Olegario es un vecino del Pueblo de Luis..
Me lo cruzo en la sala de espera del médico y para matizar, entramos en conversación. Me comparte una experiencia que me deja regulando, y la hago extensiva al resto.
Resulta que este buen hombre tiene en el frente de su casa, dos árboles de unos 7 años, y al pie de los mismos, tenía yuyos por doquier.
Ayer lunes, tocan el timbre de su humilde casa. Al atender, ve a un señor mayor, muy humilde, con una pala y un rastrillo. Sin mediar palabra, le señala los canteros descuidados. Le hace señas, que el se los limpiaría.
Olegario sigue la conversación muda y le pregunta el monto. Ambos lo acuerdan.
El Señor solo le pedirá una bolsita para colocar los desperdicios de su limpieza. Olegario entrega la bolsa, y a lo largo de la hora que duró la limpieza se sintió reconfortado y acompañado por este Señor mayor y humilde, que fué el único que reparó en la desprolijidad, y le “ahorró” un trabajo que “don Ole” venía esquivando.
Terminado su laburo, el Señor, ni tocó el timbre, tan solo dio un par de golpes secos sobre la puerta. Cobró su trabajo y se fue.
Olegario se lamentó de no decirle que volviese cuando los canteritos hubieren crecido.
Luego reparó que así como llegó este podador, sin que nadie lo llamara, seguramente en un par de meses regresaría.
¿Quién habrá enviado este Señor?
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