La cancha nro. 2 de Pinehurst (posee nueve), tiene 107 años de vida y juego.
El diseño original estuvo a cargo de Donald Ross.
Recientemente Ben Crenshaw y Bill Core la remodelaron para recuperar
su espíritu original, de modo tal que valga mas la cancha que los
novedosos y potentes materiales de palos y pelotas. Como para revivir
la emoción del golfista que está solo y piensa como ejecutar golpe a
golpe, y se hace uno con la naturaleza, según el campo que le toca.
La tecnología permite alcanzar mayores distancias, y los defectos se
minimizaron. Unos 18 años atrás, se podían atravesar dos fairways con
un slice. Hoy se atraviesa la mitad.
En el afán de hacer que las canchas sean mas "accesibles", muchas de
estas se han vuelto aburridas y parecidas urbi et orbi
El desafío fue reconstruir Pinehurst, a base de fotos antiguas del
campo de juego, algo que hacen los artistas como Ben Crenshaw y en
nuestro medio, Angel Reartes. La cancha número 2, fue un hito en la
carrera de Ross.
Esto movilizó a los propietarios en volver (de algún modo) a aquellos
links, tal como los había pensado el escocés naturalizar el campo y
dejarlo tal como lo pensó Ross, mas de 100 años atrás.
Crenshaw y Core eliminaron el pasto bermuda, quitaron 650 aspersores y
el rough circundante. De este modo, regresaron las dunas originales y
los fairways se volvieron mas arenosos.
El trabajo dio sus frutos. Se jugaron ediciones del US Open como las
de 1999, y la de 2005. El campo se modificó y se abrió en 2011, con
gran resultado. Este año lo estamos confirmando y tendremos no uno,
sino dos US Open en dos semanas consecutivas, en la misma cancha.
Los jugadores coinciden en que la clave no estará en los drives, sino
en los tiros al green.
Bien lo sabe Phil Lefty Mickelson, quien busca este torneo para
completar los cuatro grandes. Sería un gran regalo de cumpleaños, para
arrancar sus 44 años, cumplirá el lunes, con el ansiado trofeo.
Constancia, laburo y paciencia. Son las virtudes teologales de Pinehurst.
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