miércoles, diciembre 30, 2009

Año Bizarro

Pienso en resumir 2009, y me quedo de a pie, con poco combustible para estos 365 días tan intensos, de emociones profundas, muchas veces contradictorias.
Donde hube de utilizar infinidad de elementos ortográficos, plagados de signos de interrogación. Pero, ¡lo estoy cerrando con muchos de admiración!

No seré indiferente al Año Viejo.
No soy el mismo.
Aprendí mucho.
Que la vida es corta, y nada es inmutable.
En el mundo hay muchas cosas por ver.
No todo lo que reluce es oro, y el tesoro que solemos salir a buscar en una expedición hacia tierras lejanas, suele estar a escasa distancia de uno.
Algo asi dice Pablo Raúl Trullenque en "Entre a mi pago sin golpear".
Problemas de la miopía, vió?
Por eso le digo, bah, le sugiero (si Vd. me lo permite): consulte a su oftalmólogo.
Hágase examinar (por lo menos), una vez al año.

El problema es ir al especialista de la psique.
El muy guacho querrá internarnos (galenos ambiciosos).

Hicimos un bello festejo con mis kólegas de Rawson.
Una naifa (tanguera ella), preparó una manga de gitano (un pionono delicioso), otro llevó sidra, un tercero torta, un cuarto platos, un quinto tenedores, y entre todos brindamos.
Proponiendo un mundo mejor, más humano, más alegre, más laburador, más pensante. También más jugado, y como tal más sorprendente.
Menos predecible quizá.

Un universo donde el otro no nos resulte indiferente, pero que tampoco seamos víctimas de estrategias esquizoides/psicopateadoras (suficiente con mi cuota 2009 para toda una década).
Donde no nos toquen la capacidad de soñar, la de amar, y menos la de vivir.
Tampoco la de escribir desde el alma, escuchar nuestro corazón, cantar desafinado pero con sentimiento.
O la de respirar con la boca abierta, porque todo el aire no satisface nuestra necesidad de gigantes bocanadas de oxígeno.

Quiero despedir este año, que hasta hace poco pensaba hacerlo mediante una ráfaga de coces en el pandero, por haber transitado por senderos ignotos (pa' mi persona), donde hube de indagar el misterio de la soledad.
Ese universo que se compone de la mentira, la vergüenza, el del miedo y el de la soledad.
Y, ¡quién pudiera amar después de roto! ...
Pero, a Dios gracias, todo vuelve. La esperanza no se pierde. Tonce' despido al Año Viejo con una palmada. Muchas gracias por los servicios prestados, por el camino recorrido, por las enseñanzas, por los sufrimientos, por las alegrías, por hacerme redescubrir el valor de la torda y su Inmenso Amor, el perdón fraterno, el amor sincero y obrar en forma coherente, sin arrebatos.
Porque al decir de Georgi Drexler: "cada uno da lo que recibe, nada es mas simple, no hay otra norma, nada se pierde. Todo se transforma",

Cierro mi saludo con el poema de Raulito González Tuñón, y la voz de los poetas de Saloma, ande asoma la polenta de Alejandro del Prado. Y dice:

Salud a la cofradía
trotacalle y trotamundo.
Todo nos falta en el mundo,
todo menos la alegría.

Y viva la santa unión
de Sin ropas y Sin tierras.
Todo nos falta en la tierra.
Todo menos la ilusión.

Corto sueño y larga andanza
en constante despedida.
Todo nos falta en la vida.
Todo menos la esperanza.

Amigos de la botellas
pero poco del trabajo.
Todo nos falta aquí abajo.
Todo, menos las estrellas.

Inofensiva locura,
sin razón de vagabundo.
Todo nos falta en el mundo.
Todo, menos sepultura.

Prosigamos, si dios quiere,
nuestro camino sin dios,
pues siempre se dice adiós,
y una sola vez se muere.

Cierro entonces mi despedida al Año Viejo, y pido pal' año que comienza: Melodía, Ritmo y Armonía. Amén.

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