martes, junio 05, 2007

Hiperlibros

José Luis de Diego (director), Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-
2000 Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2006, Colección "Libros sobre libros", 267 páginas.

Este volumen, de la colección titulada "Libros sobre libros", agrupa un conjunto de trabajos sobre distintas etapas del mercado editorial en la Argentina durante un período de 120 años.
Los artículos, escritos en su mayoría por investigadores del área de Letras (aunque los hay también de otras disciplinas: bibliotecología y traducción jurídica) enfocan sobre todo la edición de textos literarios y vinculan ese tema con otros específicos de ese campo, como las modificaciones del canon, la prevalencia de géneros, los vínculos entre literatura y cultura masiva, la relación entre política y ficción, las concepciones estéticas, el exilio de autores literarios, las polémicas entre escritores.
El director del tomo –que ha conducido el grupo de investigación en la Facultad de
Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata durante dos años– explicita el recorte a partir del concepto de "impacto cultural" en el campo restringido de la literatura de autor argentino.
Los trabajos no son homogéneos, puede verse en ellos las apuestas particulares de sus autores, a partir de las perspectivas con que tratan el ciclo estudiado, las cuestiones que ponen en foco y los conceptos con que las abordan.
A continuación, una breve referencia a cada artículo será el modo de presentar el conjunto.

En "1880-1899. El surgimiento del mercado editorial", Sergio Pastormerlo plantea, en coincidencia con Adolfo Prieto, que durante esa etapa la cultura letrada se escindió en dos circuitos diferenciados: por un lado, un ámbito reducido destinado a una minoría social, por otro, un circuito popular con lectores nuevos provenientes de capas hasta entonces excluidas de la lectura.
Esta transformación radical generó cambios en las funciones, cada vez más profesionales, de los impresores, libreros, editores y críticos.
La investigación nos muestra, con memorable nitidez, los giros históricos de la cultura letrada a través del análisis minucioso de dos de sus manifestaciones: los editores y las colecciones de libros. A través de figuras como las de Casavalle, Coni o Tommasi, y del carácter de sus emprendimientos ("patrióticos", de intención formativa o meramente comercial, modestos o lujosos) se nos presenta a los actores sociales implicados en las empresas de edición, y se revelan los aires, coincidentes o divergentes según el caso, que movilizaron sus éxitos o fracasos.

"1900-1919. La época de organización del espacio editorial" de Margarita Merbilháa, analiza el ciclo de progreso ascendente que tanto el auge de la demanda como las oportunas prácticas editoriales produjeron en las primeras dos décadas del siglo XX.
El trabajo se centra en proyectos que buscaron ofrecer libros de valor literario y calidad de impresión "superiores" que fueran al mismo tiempo accesibles para un lectorado amplio.
Se analizan los propósitos y criterios que presidieron el catálogo de La Biblioteca de La Nación, dirigida por Roberto Payró desde comienzos del siglo y dos propuestas algo más tardías, la Biblioteca Argentina de Ricardo Rojas y La Cultura Argentina, de José Ingenieros.
La comparación muestra, por un lado, ciertas condiciones comunes (las estrategias para captar un lectorado amplio), y por otro, las diferencias ideológicas que implicaron criterios divergentes para la selección de títulos.
Completa el panorama la referencia a la fundación de editoriales por parte de Juan Torrendell y Manuel Gálvez: la popularísima Editorial Tor y la Cooperativa Editorial de Buenos Aires, respectivamente.

Verónica Delgado y Fabio Espósito, en "1920-1937. La emergencia del editor moderno", emprenden la investigación de una etapa en la que, según los autores, continuó el crecimiento de la producción para el mercado interno, aunque sin llegar al completar el "verdadero despegue" que vendrá después. Durante la primera guerra mundial, la merma de la industria editorial europea, que hasta entonces dominaba el mercado latinoamericano, dio lugar al crecimiento de empresas nacionales abocadas a la franja más dinámica, la de los libros baratos.
Se nos explica la interacción de factores que propiciaron el desarrollo o retardaron el proceso durante esos años (políticas educativas, red de bibliotecas populares, Ley de Propiedad intelectual, tasas aduaneras, formas de distribución) y se aporta valiosa información sobre las editoriales y los editores más relevantes de esta etapa: Gleizer, Samet, Glusberg, Zamora y Torrendell.

En "1938-1955. La 'época de oro' de la industria editorial" y "1976-1989. Dictadura y democracia: la crisis de la industria editorial", el director del volumen aborda dos ciclos de signo opuesto, de auge y declinación de la producción de libros.
En el primero, José Luis de Diego se aboca a una etapa en que la edición se dirigió en gran medida al mercado externo, disponible por la merma del libro ibérico a causa de la guerra  civil española. Se nos informa sobre el proceso en que varios españoles residentes en el país realizaron importantes inversiones para dar origen a casas como Espasa-Calpe Argentina, Losada, Sudamericana, Emecé, entre muchas otras de menor envergadura.
Según se señala, la orientación de estas empresas al mercado externo hizo que la 'época de
oro' de la industria editorial argentina no coincidiera con el auge de la literatura de autor argentino. El segundo artículo de de Diego retoma problemas desarrollados en un libro anterior sobre el período (¿Quién de nosotros escribirá el Facundo? Intelectuales y escritores en Argentina (1970-1986)).

En "1956-1975. La consolidación del mercado interno", Amelia Aguado repasa la situación de la industria editorial, especialmente en el ámbito del texto universitario y profesional y se detiene especialmente en los casos de Sudamericana, Eudeba y Centro Editor de América Latina.

Malena Botto, en "1990-2000. La concentración y la polarización de la industria editorial", realiza un análisis del impacto de la política neoliberal en el mercado del libro. Como en la 'época de oro' abordada por de Diego, aunque por otras razones, tampoco acá el crecimiento en términos estadísticos implicó un desarrollo del libro de autor argentino. La adquisición de editoriales por parte de capitales extranjeros activó una lógica de mercado desligada de cualquier interés que no fuera el de la ganancia. El artículo despliega los mecanismos implicados en ese proceso: reducción de las tiradas, segmentación de la oferta y la demanda, competitividad extrema.
La concentración de todo el mercado en unos pocos grupos editoriales generó, como efecto secundario, el surgimiento de editoriales independientes que comenzaron a funcionar con reglas más cercanas a la lógica del capital simbólico (y al intercambio entre pares) que a la del capital económico.
Un anexo, "Aspectos legales e institucionales de la industria editorial argentina" de Silvia Naciff, ofrece al lector una útil cronología con los principales aspectos que regularon la actividad a lo largo de los siglos XIX y XX: surgimiento de asociaciones, fundación de instituciones, creación y modificación de estatutos, sanción de decretos y leyes, entre otros.

Como se ve, el objeto de estudio abre una amplia perspectiva que permite imaginar múltiples
investigaciones futuras a partir de los caminos trazados en el volumen. Y esto porque aborda un universo escasamente estudiado en la Argentina. Más allá de algunos trabajos aislados cuyas conclusiones se retoman acá, sea como parte del estado de la cuestión o para ser discutidos (algunos, realizados varias décadas atrás, como los de Domingo Buonocore y Jorge B. Rivera; otros, más recientes, como los de Leandro de Sagastizábal o Fernando Degiovanni), no se ha investigado de manera sostenida la historia de la edición y de las políticas editoriales, factores imprescindibles para el estudio de la literatura como institución.
Geraldine Rogers

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