viernes, marzo 30, 2007

Luis María Pescetti en Trelew

Ayer tuvimos la oportunidad de escuchar y ver a Luis María Pescetti, aquí en el Teatro Español de Trelew. La propuesta abarcaba una charla dirigida a docentes y los que laburan con chicos, y luego un show.
Fue increíble ver la legión de seguidores que tiene Luisito por estos lares. Muchos padres, muchas maestras y gran entusiasmo del público presente.
Arrancó con un par de canciones, para calmar la presencia de pequeños entre el auditorio de la charla y luego entró a contar algunas cuestiones muy vivenciales. Fue un mano a mano muy sincero y vivencial.
Su estilo puede gustar [o no], lo cierto es que Pescetti desacraliza temas instalados, tal como la heroicidad o grado póstumo de sus protagonistas. En su gran mayoría no son atletas, ni ganadores, o avasalladores. Se trata las personas en su dimensión humana.
Al mismo tiempo, no es un canto a los perdedores, sino que arroja una mirada distinta, construye la posibilidad de alcanzar metas, pese a las dificultades.
Esto lo mueve a hablar de cosas muy íntimas y poco tratadas, como los miedos. Refiere a ellos desde el pedito que se le escapa al protagonista de una canción, cuando tiene su primera salida con la chica de sus sueños.
Como así también rompe con algunos de los cánones establecidos, y menciona el tema de la caca, o de los mocos. Mejor aún, cuando alude al terror, ese es quizá el mejor de sus logros, aludiendo al mismo desde una veta humorística y no desde el clásico suspenso que asusta a grandes y chicos.

Ya en la charla se percibió un gran avance en el manejo no solo de las letras, cuya destreza es archiconocida, sino en el manejo de la guitarra.
Hubo notorios avances, que lo consolidan como un verdadero juglar, con giros y yeites de Daniel Viglietti, mucha Nueva Trova, y un estilo difícil de encasillar. Por momentos similar al estilo Leo Masliah, pero muy fresco.

El show fue distinto. Mostró un Pescetti hiperprofesionalizado, con gran manejo del público. Llegué tarde y ya estaba haciendo bailar y jugar a todo el mundo. El aclaraba, que las consignas eran para aquellos que quisiesen jugar, pero este fue el disparador para lanzarme a jugar, y disfrutar. Ese puede ser el mejor adjetivo calificativo para un espectáculo de esta naturaleza, un momento de gozo y sano esparcimiento. Y el entusiasmo era inversamente proporcional a la edad. Interesante.

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