incorporación a un nuevo rango de vida, ya no eramos ciudadanos, sino soldados. Estabamos aprendiendo a marchar, a vivir dentro de un vivaq,
Dentro del pelotón conformado por unas 12 personas, las opiniones sobre la toma de las islas tenía distintas miradas. Pero en algo coincidíamos, el peligro era inminente. Y así fue, el período de instrucción previsto en dos meses, se acortó a 30 días. Y los que teníamos asignado un destino distinto al del cuartel, no sabíamos adonde iríamos a parar una vez finalizada la instrucción, con la invasión consumada, y un conflicto bélico en ciernes.
Aún desconociendo de geopolítica, ignorantes de la realidad social de Inglaterra, cierto escalofrío nos hacia prever el desenlace: que aquello desembocaría en una guerra, y que por la especificidad del batallón, este sería uno de los primeros convocados a la isla.
¡Que panorama! Allí los futboleros conceptos de patria, empezaron a chocarme, al ver que la prensa, los medios, y el gobierno, arengaban a una dócil majada hacia el matadero.
Aquello, mas la guerra, la inminente separación de los seres queridos y la privación de la libertad que suponía (por aquel entonces el ser un soldado), eran un coktail explosivo.
Pero la cosa llegaría mas lejos (lamentablemente). Interrumpida la instrucción, los soldados regresaron al cuartel (de Ciudadela), y el selecto grupo del Círculo (unos 40 soldados), fuimos a nuestro destino en Plaza San Martín. Fueron meses duros. Nosotros alli, haciendo guardia, dentro de un palacio (la Mansión Paz),  con vista a la Torre de los ingleses, mientras varios compañeros eran trasladados a las islas ..
Esta tensión desembocó en que junto a otro compañero, otro soldado, fueramos a ver a nuestro superior, un suboficial mayor, explicandole que queríamos regresar al cuartel, y tener el mismo trato que el resto de los soldados. La respuesta fue la esperada, ique dentro del ejército se reciben órdenes, y hasta nuevo aviso seguiríamos cuidando el Círculo, que hicieramos las guardias con esmero, y bla, bla.
La guerra y su estupidez tenían lugar en unas lejanas e ignotas islas. En pleno Bs.As., la vida seguía con un partido de fútbol de fondo: cuántas bajas hubo de ambos lados, vamos ganando, y preguntas similares.
En casa, escuchabamos Radio Colonia, y la voz de Ariel Delgado nos daba la triste realidad, en tanto que las radios, los diarios y la televisión argentina continuaban con tristes y estúpidas arengas.

Hoy se cumplen 30 años de aquella locura, que fue apoyada por una dócil sociedad y dejó graves secuelas: muertos, suicidas, familias rotas y soldados ignorados.
Es por eso que al escuchar la marcha de las Malvinas, se me estruja el corazón.


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