jueves, noviembre 21, 2013

Los guionistas y un vacío

El pasado domingo 17 de noviembre se fue Syd Filed, padre de los guionistas que pulió y le dió realce a esta profesión.
Había nacido en Hollywood, a fines de 1935 y dejó esta vida en Beverly Hills.
Vino a este mundo, y se fue, en el estado de California. Todo un testimonio de su vínculo para con la imagen televisiva y cinematográfica (entre otras). Lo evocamos en el día mundial de la TV, medio de difusión en el cual Syd amasó gran parte de series y narraciones. No en vano fue amén de guionista, consultor de las cadenas Fox, Disney y Universal.
Syd postulaba la unicidad del lenguaje cinematográfico. Enseñaba las reglas básicas para que cada autor pudiese expresar sus propias ideas en la obra. Pichón de desafío!
Filed escribió Ellibro del guión: fundamentos de la escritura de guiones (Plot Ediciones, 2001), considerado, desde su primera edición en inglés, en 1979, como referencia ineludible para la escritura cinematográfica. Afirmaba que el aspecto crucial de un guion cinematográfico era su articulación en torno a “tres actos” separados por momentos cruciales de la narración. Durante el primer tercio, a lo largo de media hora aprox., se despliegan y dramatizan los elementos fundamentales del relato. Transcurrido ese tiempo, el protagonista es sometido a un trance que introduce el primer punto de inflexión, que abre el segundo acto, o “fase de confrontación”: la lucha por lograr sus objetivos.
Aquí una segunda vuelta de tuerca a la trama (“punto medio”) da paso a una crisis que está a punto de desbaratar los esfuerzos del héroe. Durante el último tercio se sirve el resultado de esos esfuerzos del héroe, su éxito o su fracaso, y las consecuencias de este.
Ejemplos que seguían esta estructura narrativa son películas como Chinatown, Thelma & Louise o Matrix.
Tenía clarito que los grandes de la industria cinematográfica iban por otro camino:
“En Hollywood, lo que importa no es el contenido sino la recaudación. La avaricia y el miedo son los dos motores fundamentales del cine de Hollywood”, afirmaba.

Curiosamente Sydney estudiaba Literatura en la Universidad de Berkeley, pero Jean Renoir le sugirió que se matriculara en la escuela de cinematografía de la Universidad de Los Ágeles. Trabajó durante una temporada como escritor independiente de guiones, con escaso éxito. Entonces conjugaba la escritura con la revisión de guiones ajenos,, cuando la escasa calidad de gran parte del material que le llegaba le hizo consciente del filón que se le abría como profesor de aspirantes a guionistas. Dió clases en varias universidades, y recorrió el mundo dictando seminarios y conferencias acerca del mundo de los (buenos) guiones. Y no en vano, observamos como los buenos guiones televisivos, tienen un lenguaje cinematográfico. Es una característica que logró impulsar el gurú de los guiones.
Se fue, pero nos dejó lo mas importante: su obra.

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