La columna de hoy es la despedida a una de esas personas indispensables, de las que con su laburo, y accionar cotidiano, se esfuerzan para que nuestro mundo no sea igual, sino mejor, menos rutinario y que además tenga letra y humor.
No puedo ser objetivo al decirle adiós a un amigo, con quien compartimos colegio y barrio durante infinidad de años, pero nos une la pasión por la escucha y por narrar historias. Como si esto fuera poco, Alejandro Olmedo Zumarán, el Negro, las protagonizaba en primera persona.
Tenista, bridgista, abogado, escritor, y polemista.
Tenista, bridgista, abogado, escritor, y polemista.
Cultor de un refinado estilo mordaz e incisivo, al que le ponía el cuerpo en primera persona. En sus escritos, siempre estaba presente el humor, cuestión que se evidencia a lo largo de sus frondosos mails. Tanto sus cartas de lectores, como sus WhatsApp, recorrieron todos los puntos del país.
Gran parte de sus escritos podrían ser tomados como guiones para actos teatrales, porque había material de sobra para interpretar.
Lejos de mostrarse a si mismo, en primera persona, interpelaban al lector, lo llevaban a ponerse en movimiento y recomenzar el incansable objetivo por tratar de conformar una sociedad "menos bestial".
Lejos de mostrarse a si mismo, en primera persona, interpelaban al lector, lo llevaban a ponerse en movimiento y recomenzar el incansable objetivo por tratar de conformar una sociedad "menos bestial".
El Negro Olmedo era de esas personas apreciada por gente de todas las edades: mi Vieja, mi mujer o mis hijos. Por Ismael, el mozo de la Pizza Calda, Manuel el cerrajero del rrioba, o por Lanny Hanglin.
Allí teníamos el mayor punto de contacto: la devoción por las columnas del Gato y el Zorro, que solíamos comentar vía WhatsApp a miles de kilómetros. Y también hacíamos otras columnas radiales que versaban sobre temas varios, que rondaban sobre el tenis, i.e.:
Allí teníamos el mayor punto de contacto: la devoción por las columnas del Gato y el Zorro, que solíamos comentar vía WhatsApp a miles de kilómetros. Y también hacíamos otras columnas radiales que versaban sobre temas varios, que rondaban sobre el tenis, i.e.:
Una vez regresado al terruño, luego de una prolongada ausencia, organicé un festejo cumpleañero, donde estuvo el Grone, quien como siempre esparció abundantes dosis de su característico humor.
Como si esto fuera poco, a los diez días, se encargó de juntar a parte de los egresados sanmigueleanos, promoción 80. Evento que tuvo lugar el 21 de septiembre en la vecina parrilla Los Pinos.
Aquella noche, por vez primera nos juntamos varios ex alumnos, convocados por el Negro, quien no pudo asistir por una súbita descompensación de su madre.
Aquella noche, por vez primera nos juntamos varios ex alumnos, convocados por el Negro, quien no pudo asistir por una súbita descompensación de su madre.
El domingo 15 de octubre, recibí su última carta de lectores, que lleva por título "Normas Básicas", y remataba así
La luz amarilla de los semáforos, según el tratamiento que le damos aquí se asimilaría a una autorización para acelerar y cruzar finalmente con luz roja.
Muchos me dicen que soy exagerado cuando me fastidio y digo que cualquiera de estos incumplidores y seguramente ya sucede, puede ser funcionario, legislador, juez o Presidente.
¿Me pregunto, si es buen antecedente, para una sociedad de la cual se eligen los funcionarios públicos, que sus integrantes no cumplan las normas básicas?.
Evidentemente, somos inmaduros, porque creemos que hay reglas que no merecen ser cumplidas, no obstante como lo muestra la triste realidad, luego nos parece, que el incumplimiento de una regla más, no causará daño, es solo una más, luego violamos a dos, tres y concluimos violando la Constitución Nacional, al llegar a este aquelarre, el resultado es claro, basta ver en lo que se ha convertido la Argentina, lo que no es validado porque en otros países pase lo mismo.
El cumplimiento de la ley es esencial para el progreso de una sociedad, mientras sigamos violándolo no seremos un país serio – Alejandro Olmedo Zumarán.
Gracias y hasta siempre Negro.
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