La vida tiene esas cosas a las que misteriosamente nos hemos desacostumbrado.
No siempre que nos llame un hijo es para pedirnos algo.
Hoy experimenté una sensación nueva, la de compartir la alegría del primer laburo de un fillo. Y si, así a la distancia, la cosa fue (aún más) forte.
Me llené de orgullo, y también de alegría. Ha sido algo así como una bisagra.
Porque uno ve que no solo crecen, sino que también se promueven, y le ponen el pecho a las balas, sin cagazo. Eso confirma que van bien armados por la vida.
Y que mas podemos pedir los padres?
1 comentario:
Pero qué lindo motivo de orgullo, Quique! La onda expansiva incluso puede devolverte, corregida y aumentada seguramente, las reminiscencias de aquél primer laburo tuyo, de lo joven que eras y de lo adulto que la experiencia te hizo sentir...
Pero el tiempo pasa y entonces resulta que tu hijo, ¡tu hijo!, ya sabe lo que se siente ser adulto.
Hermoso momento.
Beso grande.
Publicar un comentario