Este domingo me convenci una vez mas de la importancia del flujo universal, al ver un par de pichones de teros, desenvolverse con gran soltura, pese a no poder volar, y caminar en forma torpe.
Frente a cualquiero "desperfecto", aparecían los padres, e intentaban colaborar, pero sin hacer las cosas por ellos.
Todo muy armónico, con soltura y a la vez con gran confianza en el universo.
A veces los "seres racionales" complicamos las cosas, otras no, y precisamente cuando dejamos fluir el universo, aportamos nuestro ladrillo a la fraternidad universal.
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