No tengo idea si es una paráfrasis del rondo de Mozart, o una figura del piano clásico.
Lo cierto es que la mezcla de armonías y ritmos turcos, clásicos y jazzeros, es una maravilla: arranca con ese solo de piano acelerado, que algo tiene del arranque del rondó de Mozart, para que luego se le una el cuarteto en un juego violento y paralelo que termina de la nada en un swing suave.
Uno de esos temas que puede saborearse como un buen mate: sin apuro, y como una compañía que levanta el ánimo, descubriendo nuevos sabores o matices, según la hora del día, el ánimo de uno, y [fundamental] del acompañamiento.
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario