martes, febrero 02, 2010

Redes e interrogantes

Arranca la jornada, y uno (como quien no quiere la cosa), empieza con su serie de rutinas.

Algo así como un hábito. Todo en su lugar, los mismos procedimientos, y las respuestas esperadas. Hasta aquí lo previsible/deseable.

Más sucede, que no todos los días son iguales, como tampoco todas las personas lo son (afortunadamente). Y un mero cambio, un interruptus de acceso a internet puede provocar mareos, desvanecimientos espontáneos e inexplicables, y marcha de personas cual zombies por las calles del lugar.

Uno podrá percibir este raro fenómeno, al ingresar a panaderías, y ver mas personas de las habituales, varias de ellas perdidas, y solicitando yahoo.com, en lugar de los consabidos bizcochitos.
El éter de la web, posee esa adicción, que uno no percibe hasta que falta.

No poder estar en línea con las noticias .., como si uno fuese a votar por el veredicto en Holywood, pa' que la peli de Campanella, siga en lucha hasta apoderarse del Oscar!


Pavadas, pero que hacen a la sensación de tener el desayuno, pero sin el diario sobre la mesa.
Un sábado ha de arrancar de este modo, como para estar en sintonía con la flia., la ciudad y el mundo. Una rara forma de mancomunión, que se daría por ósmosis. El diario viene a ser el factor común entre los parroquianos de un bar. Se lo piden, va de mesa en mesa, cual bien preciado.


Será por aquello de "information is power"?
No creo, son frases hechas, que personajes como Dwight Schrute, el obsecuente de The Office, saca a relucir en cuanto puede, pero a qué se debe el desequilibrio y la sensación de incompletitud?


Fenómeno extraño de responder. Un hábito que uno ya no califica como ni malo, ni bueno.
La internetización de la vida, es algo propio del s. XXI, y parece no haber vuelta atrás.

¿Hay otros síntomas?

Seguro. Si Vd. transita y siente que hay incesantes y fuertes golpeteos sobre la tecla Enter, es señal que algo no camina. Pero cuando este ruidito se expande en forma uniforme por oficinas varias, allí si, podrá diagnosticar en forma certera, un corte de internet.

Como si se hubiera calcado la escena del avión de "Donde está el piloto", el problema no es que el avión se vaya a pique, sino que falte café, allí los pasajeros enloquecen.
En la vida cotidiana, no importa que el oficial de justicia venga a ejecutar el desalojo, sino que la compañía de datos, el router, el modem o la maldita computadora no permitan el ingreso a la telaraña de la world wide web.


¿Será un camino de ida?