jueves, enero 25, 2007

Futuros Alternativos

Socializo tramo de un diálogo imperdible entre Fritjof Capra y Hazel Henderson, allí arrojan luz sobre la importancia de algunas tareas hoy injustamente devaluadas. Coincido con ellos, máxime cuando las tareas manuales hoy se limitan a teclear [computadoras, o teléfonos], en vez de acudir a la reconexión con el entorno a través de labores gratificantes: tostar pan, cebar un digno mate, regar un jardín, remojar lentejas, o mejor aún: escribir a mano sobre un buen pelpa.


"Observé que lo trágico de nuestra sociedad, era que el impacto duradero del trabajo de alta categoría era frecuentemente negativo; destructivo para el medio ambiente, para el tejido social y para nuestra salud, tanto mental como física.
Henderson estuvo de acuerdo y agregó que en la actualidad había una enorme necesidad de especialidades sencillasm relacionadas con el trabajo cíclico, como el de reparación y mantenimiento, que ha sido socialmente devaluado y olvidado, pese a seguir siendo esencial [como siempre].
Recordaba aquellas historias Zen, donde un discípulo solicita de su maestro instrucción espiritual, y éste lo manda a lavar los platos, barrer el patio o podar arbustos.

- ¿No es curioso que sea precisamente este tipo de trabajo reiterativo en el que hace hincapié la tradición budista? En realidad, se considera parte integral de la formación espiritual,

- Efectivamente, y no sólo en la tradición budista -exclamó Hazel-. Piensa en el trabajo tradicional de monjas y frailes: agriculutura, enfermería y otros servicios.
El hecho de realizar un trabao que deba repetirse una y otra vez, nos ayuda a reconocer el orden natural del crecimiento y del deterioro, del nacimiento y de la muerte. Nos ayuda a concientizarnos sobre lo inmersos que estamos en esos ciclos, en el orden dinámico del cosmos".

Capra F., Futuros Alternativos, Sabiduría Insólita, Editorial Kairós - Madrid, 1990, pp.316 - 317

2 comentarios:

daniel cimadevilla dijo...

El ZEN denomina "SAMU" a esos menesteres y tareas cotidianas..
... así, lavar el auto, cortar el césped o fregar platos acercan al "satori" ó "kenshó"....

Anónimo dijo...

Quique,a pesar de mi semianalfabetismo tecnològico, intento enviarte copia de mi mail a Paredero de los otros dìas, donde me referìa a lo que hoy leo en tu carta abierta. Te agrego que mi busqueda de aquel cuento incògnito fue infructuosa, asì como fueron erradas mis presunciones al respecto (segùn Hugo, nadie mencionò al autor acertado en las comunicaciones que recibiò). Es màs, le debo un mail hacièndome cargo del papelòn, porque ni siquiera existe el cuento llamado Nombre Falso, sino que, segùn averiguè, ese es el nombre de una de las partes del libro de Piglia. Por lo demàs, ahora estoy tratando de rumbear para el lado de Enrique Medina, que al principio no se me ocurriò. ¿Què te parece?
Un abrazo.
Marcelo Perenchio




Fecha: Thu, 1 Feb 2007 18:36:48 -

Estimado Hugo:

Anoche, en cuanto el programa terminó, llamé a Cristina y le dije que me sentía responsable. “Cómo se debe sentir Paredero”, le dije, y que me sentía, también yo, responsable. Me refería a que, por primera vez, nadie, ninguno de nosotros, los oyentes, contribuyó a la completa, feliz realización del programa.
Un rato antes, como a la una menos diez, había llamado a Lucas para uno de mis habituales lances. Pensé en “Hay unos tipos abajo”, la película con Luis Brandoni, y aunque no recordaba si se basa en un cuento o una novela, le tiré el nombre del autor: Antonio dal Masseto. Lucas respondió que no... Pensé en otros autores posibles, arriesgué sólo uno más: “José Pablo Feinman”. “Tampoco”, repitió Lucas fríamente. Deseé suerte y corté.
Después, cuando llamé a Cristina, barajé otros nombres: Saer, Piglia, Andres Rivera... Entonces me acuerdo de un título: “Nombre falso”. No lo leí, pero ese título, más la época en que se publicó el libro, mediados de los 70, conjugaba con algunos elementos de tu lectura ininterrupta: alguien que vuelve al pais, su desplazamiento furtivo, el automovil ominoso que quizá lo espera en su cuadra. Podría ser Piglia. Pero ya era tarde para el lancero. Le dije a Cristina que al otro día, hoy, trataría de verificar en alguna librería si estaba acertado.
Pero ahora, antes de dedicarme a eso, quería escribirte para contar del sabor amargo que me dejó la infuctuosa lectura de anoche. Reitero: me sentí responsable. Sentí que te fallábamos. Y peor voy a sentirme si llego a comprobar que era Piglia y “Nombre falso”.
A propósito, otra cosa que también comenté anoche con Cristina. Se me ocurrió que el lunes, en el próximo programa, no vas a revelar de qué obra y autor se trató. No sé cuál será la evaluación que vos harás del episodio, ni qué podrás decidir a este respecto, pero yo creo que no deberías develar esa incógnita y que, incluso, andando el tiempo, podrías repetir esa lectura.
Un detalle final: ayer, al comienzo, dijiste que era el “Parrafus Interruptus” número 127. ¿Es posible que te hayas equivocado? Yo tengo la lista que me envió Lucas cuando iban por el programa 80. Desde ahí, prolijamente, seguí anotando cada lectura yo mismo. Y, para mí, la de este miércoles fue la 128. Y, ¿no fueron 128 las que habías alcanzado en la primera época, cuando el “parrafus” era un segmento de tus programas? Y ahora, justo cuando igualabas esa marca, por primera vez no te gana nadie...
¡Cosa ´e Mandinga!
(¿O en tu inextricable inconciente no querías que la marca fuera igualada?)

Un abrazo.



Marcelo