lunes, enero 11, 2016

Tato Bores, viajero en el tiempo

Existen infinidad de comentarios acerca del paso del tiempo.
Nací en 1963, y una buena aproximación a mi niñez y adolescencia, pasa por la tele que consumí. Me parece que los medios nos constituyeron, y nos formaron a quienes nacimos en esos tiempos.
Programas de televisión, series, películas y dibujos animados. De todo tipo y calaña. Hasta recuerdo casos curiosos, como el de la Pantera Rosa, un dibujito difícil de encasillar por múltiples motivos. Ante todo, era un show, como el de Bugs Bunny, ya que la Pantera tenía socios de pantalla, que eran El Inspector y el Oso Hormiguero. El conejo tenía a Porky, al Pato Lucas, etc.
La Pantera Rosa, no hablaba, era una femina, que procedía como hombre, pero rosa ..
Fumaba con boquilla, y excentricidades varias. Algo very british. ¿Quien no recuerda su banda de sonido, con el tema mejor logrado de la televisión, como aquel de Henry Mancini, y una apertura curiosa, donde descendía de un auto ultramoderno, un personaje dibujado?!
Nada racional, pero de entrada, uno se disponía a ver (y ser partícipe), de algo distinto. Nada que ver con un “mero espectador”.
El show de la Pantera Rosa, llegó a la Argentina en la década de los 70. Como dato no menor/curiosidad, se emitió primero durante algunas temporadas en la programación de Canal 10 Radio Universidad de Córdoba, cautivando a grandes y chicos. Ambos tenían diversos mensajes para decodificar, todos ellos hechos con un laburo y esmero, dignos y encomiables. Más aún, creo muchos padres enloquecían, por esta oportunidad de compartir un producto inteligente junto al parvulario.
La Pantera Rosa, María Elena Walsh, algunos ejemplos de productos finales motivadores. Infinidad de personas, habrán sido felices, y probablemente la influencia sanadora de su obra, haya dejado la risa como factor sanador en varias personas. Esta incidencia debe elevarse exponencialmente en familias criollas.
Pero traigo a colación a otro exponente, otro rara avis, como la Pantera, María Elena Walsh. Nos referimos a Tato Bores. Este 11 de enero, se están cumpliendo 20 años de su partida física. Porque, YouTube y videos mediante, Tato nos sigue hablando. Con su modo tan peculiar de ver las cosas, de decir, de narrar. De dejarle a uno la sesera con el cebador, dispuesto a arrancar, pero no saber si rumbear pal norte o pal sur. Preguntándose si el sur, no estará en el norte, o alguna otra cuestión metafísica, acerca de nuestra esencia y el curro. De decirnos miles de cosas, realmente grosas, humor mediante. Algo así como un locro, de esos que necesitan un fuego lento laaaaargo. Y a las 48 hs., el sabor será distinto. Mejor.
Así eran, son y serán, los frutos de esfuerzos colectivos bien escritos, hechos con inteligencia y en equipo.
Tato nos dejó, ya no solo sus obras, sino el valor de la discreción. Solo supe que su esposa se llamaba Berta. No mucho mas. Lo veía caminar por Palermo, mientras yo pedaleaba rumbo a la Ciudad Universitaria en los 80 tempranos.
Tato mas que un cómico, fue un vero artista.
Porque sabía decir las cosas, con unos guionistas de excepción. Y también sabía cantar, se las arreglaba para bailar, y esencialmente para no ser el centro de la escena, sino para que la hornalla en la sesera del espectador, se mantuviera a fuego lento, y no se apagara al instante.
Dijo las cosas que nadie dijo. Estuvo activo durante el proceso, y hasta bien entrado los 90'. El programa era objeto de la censura, pero en infinidad de casos, a los sres.censores, se les pasaban los sutiles comentarios escritos, o los que Tato decía de un modo único. Hizo que nuestra juventud tuviera ganas de reír y pensar, al mismo tiempo. Si hasta tiró ministros por el inodoro ….
Eso habla de la producción de sus hijos Alejandro y Sebastián en los 90'. Unos tipos creativos que tenían el peso de llevar el apellido de su Viejo, y en infinidad de medios, era “los hijos de Tato”. Ambos sigueron adelante y recién después de muchos años, algunos medios se “están dando cuenta”, en un proceso de mas de dos décadas, que son unos capitos. En el caso de Sebastián, me limitaré a citar “Un cuento chino”, una peli que es una obra maestra, incatalogable. Porque hace el mismo proceso del locro a fuego lento. Primero viene la risa, y luego la interpelación a nuestro ser ..
Por si faltaba algo, Marina, la mas pequeña de las hijas, es la que acabo de descubrir hace poco, y no le va en zaga a las bestias de sus hermanos. Porque en su “Enfermé para sanar”, describe un proceso tragicómico sobre el proceso de cáncer en una mujer, y su orfandad médica. Un libro aconsejable para todo público, más aún para toda mujer.

Tato se fue un día como hoy, un 11 de enero, pero de 1996.
Yo lo sigo viendo caminando solari, a buen ritmo por los bosques de Palermo, con sus cortos blancos, capo de bajo perfil.
Parte de su (inmensa) genialidad, habita en sus hijos. A Dios gracias.

A 20 años de su partida, va un inmenso reconocimiento, y lo citamos
“Así que mis queridos chichipíos, la neurona atenta, vermouth con papas fritas y ¡good show!".

No hay comentarios.: