Por Stefano Redaelli
Jesús no se quedó encerrado en la beatitud de su Cielo, o dentro del espacio de nuestra devoción, sino que se perdió por los pequeños y los pobres, por los que están enfermos y de duelo, por los pecadores, po aquellos que consideramos alejados de Dios, de quienes piensan.
¿Para quién naces, Señor?
¿Para los ejércitos que defienden fronteras,
para los hombres sin ni siquiera una tierra,
para la tierra sin hombres libres que la habiten?
¿Para quién naces, Señor?
¿Para los opulentos banquetes navideños,
para los comensales de un altar diferente,
para los augurios que no nos sabemos dar?
¿Para quién naces, Señor?
¿Para aquel hombre que hizo las valijas
y plantó todo: casa, mujer, hijos
porque ya no soportaba los cabellos grises?
Esperándote están aquí los niños.
No ven la hora de tomarte entre las manos
y hacerte nacer en el pesebre de un establo
donde está tu lugar, donde todo es perfecto
como en una fábula, como en un sueño.
Nace pronto, nace para ellos.
Hay una urgente, y callada necesidad.
1 comentario:
De todo corazón quiero felicitarte por la Navidad. Que el Niño Dios te bendiga y te colme de alegría y paz.
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