Cuando leí el mail, donde me pedían que escribiera algo acerca de Paco de Lucía, por su reciente partida, me quedé helado.
Porque Paco, con sus juveniles 66 años, tenía (aún) muchísimo para dar.
Que decir de este gaditano, que impulsó el flamenco, popularizandolo como pocos, o ninguno.
Más aún, se animó a fusionarlo con el jazz, la bossa nova, e incorporarle otros aires, como los del cajón peruano.
No se.
Quizá deberíamos (firmemente) proponernos escuchar un disco entero de Paco, el que recordemos.
Y tenemos producciones que van desde 1963 (Los chiquitos de Algeciras con Pepe de Lucía), hasta 2014 (Requiem).
Hombre vasto, autodidacta. Trabajador de trastes y cuerdas.
Su padre, Antonio Sánchez, lo hacía practicar el instrumento varias horas al día.
Quizá no hubiere una escuela formal, pero cuando uno recibe lecciones de su padre y de su hermano (Ramón de Algeciras), y lleva el instrumento en la sangre, difícilmente el destino logre torcer este encuentro mágico.
Así fue Paco, un artista fenomenal.
De esos que uno escuchaba, y aún teniendo un toscano en la oreja (como muchos de nos), lograba identificarlo al instante.
No precisamente por sus melodías melosas o pegadizas, sino por el rasguido innovador, el taconeo que uno empezaba a experimentar y la polenta (silenciosa) que nos transmitió a lo largo de 51 años de grabaciones.
Personalmente valoro aquellos conciertos junto a Al Di Meola y John McLaughlin, aunque todo resumen deja perlas en el camino.
Este caracter de autodidacta, pero cultivado, preparado para experimentar hizo que Paco fuese reconocido y valorado fuera de España.
Su obra ayudó a que España saliera de cierto ostracismo político, y se expandiera también con su música flamenca, con el agregado de toques internacionales. Como decíamos antes, logró incorporar el cajón peruano, y nos hizo degustar el flamenco.
Su vida personal, pertenece a la esfera privada. Paco fue una persona reservada y lo respetamos, porque hablamos del artista, y no de la persona.
Nos dejó mudos, porque su pellizco de cuerdas será único y añorado.
Sus blancas camisas de anchas mangas, como su voluntar de trascender, en lugar de quedarse tranquilo en un género, sino de andar por los márgenes y fusionar sin confundir géneros, será motivo de alabanzas.
Así supo cruzar flamenco con jazz, el blues, música hindú, salsa, bossa nova o música árabe.
También contribuyó a difuminar las frontera entre música culta y popular.
Un doctor universal de la globalización, que supo templar las cuerdas para sanar nuestro mundo.
Gracias Paco. Nos deja "entre dos aguas", y sin palabras ...
Compartimos la despedida de Francisco Barbachano
Réquiem en memoria de Paco
¡Que se callen las guitarras!
que las primas y bordones,
están de luto en España;
porque Paco de Lucía
en la Gloria ya descansa.
Algeciras con crespones
amaneció esta mañana,
con un terciopelo negro
que cubría una guitarra;
la de Paco de Lucía
el genio que la tocara.
Ramón Montoya en el Cielo
con su sonanta afinada,
junto a los Santos espera
de Lucía su llegada.
Templa las cuerdas Montoya;
prima y bordón se le escapan:
que tocar por alegrías
hoy es pena gaditana.
Ha muerto Paco de Lucía
en la playa mejicana,
inmerso “entre dos aguas”
como aquel día soñara.
¡Que se callen las guitarras!
Que con crepones de luto
han cubierto su sonanta;
la de Paco de Lucía,
que en la Gloria ya descansa,
Francisco Barbachano
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