por Raúl Muriete
Hoy, en el logotipo de Google a nivel mundial (se lo puede ver hasta en Google en el logo del Chino tradicional) aparece incrustado entre las letras, el cuadro de "Las meninas" de Velásquez finalizado en 1656.
Es llamativo que una multinacional de las tecnologías, por la que pasa casi el 90% de la búsqueda de información de todos los usuarios del mundo, promocione el cuadro de Velásquez, que representa para la filosofía moderna el cuestionamiento a la idea de la representación, y quizás ahora –un motivo para denunciar la manipulación de la información
¿Por qué este cuadro particular, en donde Velásquez (o los usuarios) se pone como figura importante y los reyes (las mutinacionales –si, las que "mutilan") son un reflejo en un espejo?
¿Por qué este cuadro en donde lo que se pinta realmente no se ve? ¿por qué este cuadro que para existir requiere de la mirada del espectador?
La respuesta no la sé. (Quizás sea simplemente porque hoy se conmemora el nacimiento de Velásquez, un 06 de Junio de 1599).
Pero lo que sí me interesa, es opinar (quizás lo único libre todavía) sobre esta situación paradójica, potencialmente ingenua, tal vez ¿paradoja o intencionalmente obscena? De que hoy, Google sea "Las Meninas". Este cuadro, ha sido objeto de análisis de estudiosos de todo el mundo, e incluso, tiene unas copias (59 copias para ser exactos por parte de Picasso, que este hizo como un trabajo de revisión histórica frente a las nuevas tendencias vanguardistas de su época).
Pero existe un análisis por sobre otros que merece ser destacado, y es el que hizo Michel Foucault en el capítulo primero de "Las palabras y las cosas" en 1966. Foucault, apoyándose en la obra, denuncia (o describe a modo de denuncia) la desaparición de la mirada nominal, aquella que identifica la presencia del autor, aquella que se fija en la soberanía de un sujeto. Ahora, todas las miradas del cuadro convergen con el espectador de la obra.
¿Y quién es ese espectador, ese exterior, que mira y completa de alguna manera el cuadro? Los historiadores del arte, dirán que esos espectadores pudieran ser los reyes de España, don Felipe IV y su esposa, quienes frecuentemente entraban al taller de pintura de Velásquez, y éste cansado o habituado (más creíble es que estaba autorizado) a tales intromisiones, no hacía ya ninguna reverencia particular ante la presencia de los reyes. ¿Será así? Como al principio, no lo sabemos de manera certera tampoco importa mucho. Lo que sí sabemos que cada vez que miramos el cuadro, sus protagonistas nos miran a nosotros.
Foucault aprovecha esta situación para cuestionar la concepción del sujeto clásico que creía en la representación unívoca entre las palabras y las cosas. Ahora, lo que tenemos, es una alteración, una pérdida, una difuminación del significado y su significante.
La muerte del sujeto soberano, ese sujeto cartesiano de la enunciación.
Así, no sabemos si somos mirados, no sabemos bien lo que miramos, y lo que es aún peor, la figura del rey, (que en el cuadro se ve desde afuera) representa los bordes del poder, que como tal, siempre está escondido, aunque vigilante.
¿El poder mira lo mismo que nosotros?
¿Es paradójico o intencional esta actitud de Google?
Este gigante de la información y de los secretos, parece que hoy, juega con nuestra ingenuidad (este mismo comentario es ingenuo, ya que se distribuirá a través de Google).
Es paradójica en un sentido. Porque como lo muestra Foucault, en "Las meninas" la fuerza de la obra reside en el elemento exterior: el espectador.
Con Google ocurre algo similar: el espectador hace a la obra de la búsqueda de internet, los cibernautas, los usuarios, los que aportan su información, su vida y hasta sus intereses a esa red mundial de información on line.
Pero por otro lado es intencional, es manipulativo, es incitante, es morboso, es curioso y atrapante; porque al igual que la obra de Velásquez, no sabemos que está pintando.
Si miramos el cuadro, lo que pinta Velásquez no se ve y permanece en un tono claroscuro.
¿Que hace Google, Microsoft y sus asociados, con nuestra información? Vivimos un destino virtualizado y una realidad wifidependiente que sabemos manipuladora pero que por ello no deja de ser atrapante (¿o quizás es por eso que es atrapante?)
Según Foucault, el cuadro de Velásquez inaugura una cuestión esencial en la moderna vida en común: el carácter de la representación (o su nuevo carácter).
En el cuadro, ninguna mirada se cruza (todas están perdidas en puntos diferentes) y como tampoco sabemos que pinta Velásquez, y si finalmente, son los Reyes los que miran o son mirados, es tentador concluir que lo que se nos escapa es "el deseo del otro" ¿que desea el otro? ¿que quiere el otro? Entramos en nuevos espacios de la subjetividad y la representación. Foucault va más lejos cuando afirma que la mirada del espectador completa el cuadro (pagina 24 en la versión de la Editorial siglo XXI del año 2003).
La mirada del otro restituye lo que somos. Restituye, como por un encantamiento, lo que falta a esa vista.
En esta obra concluye Foucault, se ve casi imperiosamente y por todos lados (por todos los huequitos) la desaparición necesaria de lo que la fundamenta: el sujeto (el que da nombre a las cosas). Y libre de la relación que la encadenaba (a significados fijos, dogmáticos y autoritarios) la representación puede darse como pura representación. ¿se habrá imaginado Foucault a este monstruo de los significados que es Google?.
Que parece una biblioteca pero no lo es, que parece un banco pero no lo es, que parece un shopping pero no lo es, que parece un sex shop pero no lo es, que parece un medico pero no lo es, que parece una tarjeta de crédito pero no lo es, que parece un teléfono pero no lo es, que parece una aerolínea pero no lo es.
Si lo que deseamos saber es el deseo del otro, ¿cómo vamos a saber lo que Google nos hace desear, si ese deseo cambia constantemente bajo el nombre de "necesidades"? Concluyo, antes de que Google cambie el logo de las meninas y esta reflexión haya perdido su significado.
2 comentarios:
He quedado sorptendido por esta entrada y con la impresión de "mirar sin comprender" y a la vez de que la entrada me ha abierto los ojos a "algo" cuya ficha espero que no tarde mucho en caer. Estoy con la mirada mas perdida que la infanta...pero tratando de enfocar.
Cambio de tema Don Quique: también me ha gustado la entrada anterior, la de Maquinista Savio. En una de esas, más adelante, le pido permiso para "tomarla" al menos en parte y ponerla en La Pulpera, obviamente, si está de acuerdo.
Muy lindo el blog.
Fernando Terreno
me encantó el comentario y me ayudó mucho a comprender la "mirada" del deseo.
Publicar un comentario