Bitácora devenida Golfista, temporal y afortunadamente. La sabiduría es ante todo conocimiento de si - proverbio chino.
lunes, mayo 01, 2006
La noche encantada
Fuí a la Asociación Cultural El Arbol, para escuchar a José Carbajal, el Sabalero.
Y las sorpresas de la vida, me obsequiaron con un combo: veo dos lugares en el escenario.
Grande fué el anuncio, antes de comenzar el espectáculo, cuando anuncian a Hugo Fattoruso para acompañar a Carbajal en teclados.
Reunir dos artistas de esta talla...
Debe haber sido sin lugar a dudas, una de las noches mas gloriosas de la zona.
De entrada sabíamos que el espectáculo a presentar sería "La casa encantada", unos recitados que Carbajal compuso allá por 1994, cuando su madre estaba muy enferma antes de morir.
Los recuerdos que le produjeron al Sabalero [quien vive en Holanda desde hace muchos años] entrar a la casa familiar para buscar ropa y acercarla al hospital, dispararon una serie de cosas que hubieron de cristalizarse en este disco, que mas tarde se llevó a video.
Una obra imperdible.
Pero el grupo que acompañaron al Sabalero con "La casa encantada", se compone de no menos de cinco músicos.
Aquí [en Trelew], entre Carbajal y Fattoruso, ¡los dos rindieron por ocho!
Prácticamente tocó, cantó/recitó los 14 temas que forman parte de esa obra, y narró cosas, muchas cosas.
Esta vuelta el hombre aprovechó el atento silencio de la asistencia a sala llena de El Arbol.
El dice no dedicarle mucho tiempo a la música, y menos a tocar la guitarra.
Sin embargo, durante el espectáculo hizo alarde de un aplomo y un fraseo acústico sólido.
Sus punteos fueron precisos, pese a lo precario del sonido, y manejó bien los tiempos.
De Fattoruso poco se puede agregar. Tener a ambos en la Provincia por espacio de tres días, brindando conciertos en Sarmiento, Esquel y Trelew ha sido un regalo.
Hugo confesó a Carpe Diem estar contento de tocar junto a Carbajal:
"Es la primera vez que lo hacemos".
Pese a las limitaciones sonoras manifiestas, el tecladista hizo gala de su oficio, y los inconvenientes prácticamente no se percibieron.
El virtuosismo de Fattoruso no es nuevo, pero seguir el ritmo y las ganas de Huguito contagian. En un momento llegó a tocar la armónica y el piano en forma simultánea.
Destacable discreción la de Hugo: en ningún momento quiso ser estrella. Fattoruso sabía que el concierto era del Sabalero, y reafirmó su condición de maestro, con un comportamiento humilde, pese a ser un músico de una trayectoria fenomenal, un virtuoso del piano, los teclados, el acordeón, y cuanto instrumento pase por sus manos.
Una verdadera fiesta para los seguidores de la música oriental. Ta!
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