jueves, septiembre 10, 2015

Atleta de los pies a la cabeza

Abebe Bikila pasó a la historia el 10 del septiembre de 1960, en los Juegos Olímpicos de Roma. Aquél día, un etíope desconocido empezó la maratón descalzo. Hecho que no fue voluntario, sino porque tenía ampollas en los pies, y las zapatillas que le dieron para correr, no le resultaban cómodas.
El atleta se encargaría de darle un toque heroico al final de la prueba.
“Quería que el mundo supiera que mi país, Etiopía, ha ganado siempre con determinación y heroísmo”, dijo.
El mundo quedó fascinado viendo a un atleta correr descalzo, al tiempo que pensaban que así no llegaría a ninguna parte. Pero el etíope tocó el cielo con las manos.
Bikila se destacó muy pronto sobre el empedrado romano y junto con el marroquí Rhadi Ben Abdesselam, gran favorito, llegaron parejos hasta los últimos 3 kilómetros. Cuando ambos pasaron junto al obelisco de Axum, expropiado a los etíopes, Abebe aceleró para llegar solo a la meta estableciendo un nuevo récord mundial de 2 hs., 15 min. Y 16 segs., ganando la medalla de oro. Bajo el arco de Constantino, el mismo desde el que Mussolini partió con su ejército a la conquista de Etiopía, Bikila redimió a los suyos, puso el mundo a sus pies, literalmente, y se coronó como el primer atleta negro africano en ganar una medalla olímpica.

Cuatro años más tarde, repitió la gesta en los Juegos de Tokio de 1964.
En esta ocasión, corrió con zapatillas y se convirtió en el primer atleta de la historia en revalidar el oro olímpico en maratón batiendo de nuevo el récord del mundo con 2 hs., 12 min. Y 11 segs.
Lo hizo a lo grande, corriendo prácticamente solo en la punta a lo largo de toda la prueba, para enloquecer al público nipón. Se convertía así, en el primer atleta en revalidar el título olímpico de maratón, algo que después de Abebe, sólo fue logrado por el alemán Waldemar Cierpinski (Montreal'76 - Moscú'80).
Bikila ya era todo un héroe en Japón, porque tres años antes se había impuesto en la maratón de Osaka. Más de un millón de personas presenciaron la gesta del etíope, que seis semanas antes había sido operado de apendicitis y que rebajó su propio récord del mundo y llegó tan entero a la meta que esperó a sus rivales haciendo ejercicios de estiramientos.


En los Juegos Olímpicos de México'68 Bikila, ya con 36 años no pudo hacer triplete por culpa de molestias en su rodilla y, sobre todo, porque padeció el mal de altura, que le obligó a retirarse en el kilómetro 17.
Antes de retirarse, animó a su compatriota Mamo Wolde que seguía en carrera:
"no puedo seguir corriendo porque estoy sin fuerzas. La responsabilidad de ganar una medalla de oro para Etiopía está en tu hombro".
Wolde recogió el guante, y terminó la carrera en primer lugar.
Aquella fua la última participación de Abebe.

En 1969 el atleta sufrió un grave accidente con el coche que el gobierno le había regalado por su victoria en Tokyo. El accidente le paralizó los miembros inferiores de su cuerpo, impidiéndole volver a correr...
Tras sufrir este accidente el atleta declaró "los hombres de éxito conocen la tragedia. Fue la voluntad de Dios que ganase en los Juegos Olímpicos, y fue la voluntad de Dios que tuviera mi accidente. Acepto esas victorias y acepto esta tragedia. Tengo que aceptar ambas circunstancias como hechos de la vida y vivir feliz".

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