Muchos historiadores utlizan la investigación historiográfica para comprender hechos del presente.
Parten de determinados hechos, que usan como disparadores para entender y discutir conceptos actuales.
En la asamblea ateniense luego de la reforma clisténica [siglo IV AC], el pueblo ateniense logra poder soberano en las decisiones de Atenas, y la aristocracia pierde su lugar prepoderante.
El primer concepto a desarrollar es de de la asamblea como sujeto político. Una cuestión a tener en cuenta, era bajo qué condiciones un grupo, un colectivo dentro de contextos institucionalizados o no, podía transformarse en sujeto político.[1]
Una de las condiciones para que el sujeto político surgiera, tenía que ver con algún acontecimiento que transformara una situación dominada por determinado grupo. En algunos casos mediante la revolución, en el caso de Grecia, el grupo dominante era la aristocracia.
El revisionismo historico sobre la democracia ateniense fue cambiando, según la visión que se tenía en el momento de estudiar el fenómeno. En la Inglaterra del siglo XIX, se analizaba el imperialismo griego y su influencia sobre la democracia. Si uno analiza historiográficamente las distintas perspectivas de a Atenas democrática, notará que en distintos momentos se conforman diversas miradas sobre un mismo fenómeno, acorde con la situación desde la cual se aborda el fenómeno.
Hay entonces una Atenas democrática que es una Atenas burguesa, existe otra mirada sobre la Atenas imperialista, en relación con la expansión inglesa. Esto tiene que ver con la característica de reflejar/destacar ciertas visiones del presente comunes al pasado que se rescata.
La construcción de un pensamiento contemporáneo, a partir de un hecho pasado, permite "pensar situaciones", pensar que se vuelve significativo, tanto para el que lo piensa, como para aquel que accede a ese pensamiento.
Surge entonces la pregunta sobre la asamblea, si tiene alguna conexión con nuestro presente.
Tanto en las asambleas atenienses, como en las barriales de 2001, las de Gualeguaychú, o las de Colón, hay cuestiones comunes a pensar: cómo se conforman, y los contextos. En todas ellas se solicita a la gente, a un cuerpo colectivo, en ppio.no delimitado, decidir cuestiones, sin esperar soluciones externas.
En definitiva, un mecanismo institucional se transforma en una decisión política. Prácticamente se hacían cargo de cualquier situación que surgiera. Esto provocó en Atenas, que miradas conservadoras como la de Aristóteles, viesen allí una ausencia de ley. Una situación donde cualquier decisión emanada de la asamblea impone las condiciones para el resto de la comunidad.
En este sentido, la idea de sujeto político subyacente, es la organización de un dispositivo para decidir. Para tomar medidas políticas, aún con pocas condiciones de certeza plena, acerca de las consecuencias de dichas medidas.
Comienza a funcionar entonces, la soberanía de la asamblea, se pone en movimiento la autonomía de un cuerpo colectivo que decide sin representantes intermedios, llegando a tomar decisiones sobre cuestiones que pueden ser de vida o muerte [tal el caso de las guerras], poniendo de manifiesto el corazón del cuerpo político.
Trasladándonos a las asambleas argentinas, que arrancan en la década de los 90`en Cutral-Có, y las posteriores a la crisis de 2001, todas ellas arrancaron sin pedir nada al Estado. Se asociaban ante el vecindario, u otra entidad que los nucleara. En las de la crisis, el factor aglutinante fue la consigna "que se vayan todos".
Pero, ¿cuáles son los mecanismos que se ponen en juego, al producirse el encuentro?
Donde los que ya están allí [en la conducción de las asambleas], se autorizan a hablar, y se autorizan a decidir, en principio con la fuerza propia, don la propia potencia de haberse autorizado a actuar de esa manera.
Las asambleas de Gualeguaychú [contra las papeleras], invitan a ver el rol político de las mismas, y su soberanía. Sin embargo, recibieron amplias presiones desde diversos sectores políticos, y de entrada no lograron colmar las aspiraciones de sentido común, o mayor moderación. Ya que cuando decidían, decidían otra cosa.
Esto pone de manifiesto que en un contexto institucional del siglo XXI, no se puede calcar el funcionamiento de las asambleas atenienses, y menos aún pensar que se puede gobernar [un Estado] sobre la base de las asambleas.
Sin embargo, hay personas que se comprometen con el funcionamiento efectivo de las asambleas, creando así la posibilidad de instalar una verdad que tiene que ver con la situación relativa de tomar decisiones.
En una asamblea, los participantes utilizan un mecanismo para convencer o dejarse convencer. Aquí entran en juego las posibilidades de discusión y construcción de idea colectiva, que será verdad. Siempre y cuando sea votada por la mayoría.
Si uno no está convencido, y sostiene posturas contradictorias, convalida la decisión de la mayoría, como la decisión de todos, una vez que se vota.
Ese tipo de situaciones son el punto final del recorrido. Si existe un compromiso real respecto al buen funcionamiento de una asamblea [respetando las normas], la decisión final es aceptada por el resto de los asambleístas, tal como sucedió al levantar el corte de ruta en Gualeguaychú.
Esta aceptación es todo un desafío, y exige una confianza en el buen funcionamiento de las mismas.
Por cierto hay otras objeciones hacia el mecanismo de las asambleas, en particular frente a aquel que logra convencer a los demás: el demagogo de la Grecia clásica [y no era un término peyorativo en aquel entonces]. En el funcionamiento ideal, se debe convencer a los asambleístas a partir de una situación puntual, no se puede venir con un discurso armado de antemano.
La crítica aristotélica, como la de muchos intelectuales, es contra el sistema de gobierno democrático, en las asambleas, no ven con buenos ojos que el pueblo "se deje convencer". Sin embargo, esta aceptación se da, siempre y cuando la propuesta que el pueblo escuche sea considerada como justa, y existen sobrados motivos por los que el pueblo se convence, tanto en la Atenas clásica, como en la Argentina del Siglo XXI.
Bibliografía
Gallego, Julián; La democracia en tiempos de tragedia. Asamblea ateniense y subjetividad política. Buenos Aires. Miño y Dávila. 2003.
Badiou, Alan; Circunstacias. Buenos Aires. Libros del Zorzal. 2004.
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