Hay prendas que nos deslumbran, aún cuando permanezcan guardadas por muuuuuchos años.
Algo así sucedió el primer sàbado de abril de 2019, cuando dispusierame a enfundarme en el traje de padrino de boda de mi (ex) pequeña gran Tini.
Siendo la primera hija que se casaba, había infinidad de cuestiones en la previa. Algunas de orden mayor, otras de ìndole logística, pero todas con su peso, para que el evento fuese una celebración colectiva.
Llegado el gran día, había un lógico y desbordante nerviosismo. Uno de los aciertos, fue acercarme a la peluquería con el motivo de emprolijarme. Ver otras personas haciendo su vida normal, y luego de conversar con el barbero, regresé alviado y renovado.
El momento de la boda era inminente, tan solo había que lustrar los tamangos, planchar la camisa, etc.
En ese momento, el Benjamín arremete solicitando vestimenta:
_ Cómo, no tenés corbata? -preguntele con cierta preocupación.
_ No Viejo, vos mismo me dijiste que tenías varias …
Absolutamente cierto. Raudamente desempolvamos las cravates que sobrevivieron a n mudanzas, y a esta onda m&m, de cuellos desprendidos. Finalmente logró hacer una selección de tres candidatas.
Mientras tanto, yo permanecía inalterable, convencido de mi elección: mi corbata, seguía enfundada en su cobertor, dentro de una caja.
Ya cercana la hora en que debía rajar de casa, para buscar a la Novia y dirigir juntos a la Iglesia, me dispuse a hacer el nudo de la corbata. Cuando hube de sacarla de su funda (cuestión que no hice a lo largo de los veintitantos años), reparé en lo descolorida que estaba en ciertas partes.
A la pelota, pensé, y ahora que cazzo hacemos …
Allí recordé que la bendita corbata, había resistido el paso del tiempo, desde el primer sábado de abril de 1990, porque la había utilizado mi suegro, el Doctor.
Habían pasado (tan solo), 29 añitos, y deduje que algún poder mágico habría de tener, porque de otro modo, no comprendía, como cazzo seguía estando tan a mano, luego de tanta vida, con hogares y ropajes diversos.
Me dije, no ha de ser casual entonces.
Ni bien me hice el nudo, vi que era corta.
Sonamos pensé ....
Mas, afortunadamente, el bendito chaleco salvó las papas.
Una vez que me puse el chalequillo, y luego me calcé el jacket, la pequeña gran corbata, comenzó a recuperar brillo. Diría que lucía como aquel día en que me casé. Ahora, venía a acompañar a otro padrino.
Creo lo hizo bien, porque dicha prenda es esencial, ya que uno debe sentirse a gusto con ella. Allí comprendí el profundo significado y algún mensaje del mas allá que portaba aquella pequeña gran corbata, gesto elocuente en este momento inolvidable.
9 comentarios:
Siempre lo que nos sucede es por algo. Felicidades padrino!
Linda historia!!
Kikillo, seguramente estaba presente!!!
Feliz Aniversario!!!
♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️♥️ que linda nota papa! te quiero mucho!
Y ...Quique ,quedaste hecho un Dandy, como debía ser. Me encantó el comentario. Felicidades !!
Que lindo Quique!....seguramente Lemuel presente!
Un grande Quique! Bellísimo relato! Lamento no haber podido acompañar en persona ese gran momento. Un gran abrazo.
qué increíble cómo desde donde esté el papi participó del evento a través tuyo!
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