Se están cumpliendo 80 años de la temprana partida de Carlos Gardel, fallecido el 24 de junio de 1935, en el complejo aeropuerto de Medellín.
Gardel es el máximo referente no solo del tango argentino, sino exponente de la “argentinidad al palo”, precisamente cuando se hacen públicos ciertos documentos que vienen a certificar el origen galo del artista nacido en Toulouse.
¿Deberemos acudir entonces los argentinos a una consulta acerca de nuestra cambiante identidad?
No lo creo, al menos no por Carlitos, quien efectivamente sigue creciendo con el paso del tiempo. En popularidad, en devociones, y tantas otras yerbas. Porque la patria, es el terruño que uno quiere.
Gardel podría haber nacido en Timor Oriental, Groenlandia o ande fuere.
Pero su amor, no hay duda al respecto, estuvo en cuestiones bien argentas, tal como lo expresa magníficamente en sus letras.
Además, interesa el criollismo que el desarrolló, y nosotros exacerbamos, siempre hablando en términos generales.
Otros franceses abrazaron nuestra nacionalidad: Paul Groussac, Charles Thays (otro Carlitos), y otros que están en el tintero.
Existen infinidad de facetas del morocho del Abasto, pero despuntemos algunas. Personalmente, creo que Carlos Gardel, fue el exponente máximo de la intuición. Se rodeó de personas como Le Pera, que fueron figuras clave en su crecimiento. De hecho, y esto no es tan difundido, la Paramount lo buscaba, como ícono (y de hecho lo instaló), frente a la temprana desaparición de Rodolfo Valentino. Le Pera, no solo como arreglador, sino como manager, supo negociar un contrato fenomenal y único con la incipiente compañía cinematográfica.
En sus inicios, el actor, arrancó con canciones camperas, y actuaba vestido de gaucho. Siempre tuvo alguna tendencia a cierta obesidad, que debió combatir por cuestiones lírico-artísticas. Y se las rebuscó como pudo. Pese a todo, su devoción a la comida casera es harto conocido. Y en varios casos, cedió a la tentación del puchero, guisos varios y comida casera en general.
Por eso, su capacidad vocal tenía ciertos yeites, que el remedaba de modo genial. Por caso, su manía de trocar las enes por erres, pronunciando/cantando “targo”, en lugar de tango. Por-qué? Para administrar mejor el aire. Son meros detalles.
Pensemos en sus guitarristas, las añejas grabaciones muestran unas guitarras, que amén de los arreglos fenomenales (que no le pertenecián), era instrumentos sin amplificación. Sin embargo, uno las escucha, y al toquecito nomás, sabe que son sus guitarras. Quizá sin ser consciente de su trascendencia, Gardel en su repertorio elegía textos típicos de la época, donde se aludía a la madre, a las mujeres y a los matungos. Arrancó cantando estilos, para luego virar y desarrollar el tango. Acompañado del glamour de aquellos años. Los caballos serían otra pasión del porteñísimo Gardel, que será motivo de otro opúsculo. Notable como se adelantó a todo el mundo. Supo ver en el cine, un motivo de multimedia, y no le esquivó al bulto. Por eso Hollywood lo esperaba, pero el destino de Carlos Gardel estaba sellado. La eternidad lo esperaba, cuestión que tuvo lugar al despegar de Colombia.
Arriesgamos que hubiese sido un cultor de internet, aprovechando todo el potencial que esta herramienta le brinda a los medios convencionales. Como si esto fuera poco, ungió a Astor Piazzolla, cuando ambos se conocieran, allá por 1934, con motivo de la visita del astro al norte para filmar “El día que me quieras”. En una Nueva York distinta, con pocos criollos, ocho argentinos y tres uruguayos, una ciudad, aún devastada por el crack del 29'. En ese contexto, el intrépido gurrumín Piazzolla, de solo 13 años, se acercaría al Middeltowne Hotel, en el 148 East de la calle 148, en la pituca zona donde paraba el zorzal, para obsequiarle una talla de madera, hecha por Vicente Piazzolla. Otro ser tenaz (se corroboran las leyes de Mendel), que dejó de dormir dos noches, para descubrir en la madera, un gaucho que tocaba la viola. La talla rezaba al pie: "Al gran cantor Argentino, Carlos Gardel". Llevaba la firma de Vicente Piazzolla.
Aquel encuentro, cambiaría la vida de Astor al conquistar con su desfachatez a Gardel, por su modo de tocar el bandoneón, por su inglés. Así Astor Piazzolla, fue el mas púber de la troupegardeliana. Los guió por Nueva York, actuó en una película, y hasta lo invitaron a seguir la gira artística con ellos. Cosa que los padres no autorizaron. Afortunadamente, porque hubiera perecido en el accidente de Medellín ...
Quizá por esas cosas del destino, un grande bendecía a otro para que siguiera sus pasos en la difusión del germen criollo, afirmando que 2 x 4 es mucho mas que ocho.
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