martes, noviembre 14, 2017

Caricia WhatsAppera

Dentro de este género sanador, que hemos dado en llamar “Pequeñas caricias de la Vida Cotidiana”, hay cuestiones de todo tipo. Va de suyo, que los foninos llegaron a nuestras vidas para disrumpirnos.
A veces nos informan, algunas (pocas) nos comunican, infinidad de veces llenan nuestros tiempos vacíos, y también nos dan inmensas alegrías.

Caché el móvil y esquivo telefonito, como suelo hacerlo cada madrugada, para ver en que hora vivo.
No en vano, los relojes pulsera, dejaron de ser los implementos mas vendidos, vencidos a mano de estos adminículos de nuestro siglo. Ellos pueden ser inteligentes, lo que está en duda si el calificativo me/nos aplica ...
Vuelto al “teléfono pulsera”, el me indica que es hora de saltar de la catrera, y me recuerda icónica y borrosamente (sin catalejos se intuyen ciertos símbolos), que tengo WhatsApps pendientes de lectura. Los dejo para otro momento, y así doy por iniciado el santo día.

Al bajar del B(endito) B(ondy), me dispongo a chequear lecturas varias. Allí aparece la notificación de un ser afín, cuyos mensajes, merecen ser chequeados. El buen hombre, remitía una imagen porteña ad hoc, donde lucía un jacarandá en flor, lilácea postal porteña novembrina.

Quizá una pavada, mas no. Fue la dosis diaria para capt(ur)ar su brevísimo período de floración. Parecía decir a través de la imagen, alzad la mirada, registrad la copa de los árboles, en este mes, de temperaturas aún agradabiles, de observar los senderos de la porteñas plazas, que se tiñen de ese bellísimo color, que engalana veredas y aceras, y perfuma el ambiente, con ese aroma que se percibe en los atardeceres. Inequívoca señal que nos susurra al oído: “el jacarandá está en flor”.

Gracias a Pepe, por la osadía de remitir por WhatsApp, uno de los once mil jacarandás (bignoniacéa de plural esquivo), sembrados en la porteña ciudad por Carlitos Thays, aquel memorable franco-
criollo que sigue hablándonos, desde los detalles que supo (im)plantar.

Porque la imagen, nos sirve como disparadora, máxime cuando queremos arrancar el día, con la mirada en lo alto. Sea por nuestras creencias, para respirar mejor, o para otear el horizonte.


Un sobrino me lo resumió impecablemente: Alto WhatsApp!

14 de noviembre: Día Mundial de la Diabetes

El Día Mundial de la Diabetes es un día de campaña de concientización sobre esta enfermedad, que se celebra cada 14 de noviembre.
Somos más de 60 países quienes nos sumamos a esta campaña y se ha logrado que diferentes monumentos en el mundo, sean iluminados de azul en esta fecha en señal de esperanza para las personas que viven con este terrible enfermedad, y por quienes están en vías de desarrollarla.​
Se eligió esta fecha por ser el nacimiento de Frederick Grant Banting, quien junto a Charles Best descubrió la insulina, cuyo descubrimiento permitió que la diabetes pasara de ser una enfermedad mortal a una enfermedad controlable.
Las actividades van desde caminatas, charlas y conferencias de prensa sobre la temática.
¿Sabés cuantas personas tiene diabetes?
Son muchas: mas de 422 millones de personas. Y cada año, más de 3 millones de personas que viven con diabetes, mueren por esta fatal enfermedad.
Involucra, a mas del 8% de la población adulta.
Factores de riesgo:sobrepeso y sedentarismo. Te suenan?
Si eso que solemos hacer, frente a la tele, la compu, o el telefonito.
A calzarnos las champion y a mover las piernitas, hoy, mañana y todo el año. Tal como nos lo propone Stephen Bishop, quien está cumpliendo años por esta fecha. El estadounidense nos propone conocer un rinconcito de la Isla de Manhattan, lindero al Barrio Chino, donde se pueden degustar ricas pizzas, deliciosos ristretos y disfrutar de caminatas y bailes en las calles.

viernes, noviembre 10, 2017

Pequeñas caricias de la vida cotidiana - joven sostén

El daguerrotipo en cuestión fue registrado el jueves 9 de noviembre, cerca de las 14:30 en cercanías de la españolísima y porteña Avenida de Mayo y Santiago del Estero, a las puertas de lo que fuera el diario Crítica. Tanto me impactó, ver el crío en su inmutable concentración y banquillo pequeño e inamovible, que decidí fotografiarlo, costumbre inusual en mi persona.

Al día siguiente, volví a pasar por allí, antes de las 8 de la matina. Quise hablar con el dueño del puesto de revistas, pero opté por seguir raudamente a buscar mi compu, a metros del lugar, en vez de “perder el tiempo”.
Minutos después salí con mi mochila, para dirigirme hacia el obelisco, y volví a pasar por el lugar. Allí, (ya) no pude con mi vocación de buzo profesional de historias.
Tonce' acerqueme y hablé con la señora que estaba en el kiosco. Le comenté que ayer a la tarde, había un chico leyendo sentadito frente al kiosco, y le pregunté si era su hijo,
La dama me dijo que si, que había un pequeño leyendo, pero que no era su hijo, sino que ella lo cuidaba. Que a veces, el chico la acompañaba hasta el kiosco, y se la pasaba leyendo, y agregó “es muy buen compañero”.
Tanto me impactó su relato, y el vínculo, que me brotó mi felicitación, y que le hiciera llegar mis saludos al joven. Que con personas como esas, nuestro planeta, ya es mejor.

Por eso mismo, la instantánea, que tiene su impacto, es tan solo la punta del iceberg.
Creo que una imagen, no vale mas que mil palabras, sino que mil caracteres, mas una foto pertinente, configuran una historia que puede ser inspiradorAmén.


Pequeñas caricias de la vida cotidiana - joven sostén

El daguerrotipo en cuestión fue registrado el jueves 9 de noviembre, cerca de las 14:30 en cercanías de la españolísima y porteña Avenida de Mayo y Santiago del Estero, a las puertas de lo que fuera el diario Crítica. Tanto me impactó, ver el crío en su inmutable concentración y banquillo pequeño e inamovible, que decidí fotografiarlo, costumbre inusual en mi persona.

Al día siguiente, volví a pasar por allí, antes de las 8 de la matina. Quise hablar con el dueño del puesto de revistas, pero opté por seguir raudamente a buscar mi compu, a metros del lugar, en vez de “perder el tiempo”.
Minutos después salí con mi mochila, para dirigirme hacia el obelisco, y volví a pasar por el lugar. Allí, (ya) no pude con mi vocación de buzo profesional de historias.
Tonce' acerqueme y hablé con la señora que estaba en el kiosco. Le comenté que ayer a la tarde, había un chico leyendo sentadito frente al kiosco, y le pregunté si era su hijo,
La dama me dijo que si, que había un pequeño leyendo, pero que no era su hijo, sino que ella lo cuidaba. Que a veces, el chico la acompañaba hasta el kiosco, y se la pasaba leyendo, y agregó “es muy buen compañero”.
Tanto me impactó su relato, y el vínculo, que me brotó mi felicitación, y que le hiciera llegar mis saludos al joven. Que con personas como esas, nuestro planeta, ya es mejor.

Por eso mismo, la instantánea, que tiene su impacto, es tan solo la punta del iceberg.
Creo que una imagen, no vale mas que mil palabras, sino que mil caracteres, mas una foto pertinente, configuran una historia que puede ser inspiradorAmén.