Este 2 de abril, se cumplirán 32 años del desembarco argentino en las Islas Malvinas.
Capítulo ciertamente nefasto para la historia argentina, que seguimos evocando como una gesta épica. A lo largo de todo este tiempo, bien podría haber mediado un tiempo para la autocrítica, y ver que las cosas no se resuelven por la fuerza.
El gesto del desembarco, fruto de una operación largamente prevista por el comandante Anaya y el general Galtieri, buscaba provocar la escalada a partir de un hecho, como el desembarco en las Islas Georgias del Sur con un buque factoría para desmantelar una factoría ballenera. Hecho de público conocimiento con la autorización del gobierno británico. El tema, es que entre los que formaban parte de la tripulación del buque, varios formaban parte de un grupo comando de la marina argentina. Allí se iza la bandera argentina, provocando la inmediata protesta de Londres. Como respuesta, enviarían un buque oceanográfico inglés con Marines desde Malvinas, para repatriar a los miembros de la tripulación. Hay un video captado por un documentalista francés, sobre el izamiento del pabellón argentino. Quien procede a subir la bandera, es Astiz.
El gobierno argentino, finalmente adelanta el desembarco, y el 2 de abril de 1982, empieza un nuevo capítulo. Setenta y dos horas antes, se había producido un paro general de la CGT, con movilización hacia Plaza de Mayo, constituyendo la movilización mas fuerte y masiva que recibiera el gobierno militar desde 1976. Vale decir, la sociedad parecía ir cambiando, encontrando su rumbo.
Sin embargo, este hecho puntual, cambió por completo la óptica. La plaza de Mayo, volvió a llenarse el 2 de abril, manifestandose a favor de la toma, y por la recuperación de las Islas Malvinas. Galtieri malinterpretó las (confusas) señales de nuestra sociedad, y vio la oportunidad de perpetuarse en el poder, y pasar a la historia como un prócer.
En un lapso breve, pasó a buscar nuevos aliados internacionales en el campo diplomático, y confió ciegamente en su poder estratégico, por cierto inexistente. Por algo en la Academia de West Point, Galtieri fue un pésimo alumno. Pero muy pagado de si mismo, y esa terquedad lo llevó a ir adelante en un plan que se fue desdibujando e improvisando a lo largo de todo el conflicto.
Ni que hablar de la escasa preparación de las tropas enviadas y los pocos recursos con los que se contaban, máxime en una zona, donde el clima siempre es cruento.
Pero la gran sorpresa la dió nuestra sociedad, que apoyó el conflicto, y fue seguido como un partido de fútbol, como espectadores gritando los hundimientos como goles. Atizados por cierto desde los medios oficiales, el grado de contagio que estos generaban y la férrea censura. Tampoco todos lo que apoyaron la toma, no necesariamente apoyaban la postura del gobierno militar. Pero todo fue muy malinterpretado.
Un gobierno que persistió, a costa de vidas de inocentes. Una sociedad porteñocéntrica que reaccionó tarde, cuando en realidad bastaba con sintonizar alguna radio uruguaya para ver una apreciación mas objetiva del conflicto.
He allí algunos antecedentes de estas miradas contradictorias de nuestra sociedad.
No puedo cantar ninguna marcha de Malvinas, y menos entender como se pretende seguir con una mirada tan miope en la enseñanza oficial. Parece que de esta derrota, poco y nada aprendimos.
1 comentario:
Yo tenía 11 años y todavía recuerdo el discurso de Galtieri borracho.
En casa lo único que se agarraba de Uruguay era Radio Colonia. Mis viejos escuchaban pero yo no entendía nada. Lo que sí comprendía era el clima de confusión que teníamos todos por ese entonces.
Abrazo grande
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