viernes, abril 08, 2016

El ilimitado poder de la intención

El jueves de esta semana, me tocó ir a distintas lugares dentro de mi habitual derrotero laboral.
En un momento de la tarde, reparo en la ausencia de mi identidad. Vale decir de mi documento, y también de mi billetera, tarjetas de crédito/débito y algunas otras pertenencias...

Revisé en el rodado, pero sin suerte. Decidí (e imploré sabiduría para) no enloquecer. Repasé mentalmente, todos y cada uno de mis pasos, las calles y sectores por donde anduve, que hice, etc.

Reparé en que las oficinas visitadas, eran todas conocidas, y gente piola.
Eso me ayudó a decretar, que la billetera habría de aparecer, para no caer en el oprobioso trámite de la denuncia y posterior recuperación de nuevas identidades.

El viernes, al ingresar a mi laburo, hice mi primer chequeo: nadie había encontrado nada, ni tampoco andaba por allí. Negativo, pero no me desalenté.

Luego fui hasta una escuela, hablé con las porteras, para saber si algo había aparecido. Niet …

Me iba hacia una dependencia que había visitado el jueves, pero en el camino, pero el impulso me llevó rumbo a un bar habitual para preguntar.

Como quien no quiere la cosa, me acerqué hacia la caja, y allí sin mediar palabra, uno de los empleados, abrió un jonca, y espetó:

Viene a buscar esto? - extendiendome la añorada billetera.

Tenía todo.
Cédula, débito, crédito, carnet, comprobantes, fotos.
¡Hasta conservaba un roquita!

Volviome el alma al cuerpo, y celebré haber creido en la gente. Fue un premio a la confianza. A saber que sigue habiendo gente copada. Mucho mas, si son clientes del Puchero Center de Rawson!

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