Se nos viene encima otro año.
Ya van como mil, o casi sin cuenta.
Que no es lo mesmo, pero se parece.
Y uno se pregunta, che que pasó este año?
El día que no pueda responder con menos de tres hechos importantes, el sujeto pasará a ser tácito. Dará casi lo mismo que esté, o no.
Por eso, siempre es importante ponerle vida a la cosa, a los años, al almanaque.
Tener ganas de seguir levantándose para encarar el día, jugar con la vida, darle alma a los sentimientos.
Que la vida fluya y emane por los poros.
Que brote contagiosamente, como lo hacen los músicos, los dibujantes, los escritores, los simuladores y las escotistas.
Que la sinceridá se instale a flor de piel, y no nos olvidemos de querer, decir y hacer.
Por un brindis sin necesidá de alcohol, con mucho abrazo fraterno, quizá con pocas palabras, pero con profundidá.
Por un momento de encuentro de almas, donde no sea necesario esperar una fecha pa' hablar desde il cuore.
Por un fin de año vero, distinto, quizá con fideos con manteca, pero con un corazón dulce de leche, capaz de condimentar la vida, a riesgo de calorías.
Pa' recordar que la vida es una sola, y el milagro está en nosotros: hacerla vivible, querible e irrepetible.
Por esto y por mucho más: feliz año nuevo, feliz vida.
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