Pocos saben que Sudáfrica ha sido uno de los principales responsables de la divulgación del rugby en la Argentina. Uno de los pioneros en la relación entre ambos países fue Barry Heatlie, capitán de Sudáfrica en el primer festejo en un test (1896) y en la primera serie ganada (1903).
Este gigante de 1,90m y 95kg salió en 1895 desde Ciudad del Cabo hacia Buenos Aires, donde jugó para Lomas y Gimnasia y Esgrima.
El 12 de junio de 1910, a los 38 años, vistió la casaca albiceleste en el primer encuentro de la Argentina como seleccionado. Ocurrió durante la conmemoración del centenario de la Revolución de Mayo y los Pumas cayeron ante un combinado inglés por 28-3.
Un impacto extraordinario causó la visita en 1932 de los Junior Springboks, capitaneados por Joe Nykamp. Volverían luego, en 1959, con estrellas como Doug Hopwood, Dave Stewart, John Gainsford y Jannie Engelbrecht.
Pero, la primera ocasión que la Argentina salió de América del Sur fue cuando viajó a Sudáfrica en 1965.
El equipo nacional de rugby no tenía mayores pergaminos hasta esa fecha, salvo algún que otro encuentro parejo –y siempre acompañado de mucho roce físico y peleas infernales-.
Un año antes de la gira, se programó el viaje de la mano de Danny Craven, un sudafricano que era una especie de dueño del rugby mundial en aquel momento.
La preparación para ese viaje fue totalmente diferente a las anteriores. Izak van Heerden, de quien podría decir que fue el padre de Los Pumas, arribó al país y colaboró con los entrenadores, Alberto Camardón y Angel Guastella. "Me acuerdo el día del primer entrenamiento, en Gimnasia y Esgrima, llovía torrencialmente. En esa época, cuando había mal tiempo no hacíamos nada. Van Heerden llegó y vio que en la cancha no había nadie. Estábamos en el bar, jugando al truco. El tipo nos hizo cambiar inmediatamente. Fueron dos horas infernales de entrenamiento, con saltos de rana y cuerpo a tierra. Había cambiado el método; nos sometió a un trabajo inusual, de extrema dureza. Hacíamos doble turno, mañana y noche, y en el medio trabajábamos. Cuando llegaba a casa, mi mujer me ponía un cartel, al lado de la puerta, que decía: 'Estamos bien, los chicos crecen'... Fue durísimo, pero vimos los resultados", contaba el gran e inovidable Aitor Otaño, capitán de aquel equipo.
Antes de ese partido, los Springboks habían perdido por primera vez con Australia.
La gente llenó el Ellis Park para ver ganar a Sudáfrica.
Apenas pasó un cuarto de hora y Pascual se tiró de palomita para anotar el try que pasó a la historia. Después vendría dos más (de España y Loyola), y una conversión del Negro Poggi.
Los dos tries de Du Preez nada pudieron hacer: el esfuerzo había dado sus enormes frutos.
Aquella gira significó además el bautismo de fuego del seleccionado, pues la prensa local bautizó con el nombre que hoy conocemos a nuestro seleccionado, esos fabulosos argentinos que llevaban un yaguareté en el pecho y que el 19 de junio superaron a los Junior Springboks por 11-6 en el Ellis Park.
Se habían recibido de Pumas, y nacía una escuela de vida que todavía hoy no perdió vigencia.
A causa del apartheid, los Pumas jugarían varias veces contra los Springboks en la década del 80, pero con el nombre de Jaguars (vencieron en Bloemfontein por 21-12, en 1982, con 21 puntos del gran Huguito Porta).
En 1993, cuando regresó al plano internacional, Sudáfrica eligió a la Argentina como destino. Jugó aquí seis encuentros: el 28 de octubre vencieron a Córdoba (55-37); el 30 de octubre cayeron ante Buenos Aires (28-27); el 2 de noviembre superaron a Tucumán (40-12) y una semana más tarde a Rosario (40-26), y el 6 y el 13 de noviembre se impusieron a los Pumas (29-26 y 52-23). Un año después, la Argentina viajó a tierra sudafricana para disputar también seis compromisos.
Fuentes: Diario La Nación 4.12.2004 y Revista El Gráfico.
HOLA!!!
ResponderBorrarGracias por des-asnarnos, ahora que todos somos Pumas...