Todos los días son distintos. Partamos de esa base.
En fin, a Dios gracias, hay calendarios, que nos recuerdan la fecha, y también nos marcan esta diferencia. Al menos en cuanto a lo numérico y temporal. También existe otra cuestión, que es la sensación interna que nos habita cada día. Algo así como el humor, la onda, o lo que fuere.
De allí, la importancia de las primeras acciones que uno emprende cotidianamente.
Muchos miramos el telefonito, para saber que hora es. Pero, no siempre es dable, leer los whatsapps que arribaron a la noche/madrugada, pa’arrancar el día. Idem con mails. Ni que hablar con la radio/TV o música que será la que marcará el rumbo de nuestro andar.
A veces, no le damos bolilla, nos ponemos en piloto automático, y estos (potenciales) ciclones arrecian, nos llevan puestos, afanandonos el alma desde nuestro despertar.
También hay gente, que nos inspira, y nos vuelve el alma al cuerpo.
Esta RadioFoto tiene una calidad pésima, me hago cargo, pero es la actitud, la que es superadora. Mucho hablamos de los pequeños que no leen, que hacen tal o cual cosa, que en nuestra época, bla, bla. Y somo autorreferenciales, aún sin quererlo, y peor cuando adherimos a la sempiterna falacia de “todo tiempo pasado, fue mejor”.
En el daguerrotipo, obtenido a bordo de un bondy de la línea 10, a las 8 de la matina, vemos padre e hijo, compartiendo viaje, y la lectura de un libro de Silvia Schujer.
El colectivo, circulaba rebosante de pasajeros.
La primera sorpresa fue el buen humor del conductor, que se extendió al resto de los pasajeros.
Antes de descender, cuando el buen 10, llegó al (bendito) MetroBus de la 9 de Julio, y al lograr salir de la escalera de ascenso, y desplazarme hacia el dofon, di con esta dupla genial, cerca de la puerta del medio, y me quedé contemplando el pequeño gran milagro urbano: padre e hijo, compartiendo la lectura, con aportes del padre, y el pequeño que en su viaje a la escuela, era bendecido por este don.
Un padre con el aspecto inconfundible de laburante, haciendo gala de un ingenio, jamás visto, en una posición absolutamente novedosa, comparte su lectura.
El pequeñín, parecía darle mas bolilla a otras cosas, pero el gusto por la lectura arribará. Doy fe de ello.
Esta experiencia sirvió para encender mi mañana, y dar gracias a Dios por esta genial “dupla colectiva”. Un viaje 10 puntos!
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