Comprometido con la necesidad de propiciar un nuevo modelo de desarrollo,el director de la revista Ciudad Nueva dijo que la humanidad se encuentra en un momento bisagra. Si no se entienden las consecuencias que el cambio climático provoca,crecerá la pobreza,las enfermedades y escaseará [aún más] el agua. Opinó que debería darse un esfuerzo entre la educación y la gestión pública para generar conciencia.
Alberto Barlocci es abogado y periodista, de nacionalidad italiana. Hace dos décadas dejó su país para radicarse en Uruguay, donde fue director de noticias en un canal, además de trabajar en medios gráficos.
En 2000 llegó a la Argentina y en la actualidad es director de la revista Ciudad nueva,editada por el movimiento católico de los focolares.
El mundo está desquiciado y la economía tiene una responsabilidad muy grande.
Así lo cree Alberto Barlocci, un italiano radicado en la Argentina desde hace siete años al que no le gusta ver la vida pasar.
Como comunicador, dijo, siente la responsabilidad de divulgar los temas verdaderamente importantes para la sociedad,como es el cambio climático y la importancia de proteger el medio ambiente.
Con ese objetivo llegó la semana última a Trelew donde brindó una charla sobre la necesidad de impulsar un nuevo modelo de desarrollo, además de referirse al documento presentado en enero último por el IPCC, un panel de científicos agrupados bajo el paraguas de las Naciones Unidas, que concluyó que la actividad humana es absoluta responsable de lo que está ocurriendo.
-¿Cuáles son las consecuencias que el cambio climático tiene sobre la actividad humana?
-El panel del IPCC indicó que con un grado más de temperatura se inicia el proceso de derretimiento de las nieves, los hielos, los glaciares y comienzan a aparecer enfermedades que habían desaparecido, como la malaria en Europa y el dengue fuera de control que soporta Paraguay. Con dos grados más comenzará a escasear fuertemente el agua, cuando hoy ya hay en el mundo mil millones de personas que padecen su carencia. Tendremos veranos cada vez más tórridos, con los consecuentes problemas para la actividad agropecuaria como, por ejemplo, para la cosecha de granos, de inviernos con picos fríos cada vez más intensos.
-¿Y qué papel juega la economía?
-El papel es central. El contexto geopolítico nos muestra a un grupo de naciones poderosas preocupadas cada vez más por las fuentes de energía y dentro de ello tienen especial interés por el petróleo.
El problema es que por el consumo de los derivados del petróleo se explica la tremenda contaminación existente. El desafío que tenemos como sociedad es producir una drástica e inmediata reducción de los gases contaminantes y pensar en un modelo de desarrollo sustentable. Hoy, el mundo es un desquicio.
-¿Cuáles son las consecuencias económicas de no atenderlo?
-De no tomarse medidas para la reducción de las emisiones de gases el costo mundial será superior al que
provocó la crisis del 30, según el estudio del economista Nicholas Stern que hizo un profundo análisis a pedido del gobierno británico y lanzó el alerta. Allí dice que si se invierte se puede limitar las pérdidas al 1% del PBI mundial.
Por otra parte el informe también marca que de permanecer inactivos los gobiernos el costo del cambio climático supondrá pérdidas, como mínimo, del 5% anual del PBI global.
Los científicos del IPCC concuerdan en que la situación está fuera de control, es extremadamente grave.
-Estamos en un contexto geopolítico donde los lobbies petroleros quieren hasta la última gota de petróleo
en vez de entrar en una etapa de prudencia. Un documento reciente habla que para el 2025 la producción de petróleo será de 120 millones de barriles diarios, cuando hoy son 80 millones diarios…ahí tenemos muchísimo dinero que puede comprar muchas conciencias y preocupaciones por el medio ambiente.
-No crea, hay mucha gente que también lo piensa.
-Es cierto,el hecho de que no se asuman políticas públicas nos dice que no se comprende la gravedad del tema. Es usual escuchar decir que las fuentes alternativas de energía no son fuentes que proporcionen en cantidad, pero creo que hay un razonamiento equivocado en el sentido de que si sumamos la energía eólica, con la solar más la hidroeléctrica, lograríamos cubrir en un 20% la necesidad de un país.
Ese 20% es importantísimo, porque quiere decir que habrá una emisión de gases contaminantes mucho menor. Después habría que tener en cuenta para un desarrollo sustentable la mayor y mejor cantidad
-¿Cómo por ejemplo?
-En España, por caso, cada edificio nuevo que se construye debe tener paneles solares que no reemplazan la
energía común pero que sí la complementan. Los españoles cuando aprobaron esa ley no sabían qué hacer, no tenían la tecnología, suponían que era un gasto más, pero desarrollaron toda una industria que ahora da empleo a 180 mil personas. En la Argentina también se ponen paneles solares, no es nada del otro mundo.
Lo único que aquí son casos aislados. Este país, por ejemplo, es productor de motores para los molinos eólicos y hay talleres que trabajan los paneles solares. Tal vez sea caro ahora, pero será infinitamente más caro mañana si no nos ocupamos del tema.
-El protocolo de Kyoto cayó en saco roto. ¿Qué lo hace suponer que ahora el mundo se ocupará del tema?
-El protocolo hoy no sirve para nada. Pero esta vez lo novedoso es que el 90% de los científicos del panel del
IPCC se pusieron de acuerdo no sólo en que los cambios son responsabilidad de la actividad humana sino también en que los cambios que habían proyectado se están acelerando y son preocupantes y tendrán un fuerte impacto sobre la vida humana. A medida que se incrementa la temperatura del planeta,más chance de que escasee el agua, haya inundaciones costeras, aumente la pobreza y las enfermedades.
-Empezar a construir viviendas mejor aisladas tanto para el verano como para el invierno, pensar en fuentes de producción alternativas, resolver qué se hará con la basura, no entrar en la vorágine del consumo, no llenarnos de bolsas de polietileno cuando vamos al supermercado porque no hay que olvidarse que el polietileno es un derivado del petróleo, no dejar la televisión encendida si nadie la mira, ver qué tipo de autos tenemos…todo esto significa un cambio copernicano en nuestra mentalidad.
-¿Cómo hacemos entonces?
-Debería conjugarse un esfuerzo entre la educación y la gestión pública para generar conciencia.
La humanidad está en un momento bisagra de su historia, por eso es cuestión de tener criterio, cultura de plantarse frente a las cosas de una manera que es cultural.
Es utilísimo que el gobierno, por ejemplo, coloque lámparas de bajo consumo en todos los edificios públicos,
en los semáforos, pero si después cada uno para hacer cinco cuadras se sube al auto en vez de caminar, si no separamos los residuos orgánicos de los inorgánicos, no sirve para nada.
-No hay indicios de que estemos entendiendo lo que ocurre.
-La economía tiene que ser más racional, se necesita un cambio sustancial.
Hoy estamos consumiendo para producir, cuando debería ser al revés. Estamos en una situación desquiciada
que hay que cambiarla. La Argentina se tiene que plantar y tiene que pensar a largo plazo.
Hacia dónde podemos ir, con qué tipo de desarrollo.
Obviamente la industria se alimenta de energía, por eso tendremos que encontrar un estilo de vida diferente,
posiblemente más sobrio. No podemos desarrollar sectores de producción y de servicios sin plantearnos
cuáles son las consecuencias. Estamos chochos de que tenemos cada vez más súper pero nos inundan de
bolsas de plástico…
-¿Usted cree que el empresariado se plantea cómo producir sin afectar el medio ambiente?
-No lo sé. Lo que sí sé, es que si cualquier persona alberga un mínimo de humanidad en su corazón llegará el
día en que mire a sus hijos y se pregunte ¿tiene sentido lo que estoy haciendo?.
La economía tiene una responsabilidad muy grande con el desquicio que es hoy el mundo porque planteó la idea de un modelo de hombre equivocado. El hombre no vive en una isla desierta. Sus decisiones afectan a los demás.#
El informe Stern puede leerse completo en www.britishembassy.gov.uk (elegir la opción
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