miércoles, agosto 05, 2009

Oriente y Occidente

Varios pensadores occidentales han tratado este tema. Sin embargo hubo pocos autores orientales que se hayan expresado al respecto.

Basho, un poeta japonés del siglo XVII, compuso un poema de diecisiete sílabas (en japonés) conocido como haiku o hokku.

Traducido es algo así:
Cuando miro con cuidado                      [Yoku mireba
¡Veo florecer la nazuna                        
   Nazuna hana saku
Junto al seto!                         
                     Kakine kana.]

Es probable que Basho fuese caminando por el campo, cuando observó algo junto al seto. Se acercó, lo miró despacito, y descubrió entonces una planta silvestre, casi insignificante y generalemente inadvertida para los viandantes.

Es un hecho realmente cotidiano y sencillo, que el poema retrata, sin que se exprese un sentimiento poético, salvo por las dos últimas sílabas [ka na]. Esta partícula ligada a un nombre, adjetivo o adverbio, expresa un estado de ánimo.

Basho era un poeta de la naturaleza, la aman y se sienten uno con ella. Hasta perciben los latidos de las venas de la madre naturaleza. En tanto que los occidentales, tienden a separarse de ella. Veamos entonces que dice sobre un tema similar un poeta occidental.

Elijo a Tennnyson:
Flor en el muro agrietado,
Te arranco de las grietas;-
Te tomo, con raíces y todo, en mis manos,
Pequeña flor - pero si pudiera entender
Lo que sos, con tus raíces y todo, y todo en todo,
Sabría que es Dios, y que es el hombre.

Tennyson arranca la flor y la sostiene en sus manos, con "raíces y todo", y la escudriña.
Quizá haya tenido una sensación similar a la de Basho, quien descubrió la flor de nazuna al borde del camino. Mais, la difference, c'est que Basho no arranca la flor, La mira (simplemente). Está absorto en sus pensamientos, Siente algo en su espíritu, pero no lo expresa. Deja que un signo de admiración diga todo que quiere decir. Porque no tiene palabras, su sentimiento es muy pleno, profundo, y no quiere conceptualizarlo/reducirlo.

El inglés en cambio, es activo/analítico. Arranca la flor del lugar donde crece, La separa de la tierra a la que pertence. No deja quieta la flor, la quita de la pared agrietada, con "raíces y todo", por ende la planta habrá de morir .. No le importa (al parecer) su destino, ha de satisfacer su propia curiosidad.

Oriente es silente, mientras que Occidente es elocuente. Pero, no confundamos, el silencio oriental no significa ser mudo y quedarse sin palabras. Este silencio es tan, o más elocuente que las palabras. Occidente gusta del verbalismo, transforma la palabra en carne y hace que esta encarnación se muestre a veces demasiado burda.

Sigo, que hace luego Tennyson, mirando la flor arrancada, que empieza a marchitarse, se pregunta: ¿te entiendo? Basho no se muestra inquisidor, en absoluto. Tennyson se pregunta que es Dios y que es el hombre, es un llamado al entendimiento occidental. Basho acepta, Tennyson resiste. La individualidad de este último, permanece aparte de la flor, de "Dios y el hombre". No se identifica ni con Dios, ni con la naturaleza. Permanece siempre al margen, su conocimiento es objetivo. Basho es todo lo contrario, un subjetivo pleno.

Occidente es todo intelecto, partidario de la doctrina del logos. Hay algo que decir, algo que intelectualizar de la experiencia. Debe salir del campo de los sentimientos al campo del entendimiento.  Tiene un par de ojos agudos, penetrantes, que examinan el mundo exterior como los de una águila que se remonta bien alto en el cielo.

Chuang-tzé relata la historia de konton, Caos. Sus amigos debían muchos de sus logros a Caos, y querían agradecérselo. Discutieron y llegaron a una conclusión. Observaron que Caos no tenía órganos sensoriales para distinguir el mundo exterior. Un día le dieron los ojos, otro la naris, y en una semana, lograron transformarlo en una persona sensible como ellos. Mientras se felicitaban por su éxito, Caos murió ..

Oriente es Caos, y Occidente es el grupo de amigos agradecidos, bien intencionados, pero incapaces de distinguir claramente las cosas.

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