martes, mayo 01, 2007

Mariápolis 2007


Zarpamos a Bahía Blanca para sumergirnos en la experiencia de una Mariápolis.
Alguna otra vez habíamos hecho lo propio, pero hacia O'Higgins, para pasar la Semana Santa, pero fué cinco años ha.
Nunca es fácil coordinar los días de un fin de semana largo. Sin embargo hubo acuerdo global, de nos los cuatro.
¿Como decirlo?, nos ibamos fuera de casa, pero para mirar hacia dentro nuestro.
No al estilo de un retiro espiritual, sino para vivir una experiencia de unidad.

Imaginemos mas de cuatrocientas personas provenientes de diversas provincias y distintas realidades: Río Gallegos, Comodoro Rivadavia, Trelew, Viedma, Bahía Blanca, Punta Alta, Mar del Plata, Olavarría, General Lamadrid, etc.
Con pequeños desde un par de meses, hasta seres con una experiencia superior a los 80 años.

El lema del encuentro fué: "El amor cambia la sociedad".
Las actividades desarrolladas, tuvieron este lema como idea fuerza.
Los chicos tuvieron su plan de actividades/laburo, y nosotros el propio.

Fueron muchos los testimonios que se presentaron. Algunos de ellos muy concretos, en el accionar cotidiano. A lo largo del sábado, domingo y lunes nos reunimos en grupos, donde fuimos reconstruyendo como nos llegaban estos aportes, y que estabamos experimentando a lo largo de la Mariápolis.
Allí intercambiamos con matrimonios provenientes de Santa Rosa, Lamadrid, Punta Alta, Trenque Lauquen y Trelew.
De a poco dimos nuestros pareceres, y fuimos expandiendo alguna que otra manera de irradiar este amor "de la naturaleza a la mesa".

Ya en la apertura de la Mariápolis, se señalaba que el lema, no apunta a "un amor sentimental", sino a un principio fundamental y motor de la vida: el del amor recíproco. En los talleres, refinamos esto.
En particular en el de política [del día sábado], tomamos como categoría inspiradora reinstalar el principio olvidado de la Revolución Francesa, el de la fraternidad.
El Movimiento Políticos por la Unidad, nace en Nápoles el 2 de mayo de 1996, vale decir en horitas cumplirá once jovenes añitos.
Como factor común del encuentro mariapolita y del MPU, se invita a [re]descubrir la riqueza del otro, sobre todo delue piensa distinto, entendiendo que no hay muchas razas, sino una sola: la raza humana.
Esto promueve crecer junto a las nuevas generaciones, preguntandonos constantemente: Yo, Ahora, ¿qué puedo hacer?
En fin, todos y cada uno de los participantes colaboramos, construimos esta experiencia de unidad, de difícil definición.

Quizá podríamos aproximarnos, marcando la serie de encuentros profundos que se dieron a lo largo de estos tres días, marcando muchas experiencias del amor recíproco, presente en el bar [entre redentores panchos y dulces pastelitos], los talleres [plenos de participación, polenta y anécdotas], o las reuniones [donde el silencio marcaba la escucha participativa y atenta].
En todo momento reinó el clima fraterno, distinguiéndose la libertad para actuar o asistir a los eventos: sin obligaciones, ni compromisos.
Qué decir de la armonía, hecha carne en el sonido y en la música que acompañó a todos y cada uno de los eventos mariapolitas.
A modo de síntesis, adherimos al testimonio del pianista Santiago Wally [Olavarría], quien aludió a la dimensión horizontal del Movimiento Focolar. Algo que lo distingue de otras expresiones, que priman la verticalidad de la Cruz, en tanto aquí se hace carne esta cuestion de la colectividad de la salvación. Un ingrediente que nos permite [y nos ayuda para] empezar a cambiar.
Todo esto y tantas otras cosas, hicieron que nos sintieramos abrazados entre cientos de mariapolitas,
unos desde aquí, y tantos otros desde el Cielo.

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