Cuando celebrabamos el día del Padre en tierras patagónicas, me enteré de una noticia movilizadora: acababan de compartir en misa del mediodía del Santísimo Redentor que León Dionisio Marqué, el querido Padre Marqué, había pasado a la eternidad.
Pese a sus joviales 100 años, sentí un desgarrito, esa extraña sensación que provoca la muerte en seres que nos marcan y nos siguen iluminando.
Fue mucho mas que el sacerdote que nos acompañó desde el año 1977 en el colegio San Miguel, en tiempos delicados. Fue un cura cercano, un tipo gaucho, dispuesto a hacerse uno con el otro.
Una persona extraordinariamente simple, un ser práctico en varios sentidos.
Probablemente por eso Marqué nos haya marcado (literalmente) a varios.
Al decir de Alfredo Z., un tipo dispuesto a compartirlo todo. Un curita que pregonó a los cuatro vientos, la faceta redentora de Dios (no en vano fue párroco del Smo.Redentor), y la Buena Nueva de Dios Amor.
Hablaba simple, con una pronunciación francesa, mezclando criollos términos como:
- Vos, che!
Si el enojo era importante, cosa poco frecuente: el término era:
- No m'hijito.
Fue autoridad del colegio y de la parroquia, un ser siempre dispuesto a confesar, porque pregonaba que Dios no se cansa de perdonar. Cómo te confesaba, en su oficina, uno sentado frente a otro y conversando como dos seres en paridad de condiciones. No hablaba de castigos. Tenía una mirada muy redentora y amorosa de Dios Padre. Fue de los primeros que siempre habló de Dios Amor. Uno de sus libros de cabecera era Triunfo de Michel Quoist. Por ende Marqué fue un visio-revolucionario. Nos marcaba la presencia de Dios, en cuestiones cotidianas, hasta en la canina vereda impar de Beruti entre Larrea y Pueyrredón!
En su tiempo, participamos de la instalación de la ACA en el Smo.Redentor. Nunca puso reparos ni complicaciones, ni con cuestiones parroquiales, o con el uso del patio colorado para disputar infinidad de picados durante los fines de semana.
En sus catequesis atendía especial atención a los Encargados de Edificios. Nos explicaba que esta gente, eran personas muy sencillas, con una actividad digna, pero que vivían en condiciones que no les permitían tener mas que un hijo. Al menos desde el hacinamiento físico.
En las charlas prematrimoniales, repetía su consejo de poner la cruz, no sobre la cama, sino enfrente. De forma tal que los cónyuges, la tuvieran siempre presente. Y si por algún motivo estaban distanciados, al irse al dormir y mirarla, Dios nos decía:
- Dale che, amigate. No duermas cola con cola. Date vuelta y abraza a tu esposa.
Creo hay infinidad de anécdotas, pero siempre fue un tipo simple, cercano, creo un adelantado para su tiempo. Mi Viejo, promoción 1947 del San Miguel, recordaba que había llegado por aquella época, como un curita joven. Estas experiencias, fueron parte de las que tuvimos, aquellos de las promociones cercanas a 1980. Creo tuvo el milagroso poder, de lograr que facciones opuestas de los revueltos tiempos argentos de los 70' encontraran tanto en el colegio, como en la parroquia, un modo de acercarse entre si, bajo la protección de un Dios conciliador.
Nos casó en 1990, y siempre lo tuvimos cerca, pese a su radicaciones posteriores en Tucumán y en Francia.
Una de sus últimas noticias, la tuve en 2000, con este video donde el Padre Marqué deja en evidencia sus dotes actorales y de cura piola, al participar de Machetes, para su ex alumno Fabián Gianola. Corroborad el actor en potencia que se perdiera Hollywood!
De su eterna cercanía va la anécdota mas reciente, cuando dos años ha, nuestros hijos viajaron juntos a París, y le escribí un mail, para consultarle sobre posibles alojamientos. Al toque me respondió, intentando conectar a ambos con un sanmigueliano que vivía en París. Habían pasado mas de veinte años, y volvíamos a hablar con la cercanía de siempre.
Ese es el Padre Marqué, un verdadero cura gaucho, un hombre de Dios, con miles de hijos en el afecto. Su misión culminó, su paso por esta Tierra fue veramente Redentor, Santísimo.
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