Nuestra estadía en Lytham - St.Annes se desarrolló con total normalidad, hasta la tarde de este último domingo, en los links de Royal Lytham, escenario de la ronda final de la 141° edición del British Open.
Con buen clima y algo de viento, que no llegó a superar las 10 millas por hora, los buenos scores no aparecían, a excepción del belga Nicolás Colsaerts, quien salió temprano y anotó -5, para Totalizando 279 golpes, uno bajo par.
Pero esot no asustaba al puntero. Adam Scott, quien arrancaba la jornada final con 10 bajo par, ni a sus seguidores Graeme McDowell, Tiger Woods y Brandt Snedeker, quienes estaban a 3 golpes de Scott.
Sin embargo, los links de Royal Lytham se devoraban a los jugadores en la ronda final durante la tarde. Así, en los primeros 6 hoyos, las últimas dos líneas donde estaban los 4 primeros , con sus scores sumados, computaban 4 sobre par.
En el par 5 del hoyo 7, ni Scott, ni McDowell podían anotar birdie! Tiger anotaba un doble bogey en el hoyo 6, y computó tres sobre par para los primeros nueve hoyos.
Pese a la mala cosecha, el australiano conservaba la ventaja. Venía jugando bien, pero sin la regularidad de los días anteriores, pero con una confianza notable.
El norirlandes Graeme McDowell quien compartía el twosome final junto al puntero, era de los pocos jugadores con un major ganado y con una garra conocida, pero ni el, ni Tiger afinaban la puntería. Mc Dowell perdió una pelota en el hoyo 11, anotando un bogey innecesario en el par 5 de la vuelta.
Los torneos grandes se definen en los 9 hoyos finales, pero esta edición del British, lo hizo en los últimos cuatro hoyos: del 15 al 18. El sudafricano Ernie Els, el conocido Big Easy, hacía lo suyo, y se ponía bajo par, pero lejos del australiano.
Todo cambió en un tris, con una seguidilla imparable de bogeys de Adam Scott, dejando la final mas triste e injusta que conozco para un torneo de esta envergadura.
Porque el australiano se preparó desde hace muchos años para este momento, y tuvo el torneo bajo control hasta el birdie del hoyo 67, el par 4 del 14. Los restantes hoyos fueron impensados bogeys que fueron surgiendo del rigor de la cancha y los nervios.
Ante la posibilidad de un desempate, Ernie se fue al putting green, previendo la necesidad del desempate a 4 hoyos, pero el bogey de Scott le negó esta posibilidad al australiano.
Ha sido una lección durísima para el golf, y para Adam Scott en particular. El aprecio que tiene en todo el tour y entre el público es tremendo. No ganó Ernie, perdió Adam.
Sin embargo confío que luego de esto el joven australiano quien cumplió 32 años el lunes 16 de julio, habrá de ganar varios majors, a lo largo de su vida.
Esta leve seguidilla de malos hoyos, que no fueron desastrosos, sino inoportunos (en los 4 días no tuvo ningún doble bogey), alcanzaron para que otra persona le ganara por la diferencia mínima, cumpliendo al pie de la letra la ley de Byron Nelson: para ganar el Open, hay que hacer uno menos que el resto.
Destaco la hidalguía de Scott, quien soportó como un duque el mal trago y tuvo una conducta ejemplar. Ernie Els festejó con una discreción soberana, y todos los allí presentes aplaudimos, pero queríamos ver otro final, el de Scott con su primer trofeo grande. No fué así.
Porque el golf es noble, pero nadie afirma que sea justo.
Eso es otra cosa. Habrá que esperar hasta Muirfield 2012.
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