El 26 de junio de 1498, se registraba un elemento vital para mejorar la salud bucal de la humanidad, cuando el emperador chino Hongzhi patentaba el cepillo de dientes.
Existen testimonios del siglo XIII, donde se relata que algunos monjes chinos, se limpiaban los dientes con cepillos hechos con pelos de cola de caballo.
La patente del inquieto emperador, proponía un cepillo que era un conjunto de cerdas de puerco incrustadas en una caña de bambú.
Fue un gran avance para la salud en general, ya que las de este modo, se pudo llegar a limpiar los muelas, preservando gran parte de las piezas, ayudando a una mejor alimentación y reducción de infecciones que arrancan por la zona bucal.
Todo gracias a esta pequeña y potente práctica, la del cepillado de los dientes.
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