martes, julio 10, 2007

Caro Vittorio

A continuación comparto un artículo donde nuestro amigo Alberto Barlocci, habla de Vittorio.
Ese mito viviente que suena por todos lados donde haya focolares.
Cuando vino Beni a Trelew, dijo que el mensaje de Vittorio era que "nos quería mucho".
Como yo no tenía el placer de conocer a Vittorio, mucho no capté.

Pero ayer [9 de Julio] escuché una charla [grabada] de Vittorio, donde hablaba de la familia.
Eso me impactó, y ahora esta carta de Alberto, corrobora como la Tierra está llena de gente de bien. Que no siempre son noticia, por eso las rescatamos, y las promovemos.

La vida de Vittorio Sabbione es para deleite.
Resulta que este focolarino, se casó joven y enviudó al año.
Era un prestigioso abogado de Turín, conocido y destinado a ser figura política.
Durante la guerra salva la vida de milagro, logrando convencer a los carceleros nazis que los habían apresado junto a unos cuantos partisanos. Como el ejército de Furher se estaba retirando los estaban por fusilar. La labia de Vittorio convenció a los militares que no ganaban nada matando a ese grupo, ya que se iban.
Luego de la guerra la experiencia de la reconstrucción moral y material.
Su trayectoria prometedora, el matrimonio por amor a una joven con sus mismo valores cristianos y la precoz viudez.
A comienzo de los '50 arriba a Turín una de las primeras focolarinas que literalmente lo fulmina.
Es como el joven rico del Evangelio, solo que Vittorio, se amplia cultura, capta inmediatamente el mensaje que hay atrás y su novedad y lo proyecta en la visión social. Pero capaz de grandes gestos, intuye que lo suyo está en seguir a esas jovencitas que en realidad ni tenían la visión de la que era capaz él.
Se enamora ya no más de una persona sino de un Carisma. Y tan grandote como siempre fue, se hizo pequeñito al lado de esta gente que enseguida lo amó y respetó mucho.
Estuvo al lado de Chiara en momentos duros, cuando la Iglesia parecía inclinarse por disolver el naciente movimiento. Allí su capacidad como jurista fue clave, porque acompañó ese proceso y soportó las dudas que nos planteaba el código de derecho canónico de ese entonces. Chiara lo aprecia aún hoy también por eso.
Luego llegó el momento de embarcarse para la aventura argentina. Ni media palabra de castellano, sin plata, con algunas pocas direcciones. Era todo lo que tenía este hombre.
Cruzó el charco y se instaló en Buenos Aires.
Oyó que alguien nos conocía en el norte y sin más se fue allí. Y allí se hicieron las primeras mariápolis, en Sta. María de Catamarca. Con los pobres, sin otros medios que: contar lo que había encontrado. Y la gente entendía su cocoliche medio cómico.

Fue el impulsor de la editorial, "vió" sin que hubiera nada que en O'Higgins podría surgir una ciudadela.
Fue un padre para muchos que hoy sienten que él es su padre espiritual. Y comprendió la necesidad de la dimensión social en estos pagos. Hizo que muchos aprendieran a pensar con Jesús en medio, a razonar, a sacar de la Sabiduría de Dios, los conceptos con los cuales armar propuestas e ideas.
Tantas obras sociales e iniciativas se deben a gente que aprendió de él que el Evangelio entra en todos los intersticios de la vida, si no es mentira y olor a chirios.
Ahora anda ahí, viejito, con la memoria hecha un colador, el cuerpo doliente de tantos años y de tantos maltratos, pero la mente metida constantemente en el amor. Hasta desvaría, se cree en otro lugar, casi siempre es otra mariápolis, otro focolar, es decir siempre otros lugares relacionados con su alma. No es que se imagina en un cine o en un bar.
Es increible, porque son situaciones en las cuales el incoscientes de la persona puede dejar salir hasta barbaridades, cosas que uno guarda adentro y que con los frenos morales controla.
Pero él no, abierto el sótano del inconsciente sólo sale amor, la sonrisa, el sí, Dios, María, Chiara, los demás de su focolar, ni una palabra fuera de lugar, mínimamente mala o solo negativa.
Es como si el Eterno Padre hubiera transformado en un niño su alma, la blanqueara y en ella no hubiera más lugar para lo que no es amor. Hacia afuera, es un viejito de 86 años, deshecho, sin memoria, perdido y que no controla más su mismo cuerpo. Hacia adentro, es presencia del amor de Dios, el del mismo Tata, el suyo, y el de muchos que lo quieren y están no más con él, sino en él. Creo que cuando el Eterno Padre querrá recoger esta flor rara, lo hará con tijeras de oro. Este es Vittorio.

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