domingo, octubre 08, 2006

Hay que morir para renacer


Nos gustó [y mucho] esta entrevista de Milagros LEIVA GÁLVEZ publicada en el diario El Comercio de Perú.

El médico argentino estuvo en Lima.
Esta es su visión sobre el pasado no resuelto, sobre cómo cerrar círculos y finalizar etapas

Tiene la misma barba de Freud, la misma mirada escrutadora de psicoanalista que te escucha alerta y te corta cuando se acaban los 45 minutos de sesión. Esta vez Carlos Martínez-Bouquet solo ha mirado su reloj para advertirnos que  a cierta hora debe partir al aeropuerto, pero  que tenemos todo el tiempo del mundo para hablar de finalización, para aprender a cerrar círculos. El doctor que viaja por el mundo enseñando el aporte del psicodrama, está convencido de que la espiritualidad es la mejor compañera de la razón. Es importante pensar, pero también sentir. Estudioso del budismo y buscador de experiencias místicas,  sabe que la vida es un movimiento continuo. Que es importante morir para volver a nacer. 

¿Por qué a la gente en general le cuesta soltar su pasado?
Estamos colocados entre un futuro que contribuimos a crear, un presente ancho que es lo verdaderamente cierto y un pasado que si nos prendemos nos enfermarnos. Justamente la capacidad de separarse del pasado es lo que permite crecer y estar sano. Cuando uno se prende produce síntomas.

¿Qué síntomas?
Por ejemplo, depresión. Por ejemplo, no reconocer que ya no tengo 17 años, que mi matrimonio fracasó, que esa relación no andaba más. Por ejemplo, no aceptar que la muerte es algo que está constantemente acompañándonos y matando el presente.

¿Es un poco morir para renacer?
En el budismo tibetano es muy claro esto. Se habla de la impermanencia. La vida no es continua, constantemente se muere y se renace, todo el tiempo. Me parece muy sano tener esa percepción de la vida porque es lo que te ayuda a superar las cosas.

¿Cómo superar eventos dramáticos? Por ejemplo hay niños que fueron violados, mujeres agredidas. ¿Cómo salen de eso?
Estos temas que planteas son particularmente duros, que producen enfermedad y para eso está la psicoterapia.

¿Para matar ese pasado hay que pasar por un tratamiento?
Es lo más efectivo, me parece muy difícil que la persona lo supere solo. El hecho mismo de mantener el dolor de aquella situación que aparece como síntoma es índice de que no se ha podido modificar la experiencia. Cuando nos alimentamos no asimilamos todo lo que comemos, tenemos que hacer digestión. Lo mismo pasa con la vida. Yo entiendo que la vida tiene enorme cantidad de dimensiones pero uno no puede pensarlo. Lo que se hace primero es transformar lo vivido en vivencias y estas vivencias pueden transformarse en discurso. Cuando sucede esto ya se puede pensar y si lo hacemos bien, eso vivido no nos queda como un pedazo de alimento que nos produce sufrimiento.

Propone digerir lo vivido.
Exactamente. Esto se llama metabolismo de los significados. Una situación traumática, una violación por ejemplo, es un impacto tan fuerte que el individuo puede ser incapaz de digerirlo y le queda como un pedazo de carne no asimilada y que da constantemente síntomas.

¿Aun no teniendo experiencias dramáticas, por qué resulta difícil cerrar los círculos?
Porque no solemos conectarnos con la muerte. Por eso no sabemos finalizar etapas.

Es que la muerte asusta...
Por supuesto. Nos produce miedo porque es desconocida. Vengo trabajando con talleres de conciencia de la propia muerte desde hace treinta años y sigo comprobando que el gran tabú actual es la muerte. Es una prohibición psicosocial. 

¿Qué otra cosa está prohibida?
Reconocer como uno desprecia a los demás y a sí mismo. Uno ve a un pobre en la calle y mira a otro lado, para borrarlo. El desprecio a uno mismo es igual de intenso. En el proceso creador, por ejemplo, las inhibiciones para escribir tienen que ver con un personaje interior que dice que estamos escribiendo estupideces. La persona se boicotea, se desprecia a sí misma, porque cree que no puede crear. Es como pensar que se es un bobo o un tonto que no debe hacer nada porque será un fracaso.

¿Es aprendido?
Mi hipótesis es que ese personaje que nos dice que todo nos va a salir mal está dominando otra parte. Freud habló de un Súper Yo y de un Yo. En mi  opinión esta relación tiene que ver con un camino sistemático hacia la abstracción y para que esto se dé tiene que haber una escena de sometimiento. La razón tiene que someter a la fantasía inconsciente. Esa es la clave. A los niños se les enseña muy pronto a concentrarse y a abandonar modos emocionales de entender el mundo para pensarlo con palabras. Está muy bien entender las palabras, lo que no está bien es anular la fantasía. Por eso, más tarde, cuando aparece el hipercrítico cruel imaginario que dice que todo está mal, el proceso creativo se aborta. Y como pensamos que la producción nuestra tiene que ser perfecta nos maltratamos.

Todos los psicólogos y libros de autoayuda sugieren disfrutar el presente sin mirar tanto atrás. ¿Cómo lo ha logrado usted?
No creo que lo haya logrado del todo, pero presto bastante atención a no prenderme de lo muerto. Tengo experiencias desde muy chico de enfrentar la muerte. Cuando tenía 4 años murió mi hermana que tenía 7 y esa fue la experiencia traumática de mi vida. Esto apareció después cuando estudié e hice psicoanálisis y pude reconocer por qué mi interés por la medicina, por la muerte, por la psicología y por la espiritualidad. En ese momento no me lo explicaron, pero completé la explicación gracias al movimiento transpersonal, pues reviví la muerte de mi hermana.

¿Y qué vio?
Mi hermana murió a raíz de una bronconeumonía, en la época que no había antibióticos. Me llevaron a otra casa y un mes después regresé, pero esa mañana había mucha gente. En un momento una amiguita mayor me dijo: "¿Sabes que Tita murió?". Yo salí corriendo a esa pieza cerrada. Abrí la puerta y me encontré con un cajón blanco y velas. Me fui sintiendo que ya no había más nada que hacer. Eso lo reviví muchas veces. Pero cuando hice la experiencia de hiperventilación apareció otra parte de la escena que seguía reprimida en la que yo decía: "De esto yo me voy a vengar". Ese conocimiento me permitió explicar conductas mías incomprensibles, como la búsqueda de la violencia que nunca llegaba a realizar porque no soy un tipo violento. Me avergonzaba y no lo entendía.

Usted habla de la teoría de la escena. A veces, dice, no salimos del escenario y seguimos muy cerca del objeto del deseo.
Durante toda nuestra vida guardamos distancias distintas con las personas y las situaciones. En cierto momento uno se conecta emocionalmente y  está en el escenario, con distancia mínima, en otros momentos tenemos una visión desde la platea y otras veces pensamos la situación como si estuviéramos en el hall, la idea es ir variando de distancias.

¿Para cerrar los círculos es mejor ir a la platea?
No, lo mejor es el movimiento de acercamiento y distanciamiento. La mejor comparación tiene que ver con el músculo que no está bien porque esté relajado o tenso, está bien porque está en movimiento. Lo mismo pasa con la psique, si uno se queda en una sola cosa está mal. No puede haber duelo si solo te quedas en el escenario y si lo niegas, que es irte a la calle, peor todavía.

Las rupturas amorosas siempre causan drama...
El amor es una de las cosas que auxilian la vida, es saludable, pero también hay frustración. Lo importante es saber elaborar qué pasó. Si uno es capaz de reconocer que la relación ha muerto no se enferma, pero el asunto es reconocerlo en serio.

¿Se puede hablar de olvido o mejor decimos perdón?
A mí todavía me cuesta perdonar a quien no cumple su función médica con propiedad. Entiendo que no está bien, pero no puedo evitarlo. Lo que pasó con mi hermana fue un mal diagnóstico y de allí me viene.

¿No es posible perdonar?
Claro que sí, incluso hay gente con una capacidad amorosa impresionante y por eso existen los santos que no conservan nada de rencor. Otra condición más asequible al humano es la del guerrero que se indigna y quiere suprimir algo que no está bien. Este proceder es quirúrgico.

Hay gente que dice que nunca perdonaría una traición y cree que quien lo hace es indigno.
Yo creo que sí se puede perdonar porque eso da tranquilidad, pero también pienso que no hay que perdonar antes de tiempo. Mientras uno conserva odio adentro no sirve y solo produce enfermedad. Es preferible ser un poquito más malo y esperar el momento adecuado para el perdón, que es muy importante para avanzar. Cuando trabajo el duelo con mis pacientes, una de las escenas que instalo es la conversación con el muerto. Así el paciente tiene la posibilidad de decirle todo lo que no pudo decirle, ya sea culpa o reproche. Eso facilita el  perdón.

¿Por qué nos quedamos enganchados en cosas que nos lastiman? Por ejemplo, trabajos que no nos gustan.
Yo creo que en el futuro uno de los derechos humanos será poder poner en juego las vocaciones. Es falso que existe una sola vocación y conducir a la gente a una sola vocación es un arbitrariedad de nuestra cultura para fabricar esclavos. Yo conocí a una chica exitosa, que tenía una excelente posición y un buen sueldo, pero llegó a consulta por una depresión. Una de las cosas que saltó fue que no le gustaba su trabajo, pero que se sentía halagada; cuando descubrió que le gustaba hacer otras cosas le dije que me parecía patógeno que no realizara sus deseos y cuando lo hizo fue como si volviera a nacer. Por eso hay que dar importancia a esas vocaciones sofocadas para no enfermarse.

¿Cómo buscar la luz  en el túnel?
Yo no he pasado por una situación personal que pueda llamar túnel oscuro, he pasado por situaciones de angustia como la primera separación de mi mujer, que fue un evento doloroso. Pero lo importante para no perderse es reconocer algún sentido en la vida, estamos demasiado fascinados por nuestra conciencia de individualidad. Uno es la familia, la humanidad.

Una curiosidad. ¿Cómo hace para no enfermarse después de escuchar tanto tormento?
Los psicoanalistas seguimos siendo analizados, esto nos da la suficiente salud para no meter excesivamente lo propio en el paciente y cuando uno tiene demasiado trabajo debe tomar distancia. Yo aconsejo a mis discípulos no tomar a demasiados psicóticos juntos.
¿Por que le interesó el psicoanálisis?
En primaria me interesaba mucho el ser humano y descubrí un librito que se llamaba "Freud y los actos maniáticos". Yo era el inteligente de casa, siempre trataba de entender las cosas. Mi madre me decía que pensaba demasiado y siempre quise encontrar las claves.

¿Usted, que parece haber encontrado las claves, está preparado para su muerte?
Creo que sí, he dramatizado esto en otros talleres y no me asusta. No sé qué pasará en el momento en que me falte el aire y no pueda respirar, pero tengo una cierta tranquilidad que tal vez tiene que ver con ese equilibrio. Me gustaría en ese momento decirle a los chicos chau y que no se asusten demasiado.

¿Cuántos hijos tiene?
Siete hijos y nueve nietos. Uno de mis hijos es psiquiatra y el mayor está comenzando a estudiar psicología después de haber vivido toda su vida como empresario.

¿No hay nada como la familia, no?
No hay nada como sentir el afecto.

¿Y puedo conocer los motores para evitar trastornos?
Que las necesidades primarias estén satisfechas; que los deseos principales se conozcan y tengan un camino de realización; que las vocaciones estén en actividad y no sofocadas; y por último tener la valentía de reconocer el sentido de trascendencia.  Esto es vital.

LA FICHA

  • Nombre: Carlos Martínez-Bouquet.
  • Profesión: Médico, psicoanalista.
  • Edad: 78 años
  • Experiencia: Especialista en psicodrama, análisis bioenergético y psicoterapia individual, grupal y transpersonal. Profesor de la Universidad de Buenos Aires.
  • Publicaciones: "Psicodrama psicoanalítico", "Fundamentos para una teoría del psicodrama".


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