Viernes a la noche tarde, el ND Ateneo lleno de amigos, José Carbajal, el Sabalero, el mítico cantor oriental, con una banda acústica impecable, presentó su nuevo disco: "La viuda", con canciones del desconocido, misterioso y extraordinario artista argentino conocido con el nombre de Higinio Mena. Ya el Sabalero había grabado su mejor disco, "Entre putas y ladrones" con canciones de Higinio, canciones que en el Uruguay forman parte del imaginario colectivo. En su propio país Higinio Mena es ignorado. Nació en Ranchos, ciudad bonaerense de la cuenca del Salado, allá por el 47, y en muchas canciones dejó observaciones de una infancia y adolescencia típicas de los pueblos de la llanura pampeana, la honda, la cañita mojarrera, la llegada del circo, los originales personajes marginales y hasta la solidaridad y las luchas de los trabajadores, que tanta poesía produjeron. De aquellos años quedaron sus temas "El Rengo Zamora" y "La Perrera", magistral anticipación de la llegada de la dictadura a cada pueblo del país, después de narrar entrañablemente aspectos de la vida diaria, termina diciendo: "Y este cuento que así nomás te cuento, acaso no tendría ningún triste final si no fuera que viene la perrera y adiós los perros sueltos lastimosa verdad por eso no hagas caso del hueso si la red que en la otra mano muestra un rostro cordial si el que chifla en un ñato de uniforme aunque sea un hueso enorme no lo toques, rajá." Ya de chico le gustaron la guitarra, cantar, escribir y dibujar, pero reforzó su condición de artista enterarse, ya adolescente tardío, de que su padre era un gran pianista, que por razones que Higinio nunca supo, había dejado el instrumento. Había nacido con el nombre de Néstor Argüelles, y con el comenzó su carrera de errante, cantando en los boliches de Villa Gesell de la bohemia de los 60, mientras trabajaba en un Ministerio en La Plata, donde pintó en canciones como "Bailongo de Alcasotro" la vida en la costa bonaerense. Tuvo tiempo, allá por sus 25 años, de tener una destacada participación en una huelga, que le valió ser considerado con especial atención y deferencia por la dictadura de Onganía, tuvo que exiliarse en Madrid, donde comenzó a sobrevivir tocando en las peñas, donde inevitablemente se hacía amigo de personajes legendarios; algunos anarquistas, que gustaban de ponerle bombas a los Franquistas, con una remontaron por el aire el auto del delfín del tirano, Carrero Branco, la policía los encontró en la casa de Argüelles, ya por entonces Higinio Mena, y eso le valió la prisión, y por suerte extrema, zafar de la pena de muerte y ser expulsado a Francia. Siguió escribiendo, cantando, componiendo y viajando entre la colonia de latinoamericanos de Amsterdam, Copenhage, París, Hamburgo, lo que le valió el apodo de El Errante; importantes editoriales le publicaron dos novelas y otros tantos libros de poesía. Todas estas obras, más un disco que grabó con Numa Moraes, son desconocidos e inhallables en nuestro país. Conoció a El Sabalero en el año 70, y se reencontraron en Europa un par de años más tarde, allí José Carbajal, quien por su vida, su obra y su particular visión de la vida podría ser un alter ego de Higinio, comenzó a difundir la gran obra poética de su amigo En el 98 Higinio Mena, a quien una novia rebautizó así en homenaje a nombre que el Ché Guevara llevara en su pasaporte, Adolfo Mena, cuando salió de Cuba para convertirse en mito mundial, murió en Copenhage, a los 51 años, y casi una década después todavía los argentinos no conocemos su extraordinaria producción artística. El conmovedor y brillante recital de El Sabalero, en el día en que cumplió sus 63 años, puso una gota de agua, y es de esperar que algún productor junte los retazos y presente al pueblo la producción artística de uno de sus grandes hijos. |
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