El cierre de un ciclo, deja la imagen final e imprime carácter, acerca de como fueron las cosas. Ciertamente no es este el mejor modo de concluir dos mandatos presidenciales, con una decisión inesperada e inexplicable. Aquella por la cual, Cristina Fernández no concurrirá a entregarle el mando a Mauricio Macri. Una pena.
El escribano general de la presidencia, Natalio Etchegaray, nuevamente tendrá que hacer frente a piruetas varias.
Por cierto, Etchegaray llegó como escribano para asistir en la asunción de Raúl Alfonsín, en aquel inolvidable 10 de diciembre de 1983. Cuando le entregó la lapicera para que Alfonsín rubricara asumiendo la presidencia, la tinta no fluía. En aquel momento, el presidente le espetó,
- Pero escribano, ¡estamos empezando muy mal!
Cuando tuvo que entregar el mando en forma adelantada en julio de 1989, Etchegaray pensaba decirle a Alfonsín, que era preferible empezar mal, pero no terminar de aquel modo. No se lo dijo, por el profundo aprecio que tenía por el presidente Alfonsín.
El escribano continuó con el gobierno del Dr. Carlos Menem, y también con Fernando De la Rúa. Luego vendría el fatal diciembre de 2001, donde un presidente renunciaba, inaugurando un período novelesco del país, donde el escribano tuvo un papel importante, para tratar de proceder legalmente, aún en medio del caos.
Ahora tenemos esta frutilla del postre, que de algún modo pone de manifiesto algo que es sabido, en Argentina, el protocolo, es una cosita, una “nimiedad”. Por eso se dan estas situaciones saineteras.
Nestor Kirchner juró ante el Congreso en 2003, y recibió la banda y el bastón presidencial en el Palacio Legislativo. Como el lugar para recibir los atributos presidenciales, no es el mas adecuado, Kirchner recibió el bastón presidencial al revés, por eso debió acudir a una pirueta poco protocolar.
Esta novedad, la de privar al público de un pase democrático histórico, precisamente por el cambio de signo político, le da ribetes vodevilescos, pero no le resta su esencia democrática. Que no es un juego, sino un compromiso que debemos jugar todo el tiempo: ganemos, perdamos o empatemos.
El escribano Etchegaray, oriundo de Tandil, es aficionado al tango y al lunfardo. Entre sus libros, se encuentran “De Garay a Gardel” (1999), “Don Osvaldo” (2005), “ De Yrigoyen a Pugliese” y “Protocoleando”, ambos de 2006. Ahora tendrá material adicional para una obra costumbrista, que rumbeará del protocolo a la incertidumbre, pasando por los globos.
El objetivo será lograr como miembros de esta sociedad, el apego a las reglas, y promover la confianza en las instituciones y las personas. Pero el desafío para el escribano, será relatar la asunción en ritmo tanguero, como para honrar el día nacional del tango, que será el 11 de diciembre.
Un corte, un presidente y volvemos ..
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