El término maestro tiene mas de diez acepciones.
Desde un adjetivo que por su perfección se destaca entre las de su clase, pasando por la persona que compone música o dirige una orquesta, hasta el oficial de un oficio manual. También están las relacionadas con la formación: persona muy diestra, con profundos conocimientos en alguna materia, quien enseña un arte, ciencia u oficio, especialmente en el primer ciclo de la enseñanza.
Elijo aquella que reza: todo lo que enseña o alecciona.
Por ende, como no solo de pan vive el hombre, no solo en las aulas uno aprende.
Elijo aquellos maestros sin título, que contagian la polenta, energía y pasión con su ejemplo, con su coherencia, y con su constancia.
Son mis maestros, los mozos de los bares que adoro, esos que atienden en forma diligente, y optan por no hablarme de personas.
Los conductores radiales, que adoro sintonizar, porque me sanarán con su estilo, despojado de soberbia, y siempre alentando al radioescucha.
A los comerciantes, que abren su negocio puntualmente, tienen el negocio limpio, con productos que jamás están vencidos, y redondean a favor de su cliente.
A los alumnos que pese a sus notas bajas, siguen yendo con entusiasmo a clase.
A las personas que siguen una rutina, con amor, sin desfallecer, y no la dejan de hacer, porque saben que hay beneficiarios.
A los conductores que son gentiles, en todo momento, y respetan las normas de tránsito para que nos manejemos mejor, en la calle y en la vida.
A los músicos, esos que podemos poner cualquier disco de ellos, y sabremos que no saldremos defraudados, sino reinventados como mejores personas.
A las personas que no chapean sus títulos, y se mezclan entre la gente, para ver como pueden ayudar. Pienso en infinidad de personas, con formación o sin ella, pero que promueven el bien público y el emponderamiento de las sociedades.
A todos los que rezan silentemente por la humanidad, por sus conocidos y desconocidos, y lo hacen con la constancia de la fe.
A las personas que no profesan religión alguna, pero respetan profundamente las creencias de los demás.
A miles de maestros que tuve en la radio, en la TV, en internet, y jamás se enteraron cuánto aprendí, aprendo y aprenderé de ellos.
A todos aquellos que me ayudaron a crecer como persona en las aulas, primarias, secundarias, terciarias, universitarias.
A Domingo Faustino Sarmiento, por su cosmovisión y testarudez.
A Tim Berners Lee, por promover el trabajo colectivo.
A César Milstein, por su fatuo fueguito.
A Pedro Opeka, por su tenacidad para promover a los malgaches.
Por ellos y por muchos más, Adrián Iaies recrea un himno.
Grazie mille!
3 comentarios:
Excelente querido Kike!!!! Abrazo.
EN.
Gran post. Gracias!!
Abrazo
Un poco tarde, pero no sin emoción, un eterno gracias por este hermoso reconocimiento a los maestros con todas las letras. Justamente el otro día le dije a alguien por ahí: ¿por qué los maestros de escuela no quieren más llamarse maestros? Ahora son todos "docentes". Qué pena, es tan linda y tan llena de sentido la palabra "maestro"...
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