jueves, julio 08, 2010

De partidas


Suena el movifono, estoy llegando al laburo, no tengo ganas de atender, pero intuyo quien se esconde tras el "desconocido".
Estaciono a un costado y atiendo, así como quien no quiere la cosa. Es una mañana espléndida, acaba de amanecer, el cielo está limpio, y unos colores rojizos despuntan anunciando un celeste pleno.
Del otro lado, me saludan, y anuncian que un ser conocido hubo de partir ...

No puedo decir que se trataba de un amigo, pero alguien que decidió irse.
Una persona a quien las circunstancias lo acorralaron, como a cualquiera de nosotros nos puede pasar, y por algún motivo, decidió que su camino era el de "dejarse a la buena de Dios".
No emito juicio de valor, porque cada uno sabe evaluar los infiernos que de tanto en cuanto asoman por la tierra, y las (infernales) consecuencias que estos traen.
La vida es efímera, y cuan velozmente cambian las percepciones que tenemos sobre cosas, situaciones y personas.
Supe de su pasión por el balompié, evidenciada en la foto que acompaña este opúsculo. Y las últimas veces que lo crucé, cada vez que hablaba de su club (Atlanta, un "bohemio consumado"), los asados previos a los partidos, que eran degustados con carne kosher, lo veía como un tipo a pleno.
Sinceramente la noticia telefónica fue un soplamocos, pero los mandatos de su cuore eran férreos, y su mente hubo de cumplirlos al pie de la letra. Anke quizá fuera al vesre.
Lo cierto, y penoso, es que un tipo valioso se fue de esta vida.

Poco interesan los detalles de la vida privada, esos que suelen ser la comidilla, y que en muchas ocasiones marcan el rumbo de los pasos a seguir, de los (injustamente) condenados.

El ámbito de la vida privada, precisamente no nos pertenece, anke muchas veces parezca ser de dominio público. Sea por vivir en comunidades pequeñas, o por enterarnos vía diarios o fb de los chismes.
Lo privado pertenece solo a sus dueños.

Pienso que si nos hiciésemos carne de esto, probablemente viviríamos mejor, y varias personas, seguirían habitando esta tierra.

Mi saludo al sempiterno hincha de Atlanta, habitué del estadio Don León Kolbovsky.

Probablemente no haya un minuto de silencio en el próximo partido, pero si lo hacemos desde las tribunas de esta humilde bitácora, que lamenta el dolor y la desaparición (innecesaria) de las buenas personas.

Las emociones de la vida cambian en un tris, así como del día a la noche.
Que nos acompañe entonces Joe Pass.