El presidente de Ecuador, Rafael Correa, anunció este sábado (28/7) que su Gobierno no emitirá publicidad a los medios de comunicación privados para no beneficiar los negocios de unas pocas familias ecuatorianas. Dos meses atrás, Correa prohibió la concesión de entrevistas a medios "mercantilistas", lo que desembocó en numerosas condenas por parte de ONG y organizaciones internacionales.
A ese punto no hemos llegado, al menos explícitamente en Argentina, pero la batalla que se libra es descarnada y absurda. Digamos que pocas veces los medios acarician a los funcionarios, y son las reglas de juego. Al menos de facto.
Pero la lectura de los medios, que viene haciendo la presidente en actos públicos donde utiliza el servicio de Cadena Nacional de Radio y Televisión, muestran un ensañamiento mayúsculo.
El 11 de julio, en la apertura de una planta de AGCO en General Rodríguez hizo gala de su lectura del diario El País, "el mas importante de la madre patria", trazando un paralelismo entre un un funcionario calvo que salía en tapa, y vaya a saber que figura de la Argentina de 2001. El discurso reside en el portal de la Casa Rosada, y es preferible leerlo, porque el tono que utiliza la mandataria, alterna entre ironía y pedantería. En ese entonces ya menciona el término desánimo, bajo el mote "operaciones de desánimo".
El lunes 23, Cristina Fernández inauguró la planta de producción de lavarropas de la empresa Mabe en Haedo, amén de múltiples inauguraciones virtuales. Y hasta propuso un título periodístico: "Hoy es un día que la cadena nacional del miedo y el desánimo no va a transmitir".
Lo peor que pueden hacer los mandatarios es establecer una carrera contra los medios. Esa es una batalla perdida, los medios tienen centenares de personas entrenadas en informar/desinformar, y es el negocio que les compete. Al gobernante le corresponde gobernar, y para comunicar tiene sus oficinas de prensa.
Este gobierno se ha ensañado contra Clarín y contra Mauricio Macri.
Parece que en Balcarce 50, aún no han detectado el efecto que produce en la población, que precisamente es el de llevar agua para los molinos opositores.
Escena que me remite a nuestro querido Miguel de Cervantes Saavedra, padre de la novela española, quien nos muestra a Don Quijote luchando contra gigantes, que no son otra cosa que molinos de viento. O cuando vela en un bosque donde cree que hay otros gigantes que hacen ruido; aunque, son sólo los golpes de unos batanes.
¿Serán estas alucinaciones, similares a las que los medios producen en el gabinete, restandoles horas de un descanso interrumpido?
A ese punto no hemos llegado, al menos explícitamente en Argentina, pero la batalla que se libra es descarnada y absurda. Digamos que pocas veces los medios acarician a los funcionarios, y son las reglas de juego. Al menos de facto.
Pero la lectura de los medios, que viene haciendo la presidente en actos públicos donde utiliza el servicio de Cadena Nacional de Radio y Televisión, muestran un ensañamiento mayúsculo.
El 11 de julio, en la apertura de una planta de AGCO en General Rodríguez hizo gala de su lectura del diario El País, "el mas importante de la madre patria", trazando un paralelismo entre un un funcionario calvo que salía en tapa, y vaya a saber que figura de la Argentina de 2001. El discurso reside en el portal de la Casa Rosada, y es preferible leerlo, porque el tono que utiliza la mandataria, alterna entre ironía y pedantería. En ese entonces ya menciona el término desánimo, bajo el mote "operaciones de desánimo".
El lunes 23, Cristina Fernández inauguró la planta de producción de lavarropas de la empresa Mabe en Haedo, amén de múltiples inauguraciones virtuales. Y hasta propuso un título periodístico: "Hoy es un día que la cadena nacional del miedo y el desánimo no va a transmitir".
Lo peor que pueden hacer los mandatarios es establecer una carrera contra los medios. Esa es una batalla perdida, los medios tienen centenares de personas entrenadas en informar/desinformar, y es el negocio que les compete. Al gobernante le corresponde gobernar, y para comunicar tiene sus oficinas de prensa.
Este gobierno se ha ensañado contra Clarín y contra Mauricio Macri.
Parece que en Balcarce 50, aún no han detectado el efecto que produce en la población, que precisamente es el de llevar agua para los molinos opositores.
Escena que me remite a nuestro querido Miguel de Cervantes Saavedra, padre de la novela española, quien nos muestra a Don Quijote luchando contra gigantes, que no son otra cosa que molinos de viento. O cuando vela en un bosque donde cree que hay otros gigantes que hacen ruido; aunque, son sólo los golpes de unos batanes.
¿Serán estas alucinaciones, similares a las que los medios producen en el gabinete, restandoles horas de un descanso interrumpido?
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