miércoles, junio 13, 2018

O que será, que será

Vivir en Argentina, es una aventura. A diario nos topamos con manifestaciones que proclaman cuestiones democráticas, pero en sus modalidades de ejecución, emergen formas autoritarias.

En esta segunda semana de junio, el frío nos invade, no solo climáticamente, sino que corre por nuestras cabezas.
El punto álgido es el Congreso de la Nación, donde se dan cita legisladores y manifestantes.

El hecho que hayan tenido que dividir la Plaza, para separar a quienes clamaban por una y otra postura, nos indica a pensar mas en una puesta en escena, que en una manifestación. Con todos los riesgos que esto implica, porque juntarse las partes antagónicas, para ver la votación en pantallas gigantes, es algo así como jugar con elementos inflamables.
Parece haber (mucho) mas que un match en disputa, que es lo que se veremos este jueves con el bendito mundial de balompié.

Hablamos de la vida. De paso, nos preguntamos, cuánto vale la vida ..?

Creería que le damos un valor escaso. Y nos quedamos en colores de pañuelos, o símbolitos para el ícono de WhatsApp.
Mi Viejo pregonaba el vivir y dejar vivir. Literalmente.
Pero esta discusión, no es para dejar vivir (lamentablemente). Es cínica y despiadada.

Algo de esto percibimos en la sesera, y lo confirmamos, cuando hasta El Pensador abandonó el lugar donde estaba emplazado desde 1909, en la vecina Plaza Lorea.
Aquella genial escultura de Rodin, representa un hombre sentado sobre una piedra.
Nuestro pensador está inclinado hacia adelante, y reflexiona desde hace mas de 100 años.
No es un trabajo grato, el hombre tiene infinidad de manchas, magullones e inscripciones.
Por eso desde ppios. de junio, le están haciendo chapa y pintura, y avanzan en su restauración.

La genial escultura fue adquirida por Eduardo Schiaffino,en 1906 para adquirir estatuas destinadas a ser emplazadas en lugares emblemáticos. Por eso se la encargó a Rodin para las escalinatas del Congreso. Como el Palacio Legislativo no estaba terminado, tuvo por morada la cercana Plaza Lorea.

Fuentes inobjetables, afirman que las marchas, contramarchas, y debates wachapero/mediáticos terminaron por agotar al hombre de bronce. Desde su inmovilidad, levantó una mano, pidiendo su recambio.
Parece que ni siquiera la crisis de 2001, había tenido estos ribetes.

La cosa es que sin nuestro pensador, la neurona en general, está trabajando a reglamento en legisladores y en muchos compatriotas. Pareciera que el minuto de fama, la descalificación al que piensa distinto, es el factor aglutinante.


Habrá que velar, no solo por las leyes, sino por debates y manifestaciones consistentes y tolerantes, y también por una sociedad que de voz a aquellos que no la tienen.

Y la vida? Bien gracias.


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